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Chapter 24 - Capítulo 23: Tengo miedo

Capítulo 23: Tengo miedo

Narra Brenda

- Me tengo que ir - dije mientras Alan me sostenía en sus brazos.

- Tienes que irte - dijo Alan sin querer soltarme.

- Sí, ya es tarde - Mis padres deben estar preguntándose dónde estoy - dije mientras lo besaba.

- No quiero que te vayas. Me gusta que estés aquí - dijo haciendo pucheros.

- Tampoco quiero irme, pero nos veremos mañana - respondí.

- Tienes razón. Mañana es sábado y tendremos todo el día para nosotros. Tengo algo planeado para nosotros - dijo sonriendo.

- ¿Qué planeas? - pregunté curiosa.

- No te lo diré. Será una sorpresa. Solo puedo decirte que traigas ropa para nadar - dijo misterioso.

- Ok, señor misterioso. Nos vemos mañana - dije mientras lo besaba.

Alan me acompañó hasta la puerta mientras seguimos besándonos. Abrió la puerta con una mano y con la otra me sujetaba de la cintura.

Al día siguiente

- ¿Ya puedes decirme a dónde iremos? - pregunté a Alan.

- Aún no, pero ya falta poco - respondió.

Subimos a su auto con extrema precaución para que nadie pudiera reconocernos. Una vez adentro, Alan me tomó de la mano mientras con la otra conducía.

Durante el trayecto, Alan me miraba y sonreía. Yo estaba entusiasmada aunque no sabía adónde me llevaría, pero había algo que me preocupaba: éramos nosotros. La última vez que hablamos, me preguntó si quería ser su novia, pero como discutimos, no volvimos a hablar del tema.

- Bueno, llegamos - dijo Alan interrumpiendo mis pensamientos.

- ¿Puedo bajar ahora? - pregunté.

Él asintió, y yo bajé. Era hermoso, había un lago, una cabaña y estábamos en el muelle.

- ¿Qué es este lugar? - pregunté asombrada.

- No eres la única que conoce lugares lindos en Londres - respondió Alan.

Entramos en la cabaña y era como de cuento, como las que aparecían en las historias que me gusta leer, solo que esta vez era real.

Alan sacó una cesta repleta de comida, vino, frutas y algunos chocolates.

- Esto es lo que faltaba para ser perfecto - dijo Alan sonriendo.

- Esto es como un cuento de hadas - dije sonriendo - La cabaña, el lago, el príncipe

- Y la princesa - dijo Alan entrelazando su mano con la mía.

Me acerqué para besarlo, pero una llamada nos interrumpió. Era mi mamá, así que preferí mandarle un mensaje diciéndole que no iba a poder llegar a casa y que estaba con una amiga. Ya se me facilitaba mentir.

- ¿Vamos a nadar? - dijo Alan mientras se dirigía al lago.

- Creo que el agua está muy fría. No tengo muchas ganas de nadar en este momento - respondí mientras me sentaba en la orilla solo para mojar mis pies.

Cuando giré para ver a Alan, él se estaba quitando la camisa que llevaba. Era la primera vez que lo veía con el torso desnudo y vaya que se le notaba que había estado yendo al gimnasio. Me quedé admirándolo por un tiempo. Tenía un cuerpo muy atractivo y verlo me hacía estremecer. Hasta que reaccioné. Para entonces, Alan ya se había metido al agua.

- ¿Está muy fría? - pregunté.

- Ven a sentirla - dijo antes de jalar mis pies y meterme al agua.

Comencé a mover mis brazos y piernas, haciendo reír a Alan y provocando que me sostuviera más cerca de él. Nadamos un rato y después Alan se adelantó en regresar a la cabaña en busca de una toalla. Me la llevó y me acompañó de vuelta a la cabaña. Nos sentamos en el sofá por un rato. Él me rodeó con su brazo y comenzó a besar mi oreja, lo que me provocaba cosquillas. Después buscó mi boca y la besó. Sus brazos hicieron que quedáramos recostados en el sofá y Alan no dejaba de tocarme. Entonces comprendí adónde quería llegar con eso y lo detuve. La verdad es que no me sentía del todo cómoda y confieso que sentí miedo.

- Alan - dije mientras me sentaba.

- ¿Todo bien? - preguntó.

- Sí, sí. Solo quisiera ir a caminar al muelle antes de que se vuelva más tarde

Me levanté, tomé su mano y nos fuimos a caminar. El paseo se cubría de una total calma que provocó que mis pensamientos sobre el estado de nuestra relación regresaran y entonces hablé.

- Alan... ¿Te puedo hacer una pregunta?

- La que quieras - me dijo mientras se llevaba mi mano a su boca para besarla.

- ¿Qué somos?... tú y yo ¿Cuál es el estado de nuestra relación? La última vez me preguntaste si quería ser tu novia... pero como discutimos, no sé cómo quedamos

Alan comenzó a reír y eso me desconcertó.

- ¿Dije algo gracioso?

- No, no es eso. Me río porque no puedo creer tu inocencia... me das mucha ternura

Bajé la mirada, pero Alan delicadamente levantó mi cara, provocando que nuestras miradas se conecten.

- Amor... nosotros somos novios, desde que te lo propuse en ese avión y tú aceptaste... y no dejamos de serlo ni siquiera cuando estábamos distanciados... esa fue solo una discusión de novios, y lo bueno de toda discusión es la reconciliación

Y entonces, como si no pudiera detener mi voz, le dije:

- Te amo, Alan

- Me encanta cuando un 'te amo' sale de tu boca... yo también te amo, mi amor

Luego vi que sacó una pequeña cajita de su bolsillo.

- Con esto lo haré oficial - dijo mientras me entregaba la caja.

- ¿Qué es? - dije tomando la caja.

- Ábrelo - dijo sonriendo.

Había dos cadenitas de oro en forma de corazón que tenían una frase grabada que decía "Novios para siempre".

- Brenda Brown, ¿aceptas ser mi novia... oficialmente mi novia... para siempre? Di que sí porque yo me muero porque me llames novio por siempre

Me quedé sin palabras, sentía como comenzaba a caer lágrimas por mi rostro. Solo pude asentir con la cabeza y lo besé.

Yo me volví, tomé mi cabello con las manos y él me puso la cadenita. Después, él se volteó y yo le puse la cadenita.

Se acercó y lentamente me daba dulces besos. Él tenía razón, los momentos que pasábamos eran perfectos. Aunque eran una locura, era una locura que después de todo seguía viviendo.

Llegamos al final del recorrido, dimos la vuelta y volvimos a la cabaña. Al llegar, yo me senté en el sofá y Alan hizo lo mismo, sentándose junto a mí. Jugaba con mi cabello, cuando le pregunté:

- ¿Qué hubiera pasado si nunca nos hubiéramos encontrado en la biblioteca? Si solo nos hubiéramos encontrado en el salón de clases, tú como mi maestro - dije tratando de formar una idea en mi mente.

- Bueno, solo serías una estudiante bonita sentada enfrente de mi escritorio, adelante del torpe Zack, a la cual siempre tendría curiosidad por conocer, pero sabría que estaría prohibido. Esa estudiante a la que anhelas que haga algo malo solo para retenerla en el salón, y... ¿yo? ¿Yo qué sería para ti? - dijo Alan.

- Para mí, serías el profesor más admirable de toda la escuela. Ese del que alguna vez en tu vida de estudiante te enamoras, ese por el cual haces cosas para llamar su atención, al cual le haces más preguntas solo para que te hable. Pero sobre todo serías... - me quedé callada un momento.

- ¿Sería? - preguntó.

- El profesor con las corbatas más feas jamás vistas - dije riendo.

- ¿Así? - dijo.

Él me tomó entre sus brazos y comenzó a hacerme cosquillas en venganza por lo que había dicho. Pronto, él ya estaba sobre mí, regresando a la posición en la que estábamos antes de que lo interrumpiera antes de ir al muelle. Y entonces mis pensamientos volvieron... Yo nunca lo había hecho. Nunca había estado con algún chico de esa manera. Y entonces me di cuenta de que no estaba lista. Me invadió un terror, a pesar de amar a Alan, ese era un gran paso. Así que me moví, haciendo que Alan se separara de mí.

- ¿Qué pasa? - preguntó Alan con un tono de voz algo molesto.

- Alan, la verdad es que yo... yo nunca lo he hecho - le dije con timidez.

-¿Nunca has hecho qué? - preguntó confundido.

- Tú sabes... nunca he estado con un chico – enfaticé – Tengo miedo... no sé si querías acostarte conmigo con esto, pero definitivamente no pasará. No eres tú, es solo que no estoy lista aún

- Oh, Brenda, lo siento - me dijo tomando mis manos - No sabía que te sentías así. Por supuesto que no buscaba eso, sería lindo, pero no te voy a presionar

Me sentí aliviada al escuchar sus palabras y lo besé. Ahora comprendía lo difícil que era decirle a alguien que aún eres virgen.

Continuamos hablando de otras cosas durante varias horas, sentados frente a la fogata. Sin darme cuenta, me quedé dormida en sus brazos.