Capítulo 25: Debo alejarme de él
Narra Brenda
Confundida y enojada, no sabía qué hacer. Fui a un parque y me senté debajo de un árbol con ganas de llorar. Fue entonces cuando Anabela, mi nueva amiga o mejor dicho mi primera amiga, me encontró.
- ¿Te pasa algo? - preguntó preocupada.
- No me pasa nada - respondí cortante.
- Como que no, si estás llorando - dijo sentándose junto a mí.
- ¿Alguna vez te ha pasado que tienes un secreto que te hace feliz, pero que alguien empieza a sospechar y puede arruinar tu vida y la vida de alguien que quieres mucho si se enteran? - pregunté, tratando de explicarle mi situación.
- No, la verdad no - respondió abrazándome - Bueno, tampoco es que me haya enamorado de mi profesor.
- ¿Qué? - dije sorprendida.
- Lo sé desde que te cambiaste de clase... y se te nota el brillo en tus ojos cada vez que lo miras - dijo tomando mi mano.
- No... yo... como... - comencé a tartamudear sin llegar a ningún lado.
- Tranquila, no te preocupes. No voy a decir nada - dijo Anabela abrazándome.
- Bueno, se ve que tienes razón. Mis sentimientos son muy obvios porque Melody me lo acaba de insinuar - dije llorando.
- Tranquila, tranquila... No pasa nada si solo lo insinúa. No le van a creer si no tiene pruebas - trató de consolarme Anabela.
Al otro día, en la escuela, estaba en el receso hablando con Anabela cuando vi que Freeman venía caminando hacia nosotras. Él me vio y yo lo vi... nos vimos. Pero él notó que yo estaba con Anabela y se quería alejar.
- Ve con él, nos vemos después - dijo Anabela con una gran sonrisa.
Caminé un poco más rápido hacia donde estaba Alan.
- Qué gran sonrisa tienes - dijo él al verme.
- Así estoy cuando te veo. ¿Entramos al salón? - respondí, tratando de disimular mi nerviosismo.
Alan rozó mi mano con un poco de discreción.
En el salón
- Extraño tus besos - dijo él.
- Pero aquí no - le recordé.
- Ya lo sé, es solo que no sabes cuánto deseo tenerte en mis brazos - insistió él.
- ¿Mucho, mucho? - bromeé.
- Mucho, mucho, mucho. Te amo, novia mía - dijo Alan con una sonrisa.
- Estamos obsesionados con esto de llamarnos novios, ¿verdad? - reí.
- Es difícil superar algo así teniendo a alguien como tú - respondió él.
Quería besarlo ahí mismo, pero me detuve.
- Te besaría aquí mismo - dije sonriendo.
- Eso me encantaría
- Bueno, profesor, lo dejo para que reciba su clase
- Buen día, alumna
Salí del salón y fui a mis clases. Después de varias horas, la clase optativa se alargó y busqué a Anabela, pero ya había salido.
- La alumna preferida del profesor de Literatura ya se va, ¿no te acompañan, Brenda? - dijo Melody con una sonrisa maliciosa.
Decidí ignorarla y seguir caminando.
- ¿No me escuchaste? ¿Acaso el señor Freeman no te acompañará? - insistió.
Me quedé muda, pero decidí regresar y enfrentarla para evitar que siguiera armando escándalo.
- ¿Qué es lo que te pasa? ¿Por qué no me dejas en paz? - dije enojada.
- ¿Cuál es el problema? Yo solo te hice una pregunta - respondió ella.
- Pues no entiendo a qué te refieres. Si tanto quieres saber del profesor, ve y pregúntaselo tú - repliqué.
- Pero yo sé que no voy a obtener una mejor respuesta como la que voy a obtener si tú se lo preguntas - dijo Melody con voz elevada.
- ¿Qué estás insinuando? - pregunté.
- ¡Por favor, Brenda! Deja de hacerte la víctima, deja de ser hipócrita, deja de mentir - dijo ella, cada vez más alterada.
- Insisto, no sé de qué hablas - traté de mantener la calma.
- A ver si esto refresca tu memoria - dijo Melody sacando su celular y poniendo una grabación donde Alan y yo estábamos hablando.
- Extraño tus besos
- Pero aquí no
- Ya lo sé, es solo que no sabes cuánto deseo tenerte en mis brazos
- ¿Mucho, mucho?
- Mucho, mucho, mucho. Te amo, novia mía
- Estamos obsesionados con esto de llamarnos novios, ¿verdad?
- Es difícil superar algo así teniendo a alguien como tú
Terminó la grabación y Melody puso una cara de triunfo. Me sentí atrapada, no sabía cómo negarlo.
- ¿Y... vas a seguir negándolo? - dijo Melody con sarcasmo.
- ¿Qué es lo que quieres? - acepté mi derrota.
- No mucho, de hecho... - dijo ella.
- Entonces... ¿Qué es lo que quieres que haga? - pregunté.
- Primero quiero preguntarte... ¿Cómo es que alguien como tú logró conquistar ese bombón? - dijo Melody con un tono odioso.
- ¿Por qué? ¿Estás celosa porque me eligió a mí y no a ti? - respondí con seguridad.
- La verdad, sí... Tú eres tan insignificante - dijo Melody con desprecio.
- ¿Qué quieres a cambio de que cierres la boca? - pregunté.
- Aléjate de él... aléjate de Alan - exigió Melody.
- ¿Y tú qué ganas con eso? - cuestioné.
- Bueno, de hecho, no gano mucho, más que hacerte sufrir y eso me divierte - dijo Melody con una sonrisa de bruja - Además, evitaría que él arruine su vida con una insignificante como tú
- Eres una perra - dije sin temor.
- Hey, no he terminado. No me ofendas, la que gana eres tú - dijo Melody.
- ¿De qué hablas? - pregunté confundida.
- Bueno, si tú dejas de estar con él, yo borraré esta bonita conversación. Además, ni a ti ni a él les conviene que esto se sepa. Esto es peligroso para los dos. Pero eso ya lo sabes, así que ¿lo harás o no? - propuso Melody.
—Está bien, me alejaré de él —dije con un suspiro— Pero tienes que prometerme que cumplirás con tu palabra y que nadie más lo sabrá.
—Sabía que aceptarías —respondió Melody con una sonrisa triunfante—No te preocupes por nada más, yo me encargo.
No pude evitar sentirme humillada y traicionada. Melody había grabado una conversación privada entre Alan y yo, y ahora me estaba chantajeando para alejarme de él. No sabía qué más podía hacer, así que acepté su oferta.
—Te odio —dije con rabia antes de salir.
Corrí hasta el estacionamiento donde estaba mi auto, con la mente en blanco y el corazón roto. No sabía qué hacer, amaba a Alan con todo mi ser, pero no iba a permitir que Melody nos dañara. No iba a permitir que ella dañara a Alan. Me sentía confundida, enojada y triste, todo al mismo tiempo.
No podía ir a ningún lugar en el estado en que me encontraba. Esperé a que Melody se fuera y me quedé sentada en un lugar oscuro del estacionamiento, tratando de tranquilizarme. Pero estaba al borde de la histeria, y finalmente, no pude evitarlo y comencé a llorar.
Sentí una mano en mi hombro y me sobresalté. Era Alan. No quería verlo en ese estado, no quería que me viera llorar. Pero no pude contenerme, mi llanto se hizo aún más fuerte.