Beatriz se tensó. ¿Él quería que ella se quedara con él?
—Está bien, ¿quieres que encienda las luces? —preguntó Beatriz. La única fuente de luz en la habitación era el suave parpadeo del fuego de la chimenea.
—No.
—Emmm... de acuerdo —Beatriz tragó su aprensión, dando un paso hacia adelante preocupada.
—Ahh... ¿Estás bien? —preguntó Beatriz. No sabía por qué estaba sentado solo en la oscuridad a esta hora del día.
—Llevas gafas —susurró él en su lugar, ignorando su pregunta.
Un atisbo de diversión se percibía en su voz —No lo sabía.
Beatriz se subió las gafas mencionadas en su nariz y se encogió de hombros.
—Soy miope. Y no veo bien las cosas cuando está oscuro —Ella olvidó que había estado usando lentes de contacto cada vez que se encontraban.
Él sonrió con picardía —Es lindo.
Beatriz sonrió —No lo es, en realidad. De hecho, los chicos no se fijan en las chicas que llevan gafas. Todos quieren a las chicas sexis y calientes. Es duro —dijo con un suspiro, sentándose a su lado en el suelo.
Su boca se torció más en una sonrisa.
—Yo no soy un chico —dijo Damián, tomando un sorbo de la lata de cerveza que sostenía.
Beatriz exhaló bruscamente y asintió —Hmm, no lo eres.
—¿No puedes dormir? —él preguntó, tomando una de las cervezas de la mesa. Se la pasó a ella pero Beatriz negó con la cabeza.
—No mucho —Ella se ajustó el cárdigan alrededor, consciente de que no llevaba mucho debajo.
—¿Tú?
Él se encogió de hombros —No duermo mucho. Ni muy bien.
Beatriz frunció el ceño.
—¿Por qué no?
—Simplemente no —respondió secamente, tomando otro trago de su bebida.
—No necesito mucho de eso. Nunca lo he necesitado.
Luego inclinó la cabeza hacia ella y sonrió.
—¿Por qué dormir cuando se puede ganar dinero?
Beatriz soltó una risita a pesar de que una sonrisa se le escapaba por los labios.
—Pensarías que alguien tan rico como tú podría permitirse todo el sueño que quisiera. Después de todo, vienes de dinero antiguo y todo el mundo sabe lo rica que es tu familia. Dormir es importante porque si no duermes y te enfermas, no puedes disfrutar del dinero.
Él rió suavemente, sus ojos ámbar brillando y su rostro relajándose.
La visión y el sonido de ello le hicieron dar una voltereta a sus entrañas.
Damien era un hombre pecaminosamente guapo. Su risa lo hacía extremadamente devastador.
—Bueno, la vida es demasiado corta para pasarla todo en la cama durmiendo a menos que estés haciendo otras cosas —dijo Damián con voz ronca.
Beatriz frunció el ceño curiosamente hacia él,
—¿Aparte de dormir, qué otras cosas interesantes se pueden hacer en la cama? —preguntó.
Los ojos de Damián brillaron con diversión. Se giró hacia ella y pasó un pulgar por sus labios inferiores
—¿Por qué no te muestro? —musitó con voz ronca.
Su corazón latía fuertemente en su pecho y ella tragó nerviosamente.
Beatriz mordió su labio inferior y ladeó la cabeza en confusión.
—No hagas eso, Beatriz... joder —exclamó él casi... dolorosamente.
Un calor subió a sus mejillas y soltó su labio.
Damián la miró a los ojos con una intensidad abrasadora antes de exhalar ruidosamente como si estuviera cansado.
—Ve a dormir, Beatriz. Tuvimos un vuelo largo —le dijo.
Beatriz se sintió vacía por dentro por alguna razón no quería marcharse.
—¿Por qué... yo- —empezó a decir.
—Vuelve adentro, Beatriz —la interrumpió él—. Mi autocontrol no durará mucho más.
La comprensión se dibujó en Beatriz y se sonrojó roja de vergüenza.
Sin decir una palabra, se puso de pie precipitadamente.
Miró hacia abajo a él mientras él pasaba un brazo sobre sus ojos e inhalaba profundamente.
—Buenas noches, Damián —dijo en voz baja.