Ava tomó una respiración profunda antes de empujar la puerta de la habitación del hospital de Beatriz. Había estado temiendo esta visita, pero sabía que necesitaba ver a su amiga, para asegurarse de que estaba bien. Entró lentamente en la habitación, sus ojos escaneando la cama en busca de cualquier señal de movimiento.
—¿Bea? —llamó suavemente, su voz apenas un susurro.
Hubo un momento de silencio antes de que Beatriz se removiera, sus ojos parpadeando al abrirse mientras luchaba por sentarse. Ava se apresuró a su lado, colocando suavemente una mano sobre su hombro para ayudarla.
—Hey —dijo Beatriz, su voz débil pero llena de alivio—. Esperaba que vinieras.
Ava asintió, sus ojos llenándose de lágrimas mientras miraba a su amiga. El rostro de Beatriz estaba pálido y demacrado, su cuerpo aún débil por el trauma de haber sido disparada. Pero a pesar de todo, tenía una sonrisa en los labios.
—¿Cómo te sientes? —preguntó Ava, su voz temblorosa de emoción.