—Ah, jefe... no puede ser así... estoy casada.
—Te vistes tan sexy y vienes a solicitar para ser la secretaria del jefe, ¿no es acaso para seducirme? Pequeña, ¿por qué te da pena?
Nancy maldijo a esta bestia, es una lástima que sea un actor tan maravilloso si no se dedica al teatro.
Ya que él quería actuar, ella lo acompañaría.
Mordió su labio con una mirada difícil, las comisuras de sus ojos ligeramente rojas, luchando por repeler los movimientos de Miguel.
—Yo no... traté de seducir al jefe.
—¿No? ¿Cómo es que estás mojada? ¿Mmm?
Los dedos del hombre tocaron su clítoris a través de la ropa y presionaron fuerte para cortarla dos veces.
—Ah...
Las piernas de la secretaria se debilitaron y se desplomó justo sobre la mesa.
La mirada de Miguel se volvió aún más caliente, y sus grandes manos amasaron su trasero con aún más desenfreno.
—¿Por qué te bajas? ¿No es que quieres que toque tu culo, zorra?
Lo dijo y le dio una palmada en el trasero.
—Mmmmmm...