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—¡Ah!
—Al ver que había estado arrodillada por mucho tiempo y de repente se puso de pie así, sus rodillas estaban entumecidas y débiles, y estaba a punto de deslizarse incontrolablemente.
—Al ver que estaba a punto de deslizarse al suelo, Miguel la atrapó con rapidez y la sostuvo en sus brazos, apuntó a sus labios y la besó con fuerza.
—Sus labios eran dominantes y fuertes, y justo cuando estaban sobre los de ella, su lengua saltó, revolviéndose salvajemente en su boca, imitando la posición del coito, entrando y saliendo.
—La pequeña secretaria quedó aturdida por el beso, e inmediatamente después, sintió que el presidente la levantaba entera y entraba a la habitación interna en una esquina de la oficina, que era el salón del presidente.
—Una vez en la cama, bajó la mano y sujetó las manos de Nancy, y bajó la cabeza para besarla de nuevo.
—Nancy era revoloteada en el amor, y otra oleada de calor provenía de su pequeña concha.