Alfa Xaden la miró boquiabierto, incapaz de creer lo que veía en su espalda.
Las líneas eran oscuras y parecían haber estado en su espalda durante mucho tiempo.
Probablemente desde que era una niña.
Xaden observó con horror los contornos de las marcas que formaban círculos y figuras.
Había sido azotada.
Instantáneamente se sintió enfermo.
Se giró para buscar con la vista a Erik, que también había estado mirando la espalda expuesta en shock e incredulidad.
La sanadora era la única que miraba interesada.
Usó un instrumento para cortarle la nuca y luego verter en ella un pequeño frasco de ungüento.
Después siguió limpiándola.
—Esta marca es reciente —dijo la sanadora, mostrando el lugar donde había sido apuñalada—. Probablemente de hace menos de veinticuatro horas.
Entonces le golpeó a Xaden.
Debía haberse herido durante la lucha cuando fue tomada como rehén.
—No me di cuenta. Debió haber sucedido antes —respondió.
El hombre resopló y volvió al trabajo.