Punto de vista de Seraphina
El último mes fue una tortura. Me pasaba las noches acurrucada en un colchón mugriento, pensando en las caricias de Kit. Pensando en volver a abrazar a mi hija. La rabia interior me mantenía caliente. No sabía dónde estaba Kit, pero podía sentirlo.
El lazo que nos unía se hacía más fuerte cuanto más le echaba de menos. Quería tirar de él, con la esperanza de que lo sintiera cuando le tendiera la mano. Pero el vínculo no se había solidificado. No me había marcado. Cada vez que buscaba el vínculo, se me escapaba de las manos. Visible y sin cuerpo como el humo.
Sólo quería decirle que le quería. Demostrarle lo mucho que le echaba de menos.
Mi anillo zumbaba de poder, como si estuviera lleno hasta el borde, a punto de rebosar. Busqué la magia en mi sangre y el anillo tembló.
Cerrar.
Pero no lo suficiente para romper la maldición. Seguía atado a ella. La magia abrasaba mi carne, sin ningún lugar a donde ir.