*Eva*
Me quedé mirando la piedra que tenía en la mano. No sé cuánto tiempo estuve mirándola, pero tenía los ojos clavados en ella. No podía moverlos por más que lo intentaba. Anoche, sobre la mesilla de noche, noté que brillaba. Y esta mañana, mientras me preparaba para ir a trabajar, lo he vuelto a ver.
Cuando mi madre lo había llevado nunca brillaba así, así que me desconcertó un poco. Pero no importaba. Ahora era mío, donde legítimamente pertenecía, y nunca lo dejaría ir.
Que le den a Zander. Sólo esperaba poder evitarlo hasta que se olvidara de la pequeña bofetada.
¿A quién quería engañar? El hombre sabía guardar rencor y esto era algo que no se tomaría a la ligera. Al final me esperaba algún tipo de castigo. Pero si eso significaba que me quedaría con el collar de mi madre, que así fuera. Aceptaría todos los latigazos y azotes que tuviera a su disposición.
