Madalynn se rió de mi comentario, asintiendo con la cabeza: —Sí, es un día ocupado para mí.
Pensé que el recuerdo de la fiesta de compromiso de esta noche me rompería aún más, pero, curiosamente, no me afectó tanto como pensé que lo haría. Tal vez, finalmente me estaba acostumbrando a la angustia.
—Señorita Rosalie —me saludó la Beta de Romero—: Es un placer estar a su servicio.
Tenía sentimientos encontrados hacia él. La primera vez que nos vimos, irrumpió en mi habitación con Madalynn. Sin embargo, también fue él quien se disculpó en nombre de Romero y Madalynn.
—¿Puedo al menos saber tu nombre? —pregunté, girándome hacia él.
—Damian —respondió rápidamente, su mirada oscura recorriendo mi figura.
Asentí con la cabeza a modo de saludo: —Por favor llama a mi Rosalie.
El estampido del trueno sonó en la distancia. No cabía duda de que se acercaba una tormenta. Había oído que incluso podría haber inundaciones en el valle de la ciudad capital.