Los siguientes dos días pasaron como un torbellino, entre la prueba del vestido y la supervisión de los arreglos de última hora, Lacey no tenía mucho tiempo para nada. Luego llegó el día en que debía llegar su familia, el día antes de la boda.
Lacey había tratado de decirle a Julien que ella era la hijastra de Thorn Taregan y no su sangre, pero ambos estaban tan ocupados que no había tiempo.
—Julien, tengo que decirte algo antes de que lleguen —dijo Lacey, de pie junto a él en el vestíbulo, esperando la llegada de su familia.
—Okey. —Julien la miró y levantó una ceja—. ¿Qué es?
Entonces todo sucedió a la vez. Las limusinas de La Manada de Plata se detuvieron y Julien empujó la puerta seguido de Lacey. Cuando vio a su manada salir de las limusinas, todo su comportamiento, la falta de respeto y el desprecio por ella volvieron rápidamente. Pero Lacey había cambiado y no iba a permitir que su familia la tratara mal o se apropiara de su boda.