Lacey pasó el resto del día preparándose para la boda. Lacey se alegró de que Julien la hubiera entendido y la hubiera ayudado a superar la traición de su familia. Lo único que lamentaba era que su madre no estaría presente. Pero de nuevo, Lacey entendió por qué.
¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!
—¡Adelante! —Lacey gritó, con solo unas pocas horas para la boda, sus nervios estaban comenzando a sacar lo mejor de ella.
—¿Está la novia aquí? —Madame Pomeroy entró con una asistente con una larga cola de caballo rubia, muy maquillada y vestida con un traje formal, con una bolsa de ropa colgada de ambos brazos.
—Madame Pomeroy —Lacey se levantó de su asiento y le dio besos al aire en ambas mejillas—. Es un placer volver a verte. —Luego miró la funda del vestido—. ¿Es este?
La mujer asintió: —Sí, este es tu vestido de novia.