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Chapter 5 - Capítulo 3 : Querido Diario

"BITACORA — 29/JUN/21 — Mi nombre es Manuel Martínez, en la siguiente paginas plasmare mis vivencias a través de esto que parece ser el fin del mundo como lo conocemos, espero que esto me mantenga cuerdo y me ayude a sobrevivir.

Hace alrededor de 2 semanas una explosión sacudió el campus donde trabajaba, todo se volvió un caos y caí inconsciente. Desperté cubierto de una capa de ceniza endurecida 9 días después de la explosión, esto lo se gracias a que mi reloj digital no se dañó, mas no sé cómo sobreviví esa cantidad de tiempo sin comida ni agua por lo que tampoco puedo asegurar que la fecha sea correcta.

 Lo que sí puedo asegurar es que el mundo en que desperté es otro, todo está cubierto de piedra y escombros, como si la explosión hubiera petrificado todo a mi alrededor.

El panorama es como ver Pompeya: todo ser vivo, desde plantas hasta personas están petrificados con una gruesa capa de ceniza. No obstante, no soy el único que sobrevivió a la explosión, pero sí de los pocos que no fue asesinado.

Por todos lados hay unas extrañas criaturas humanoides de piedra, verdaderos monstruos que lo único que buscan es matar a cualquier ser humano que se crucen, no parecen hacerlo para alimentarse, solo atacan de manera violenta e indiscriminada con sus colmillos y garras hasta dejar sin vida a su víctima.

Sobreviví solo porque logre escapar y dejar atrás a otros quienes murieron brutalmente en mi lugar. No me siento orgulloso por mis acciones, pero no tenía opción.

Aun mantengo la esperanza de que alguien llegue a controlar la situación, pero no sé cuánto tiempo tenga que aguantar hasta que la ayuda o el ejercito arribe."

 

Leo con rapidez mientras menciono en voz alta lo más importante, cosas sobre el cómo sobrevive día a día, donde consigue comida y principalmente, como es traicionado múltiples veces hasta que se ve orillado a aislarse. Da muchos detalles de cada día, por lo que omito la mayoría.

 

 "BITACORA — 16/JUL/21 — No puedo confiar en nadie, los estudiantes a quienes ayude, pagaron mi amabilidad robándome todas mis cosas, incluyendo mi única arma… no era útil contra las estatuas, el ruido de los disparos solo las atraía, pero era mi única defensa contra otras personas y si algo he aprendido es que son igual de peligrosas que esas cosas."

 

"BITACORA — 21/JUL/21 — Recupere mi pistola. La recupere de esos bastardos, los idiotas salieron de noche, no es como si las estatuas actuaran diferente a esas horas, pero la falta de luz juega en nuestra contra.

Fueron emboscados y terminaron separándose. Uno se acercó a mi base sin notar mi presencia, no era mi intención golpearlo tan fuerte, no quería matarlo, pero no tenia de otra, el me robo primero.

Conseguí mi arma de vuelta asi como algunas de las cosas que me robaron, sin embargo, entre la oscuridad y la confusión fui rasguñado en un costado, no es algo serio pero duele mucho"

 

"BITACORA — 22/JUL/21 — Esas estatuas transmiten alguna especie de enfermedad, la herida de ayer paso a cubrirse por una capa de piedra y no tuve de otra más que arrancarme los pedazos con unas pinzas… el dolor fue indescriptible, pero me deshice de ellas"

 

"BITACORA — 24/JUL/21 — No importa cuantas veces intenta arrancar la piedra, esta vuelve a salir de mi herida y cada vez que lo hago se extiende más… tengo que encontrar otra solución"

 

"BITACORA — 28/JUL/21 — Pensé que ignorar la petrificación de mi herida sería una buena alternativa, pero ahora me doy cuenta que aun sin intentar arrancarla, esta se expande… lo hace más lento… pero lo hace"

 

"BITACORA — 09/AGO/21 — La escasez comida ya empezó a volverse un problema, no hay animales para cazar y las máquinas expendedoras no duraran para siempre. Lo mejor sería salir del campus y buscar en la ciudad, pero entre las estatuas y los sobrevivientes, salir por mi cuenta es un suicidio. Solo puedo esperar… esperar y sobrevivir.

 Si logro mantenerme con vida lo suficiente los demás morirán poco a poco dejando más recursos y menos amenazas"

 

"BITACORA — 23/AGO/21 — Hay un par de chicas en los alrededores, las he estado espiando y tienen bastante comida. Si estuviera en forma podría encargarme de ellas sin problema, pero la piedra que cubre casi todo mi costado me dificulta moverme, sumado a ello, puede que sea el hambre pero me quedo exhausto muy rápido haga lo que haga.

Si intento escabullirme en la noche podría robarles un poco de comida, no puede salir tan mal, después de todo, pese a mi condición son solo dos chicas indefensas.

Tengo hambre, tengo que hacerlo, tengo que velar por mi supervivencia… no es abusar, solo es sobrevivir."

 

"BITACORA — 25/AGO/21 — Intente robarles pero me descubrieron en cuanto me acerque… temí por mi vida pero resulto que eran dos exalumnas mías. Trataron mis heridas, me compartieron comida e incluso me ofrecieron quedarme con ellas, turnándonos para vigilar y asi poder dormir mejor.

Son muy ingenuas.

Le di un buen vistazo a la comida, apenas y nos duraría una semana… siendo objetivos, es mejor que uno pueda comer tres semanas a que tres mueran de hambre en una. La amabilidad ya no tiene cabida en esta situación."

 

"BITACORA — 27/AGO/21 — Fue como quitarle un dulce a un niño. Planeaba solo robarme la comida a escondidas, pero podrían ser una amenaza en el futuro. Me encargue de la primera con un par de golpes en la cabeza, ni siquiera supo que paso, no le di tiempo ni a despertarse, sin embargo, la otra si lo hizo a causa del ruido e intento defenderse, pero someterla no fue difícil.

Me sentí vivo por primera vez desde hace… años, este es un nuevo mundo, sin reglas, solo el más apto sobrevive, solo el más fuerte puede hacer su voluntad.

Si voy a morir tarde o temprano viviré haciendo lo que yo quiera… asi que sería una lástima matar a esta linda chica asi nada más cuando puedo…"

 

Cierro la bitácora de inmediato… no quiero seguir leyendo, esta persona… me da nauseas, no obstante, esta es nuestra única fuente de información, no me puedo dar el lujo de ignorarla, por lo que lo mejor que puedo hacer es saltarme un par de páginas muy desagradables y detalladas.

 

"BITACORA — 01/SEP/21 — Por culpa de esa maldita perra ahora tengo una bala enterrada en mi pierna… se logró desatar e intento matarme, pero lo único que hizo fue atraer a todas las estatuas del área. Logre huir antes de que nos rodearan pero ahora estoy sin refugio, sin comida y lleno de heridas que me causaron las estatuas mientras escapaba"

 

"BITACORA — 03/SEP/21 — Los rasguños y las mordidas se petrificaron demasiado rápido. Ahora que son tantas, podría jurar que puedo ver como expanden lentamente, para colmo, la herida de bala se infectó y la enfermería está muy lejos como para buscar antibióticos"

 

"BITACORA — 10/SEP/21 — Logre recuperar mi refugio… tras una semana las estatuas se dispersaron y pude subir a por mis cosas, entre ellas medicina… pero llegados a este punto no se si sirvan, mi pierna esta morada y la herida se ve asquerosa, apenas pude subir por la soga y no creo poder hacerlo una segunda vez… solo me queda aguantar aquí lo más que pueda"

 

"BITACORA — 15/SEP/21 — La petrificación avanzó mucho, ha cubierto más de la mitad de mi cuerpo, pero ni siquiera puedo pensar en ello, el dolor en la pierna me está matando, supongo que este es mi final"

 

"BITACORA — 18/SEP/21 — El dolor ceso, la petrificación alcanzo mi pierna, en parte es un alivio, aunque ahora ni siquiera puedo pararme, ni tampoco moverme para alcanzar la comida"

Con cada día que pasaba escribía más, supongo que era lo único que podía hacer, aunque progresivamente su letra empeoraba.

 No hay nada de información relevante pese a que son varias páginas, pero cuando menos me doy cuenta… estoy en la última anotación.

 

"BITACORA — 23/SEP/21 — Esta es mi despedida, solo me quedan mi mano y un pedazo de mi cara, para mañana no quedara ni eso. Estoy preparado para morir y si alguien lee esto… un solo consejo, ya no existe espacio para la solidaridad, sobrevivir es ser egoísta, los demás son un estorbo."

 

Lo primero que pienso es que son unas últimas palabras muy amargas… pero justo al pie de página, hay algo casi ilegible.

 

"N o qui er omo ri ay uda ayu dnm e"

 

—Eso fue… tétrico —dice Rubén una vez que termino de leer.

—Al menos ahora sabemos que estamos a finales de septiembre o inicios de octubre —dice Santiago aun procesando todo.

—Y que esa cosa de ahí… era una persona…

Miro de reojo a quien fue Manuel Martínez, es difícil pensar que estaba vivo… pero también es difícil sentir empatía tras saber los horrores que hizo. Un brillo en su muñeca llama mi atención, al recorrer un poco su roída manga, veo el reloj digital que mencionaba.

—Parece que aun sirve —digo mientras se lo quito—, dice que hoy es…. 24… de septiembre…

—¿Cuál era la última fecha…? —pregunta Santiago pálido.

—23…

—Él nos escuchó —dice Rubén rompiendo el silencio—, aún estaba vivo cuando llegamos, esa última frase parece que fue su única manera de rogar por auxilio.

—Es… espeluznante que haya estado vivo justo arriba de nosotros y no nos hayamos dado cuenta… —digo mientras siento un escalofrió al recordar los ruidos de ayer en la noche.

—No hubiéramos podido cambiar nada… —añade Santiago mientras de reojo mira la pierna de Rubén—, la petrificación lo consumió… no sabemos si se expande con el tiempo o por recibir más heridas… pero… ya sabemos cómo termina.

—Eso no cambia nada —contesta Rubén despreocupado—, el plan sigue siendo sobrevivir y encontrar una cura, ahora sabemos que tenemos tiempo límite, pero nada que no podamos superar.

—Si… tienes razón —le responde Santiago sin compartir su optimismo y relajación.

Rubén se acerca a mí pidiéndome el diario, se lo entrego sin pensarlo mucho y de la nada empieza a destruirlo.

—¿¡Pero qué haces!? —lo cuestiono confundido.

—Pues… arrancar las hojas…

—Pero… ¿Porque?

—Porque quiero un diario, me gustó su idea, plasmar nuestro camino al descubrimiento de una cura y a la salvación del mundo.

—Es el diario de un difunto, no deberías… no sé, ¿tener más respeto por él? —le pregunto no muy convencido de mis propias palabras.

—Marcos, era una basura de persona y un abusador, en lo que a mí respecta merecía lo que le paso —exclama sin tapujos.

—Si pero… es raro, aunque supongo que de todos modos estamos adueñándonos de todo lo demás…

—Exacto, ahora, ¿Cómo debería iniciar mi diario? —pregunta mientras toma una pluma—. "Querido diario, a partir de hoy, yo, Rubén Vázquez Miller, escribiré…"

Algo cruje de manera tétrica en el lugar poniéndonos los nervios de punta.

—¿Oyeron eso…? —les susurro a ambos mientras intercambiamos miradas entre nosotros.

El extraño sonido se repite. No viene de afuera, tampoco del techo, ni del suelo… viene de… de la estatua petrificada. No se movió ni un centímetro… pero aun asi una grieta extraña apareció en su rostro.

—¿Aún está… vivo…? —murmura Santiago.

—No puede ser… —niego acercándome con intriga a esa cosa—, puede que por sí sola se esté desmoronan…

¡¡¡Crack!!!

Antes de que pueda finalizar mi oración la estatua se resquebraja por completo. Como si hubiera estado atrapado dentro de un cascaron uno de esos monstruos aparece debajo de la capa de piedra lisa que yace hecha polvo en suelo. En cuestión de milisegundos tengo frente a mí los terroríficos y afilados dientes de esa cosa centímetros de mi cara.

Mi cuerpo se mueve por su cuenta, al intentar retroceder en cuclillas solo logro perder el equilibrio y ante la inminente mordida interpongo mi brazo derecho.

Los colmillos de esa cosa rasgando mi piel y enterrándose en mis músculos me causan un dolor tan agudo que me es imposible contener mis gritos de sufrimiento.

Me veo tan abrumado por el susto y el dolor que para cuando menos me doy cuenta esa cosa ya no está sobre mí, en cambio, veo a Rubén con una respiración agitada forcejeando para mantener al monstruo inmovilizado aplastándolo con su maza.

—¡Levántate! ¡Salgamos de aquí! —me grita Santiago con terror jalándome de la camisa.

Aun en shock ignoro mi brazo ensangrentando y solo corro hacia la puerta junto a él lo más rápido que puedo.

—¡Tú también! —jalonea a Rubén de la misma manera quien estaba empecinado en seguir forcejeando.

En cuanto cerramos la puerta la embestida de esa cosa no se deja esperar, agrietando desde la unión de las bisagras hasta el propio marco. Los tres nos atrincheramos contra la pared sin pensarlo, en un, no sé qué tan inteligente, intento de evitar que esa cosa salga.

—¡Hay que correr! —exclama Santiago desesperado.

—¡Hay que pelear! —replica Rubén.

—No seas idiota, no podemos contra esa cosa —le grita en respuesta.

—Entonces hay que… inmovilizarlo —insiste.

—No tenemos nada que pueda con esa… —un potente golpe a la puerta interrumpe a Santiago.

—¡La ventana! —exclamo—. Lo podemos tirar por la que está en la oficina.

—¿Cómo planeas hacer retroceder a esa cosa hasta la otra pared? —refuta Santiago cada vez con más pánico.

—¡Entonces que sea por la de aquí!—señalo la que tenemos al lado.

—¡Es igual de peligroso! —dice Santiago.

—Es el mejor plan.

—Estoy con Marcos, esa cosa nos alcanzara si corremos —añade Rubén a mi favor.

—Pero…

—Rubén, abramos la puerta a mi señal, justo antes de que esa cosa la embista —le doy indicaciones ignorando las réplicas de Santiago mientras me acerco al ventanal envolviendo mi brazo ensangrentado en varias capas de tela desperdigada por el suelo—, tras eso lo empujaremos.

—Entendido —asiente.

—A mi señal —le indico nuevamente. Un golpe contra la puerta… un par de segundos y… — ¡Ahora!

Rubén abre la puerta dejándolo salir y correr hasta estrellarse contra la puerta de enfrente.

—¡Atrás! —grita Rubén abanicando su maza con fuerza suficiente para que dé un golpe haga retroceder a esa cosa casi hasta la ventana.

Aprovechando el momento ambos lo empujamos, él con su maza de por medio y yo con la improvisada protección de tela en mi brazo, no obstante, una vez contra la ventana esa cosa se aferra al marco con ímpetu. Aun con toda nuestra fuerza somos incapaces de hacer que se suelte y si cedemos un solo segundo estoy seguro de esa cosa se zafara de nosotros.

—¡Santiago! ¡Rápido! ¡Dame el busto de metal! —le grito señalándolo en el suelo cerca de él.

Con miedo y con un movimiento torpe me lo entrega en la mano y acto seguido empiezo a dar un golpe tras otro en la cara de esa cosa creando fisuras en su cráneo. Con cada impacto su fuerza empieza a ceder hasta que suelta el marco y logramos sacarlo por la ventana.

Vemos como se estrella contra el suelo, se queda inmóvil unos segundos y… como era de esperar, empieza a retorcerse y dar señales de… ¿Vida? No sé cómo llamarlo.

Rubén y yo caemos rendidos al suelo intentando recuperar el aliento. Con mi mente calmándose progresivamente empiezo a hacerme más consciente del dolor en mi brazo por lo que empiezo a desenvolverlo para ver qué tan fea es la herida.

—Esa es mucha sangre, tenemos que hacer algo —dice Rubén angustiado al ver las piezas de tela teñidas de rojo.

—El sangrado parara solo… —dice Santiago sentado y en shock—, se petrificara…

—Aun asi —insiste rebuscando la playera más limpia para ponerla sobre mi herida y hacer presión… quizá demasiada.

—Estaré bien… —le digo dándole unas palmadas para que se detenga.

—No Marcos, es peligroso dejar la herida así —Rubén ignora mis palabras y las de Santiago con una expresión de angustia—, hay que bajar y limpiarla, si se infecta y luego se petrifica no sabemos si será peor.

—Está bien, está bien, pero deja que yo me encargue… pero… gracias —le agradezco.

—A diferencia de lo que ese hombre dijo, tenemos que cuidarnos y pensar en nosotros como equipo —añade con sinceridad.

 

Bajamos de vuelta para limpiar la herida con un poco de agua, aprovechando para llevar con nosotros un par de cajas, en especial las que tiene comida, por suerte con lo que hay en ellas tendremos para un par de días.

 

—Ahora estamos seguros de que a esas cosas… no las podemos enfrentar —exclama Santiago con desgana mientras comemos—, con suficientes heridas terminaremos como… él.

Un silencio incomodo se cierne sobre los tres, Rubén y yo ya tenemos heridas petrificadas… ya tenemos el tiempo contado si no hacemos algo.

—Si alguno de ustedes se convierte en una de esas cosas los matare —Santiago y yo nos quedamos en silencio, consternados por su afirmación tan… cruda—, no sé cómo se mata a una de esas cosas, pero me asegurare de ello.

—Eso no es reconfortante… —responde Santiago.

—¿No? Es para que no se preocupen… digo, si yo me convierto en algo así preferiría morir, no quiero rondar por ahí atacando a otros —nos explica—, sería muy feo, imagínense que esas cosas aun mantengan algo de consciencia, aparte, el simple hecho de que mi cuerpo se convierta en eso… puaj, yo no quiero terminar asi y si alguien me mata, prefiero que sea un amigo.

No puedo evitar reír un poco al escuchar su lógica, ya que a su extraña manera solo está hablando de misericordia.

—Entonces… ¿Si me convierto en eso ustedes podrían matarme? —pregunta Rubén, pero no en juego o con su usual tono, sino con un… atisbo de tristeza. Parece que realmente teme a tener ese final.

—No lo sé… de por si es difícil lidiar con esas cosas… y tu mides casi 2 metros, no sé cómo…

—Si —afirmo interrumpiendo a Santiago—, lo prometo Rubén, encontraremos la manera, pero no pensemos en ello, es mejor buscar una cura.

Evito ver mi brazo mientras lo digo, para este momento las heridas ya fueron sustituidas por costras de piedra.

—Tienes razón hermano, los 3 salvaremos el mundo.

—Tampoco te vayas tan lejos, primero salvémonos nosotros —le contesto riendo por su positividad excesiva.

 

Después de comer y racionar la comida para los siguientes días bajamos las cajas restantes, entre ellas algunas cosas podremos usarlas como armas y por suerte hay ropa para reemplazar estos harapos que llevamos.

 Al final del día y con los últimos rayos de luz, veo a Rubén recostarse mientras escribe en su diario, parece que hablaba en serio sobre ello. Santiago ya está completamente dormido, supongo que hoy pasaremos la noche al lado de la hoguera, ciertamente es más cómoda esta sala que la oficina, aunque el agujero del techo deja entrar un poco de frio.

Me acomodo en el suelo y me empiezo a preguntar cómo le haremos para salir de esto, de donde sacaremos comida cuando se nos acabe, cual es el siguiente paso…

En algún momento un pensamiento sobre el paradero de mi padre cruza mi mente antes de caer dormido.