🌹RITSU ZURUMI🌹
Mi mano se colocó encima de algo suave y caliente a la vez, mi respiración comenzaba a agitarse en el momento que se escuchó unos golpes que venían de la puerta de mi oficina.
—Emm... ¿Señorita Ritsu? ¿Está libre? Necesito que firme unos papeles para enviarlos al otro departamento —logre escuchar de aquella voz masculina que venía de afuera de mi oficina.
—Aaaahh.... S-sii... saldré en unos minutos... —apenas pude responderle.
Estaba sentada en mi silla, detrás de mi escritorio, con la espalda reclinada. Las palabras las dije al aire, ya que estaba muy alejada de la puerta, y no podía verla de frente. Tenía un cuerpo alto y curvado en algunas partes, frente a mí. O más bien sobre mí.
Ese cuerpo que se movía de arriba a abajo y tenía sus manos apoyadas en mis hombros. Aquella persona tenía la falda levantada por arriba de la cintura, la camisa la llevaba desabotonada así que se podía ver como esos grandes pechos se movían de arriba a abajo, al ritmo de los saltos que daba esta mujer sobre mí.
—Aahhhh~ Aaahhhh...~ ¿Unos minutos?~ Mmmhhh~ debiste haberle dicho unas horas~
Aquella mujer sonrió de forma divertida frente a mí, mientras continuaba saltando sobre mi cuerpo. Sus gemidos iban aumentando poco a poco mientras sus caderas continuaban subiendo más y más su ritmo. La mujer llevó sus manos a mi espalda y se acercó más a mi cuerpo, causando que nuestros pechos se presionen, y quede pegada a su rostro.
—Aahhhh~ Cariño~ no podemos estar así por horas... debemos continuar con el trabajo... Aaahhhggg~ Además... —trataba de decir con esfuerzo.
—¡Que me importa el trabajo! ¡Quiero que me folles sin parar! ¡¡AAAHHHH!!~ ¡¡Vamos Ritsu!! Mmmhhhgg~ ¡dámelo todo o si no yo te lo quitaré a la fuerza! —expreso con un tono amenazante y dominante en medio de los gemidos y la lujuria.
Ella tenía la boca abierta, sabia lo que quería. Abrí un poco mi boca y saque mi lengua bífida, la cual se acercó a la lengua de la mujer y la envolvió con fuerza. De inmediato ambas unimos nuestras bocas y comencé a succionar su lengua con esfuerzo, para luego besarnos de una manera tan intensa y apasionada como una humana y una succubo podían hacerlo.
La mujer me abrazo con más fuerza mientras nos besábamos, sus manos recorrían mi espalda y rozaban el inicio de mis alas. Luego iban a mi cabeza y acariciaban mis cuernos de succubo sin separarse del beso. Sus caderas se movían más y más rápido, pidiéndome más de esto. La silla donde estaba sentada rechinaba cada vez más por los saltos de la mujer que se encontraba sobre mí.
Era imposible controlar el afrodisiaco que salía de mi cuerpo, todas las succubos producían un potente afrodisiaco cuando estaban en el acto sexual. Lo que volvía incontrolables y ninfómanas a sus parejas si estas no lo controlaban bien. Solo las más adultas y experimentadas succubos llegaban a controlar el afrodisiaco a su antojo. Aunque fuese una succubo adulto, aún no llegaba a controlar por completo esta feromona, pero si me concentraba un poco podía controlar la cantidad que emanaba de mi cuerpo.
Aquella mujer, que se trataba nada más que mi esposa, estaba completamente sumida en el afrodisiaco que emanaba mi cuerpo. Ella se movía de tal manera pidiéndome más y más sexo. Nuestros pechos cada vez se frotaban con más fuerza y poco a poco comencé a perder el control. Con ambas manos tome el trasero de mi mujer y, clavándole mis garras, la levante con fuerza llevándola a mi escritorio. Me levante de mi silla y di unos cuantos pasos al frente, deje a mi esposa sentada sobre mi escritorio y ella se recostó sobre este, dejando caer varios papeles y cuadernos al suelo.
Me esposa ya sabia mis intensiones, por lo que solo abrió sus piernas y yo tome su cintura, acercándola a mí. El miembro que tenía entre mis piernas palpitaba demasiado fuerte, de un solo movimiento se lo metí en la intimidad de mi esposa y comencé a penetrarla de una manera fuerte y rápida, con un ritmo constante como había hecho ella hace unos momentos mientras saltaba sobre mí.
—¡¡Aaaahhhh!!~ ¡¡Siii!!~ ¡¡assii Ritsu, cariño!!~~ ¡Mmmmggghhh!~ ¡¡no pares!! ¡¡AAAHHGGG!!~ ¡¡ME ENCANTA!!~ —ella comenzó a gemir con más fuerza sin controlarse debido a mis fuertes embestidas.
—¡¡Dioss!! ¡¡Miyako!!~ ¡¡Aaahhggg!!~ te ves tan sexy y tan...~ Mmmggghhh~~ ¡¡no puedo contenerme más!!~
Ver esos grandes pechos saltar con fuerza debido a mis embestidas me volvía loca. Mi cola de succubo se movió y fue directo a sus pechos para atraparlos y apretarlos con fuerza. Mi escritorio comenzaba a moverse, debido al cuerpo de mi esposa que se movía de adelante a atrás. Ambas gemíamos con fuerza, olvidando que estábamos en mi oficina y que detrás de aquella puerta estaban todos nuestros compañeros de trabajo que fácilmente podrían estar escuchándonos.
A Miyako no le importaba, estaba sumida en el afrodisiaco que había entrado en su cuerpo. Y yo me dejé seducir por ese sensual y voluptuoso cuerpo, dejándome llevar por mis instintos naturales de succubo.
—¡¡Más!!~ ¡¡Maaasss!!~ ¡¡AAAGGHHHH!!~ ¡¡DAME TODO AMOR!!~ ¡¡Quiero tenerlo todo adentro!!~ ¡¡por favor no pares!!~ AAAAYYYY~ ¡¡SSIIII!!~
Miyako arqueo su espalda, mi miembro palpitaba sin parar y las paredes vaginales de mi esposa me apretaban con mucha fuerza. Estuve embistiéndola de la forma más fuerte y rápida por dos minutos seguidos hasta que sentí como mi miembro explotaba. Llegue a sacarlo de la vagina de mi esposa y deje que se corriera encima de su abdomen, salpicando un poco su falda.
Ambas respirábamos agitadas, el miembro poco a poco se desvanecía mientras Miyako volvía a recomponerse luego de tan intenso sexo.
—Aaahhh... aahhh.... ¿Por qué? Yo lo quería adentro... —escuche quejarse a Miyako.
Aquel semen de succubo estaba encima de su vientre. Reuní un poco del semen demoniaco con mi dedo y se lo llevé a su boca para que lo saborease.
—Ya hablamos de eso Miyako, es peligroso venirse dentro en estas fechas. Además... ya tenemos suficiente con nuestras 3 hijas, aún es muy temprano para tener más —le dije para tratar de calmarla.
Mi esposa abrió su boca para chupar mi dedo y saborear el semen con su lengua. Cuando estuve por apartar mi mano ella tomó mi muñeca, evitando que me alejara. Continuó chupando mi dedo de una forma más intensa y lujuriosa, como si se tratara de otra cosa.
Ver aquello era algo que me excitaba bastante, sin darme cuenta comencé a emitir más de ese afrodisiaco y Miyako volvió a inquietarse. Había olvidado que ella aún no había tenido su orgasmo, por lo que seguía excitada. Y darle más de ese afrodisiaco empeoraba las cosas, si seguíamos en la oficina y no en nuestra casa.
—Amor... ya debemos parar... tenemos trabajo que hacer, además...
Ella se levantó de mi escritorio y comenzó a besarme de manera apasionada y desesperada. Era un beso demasiado provocador, tanto que lograba excitarme cada vez más. Una de sus manos bajo a mi intimidad y de inmediato metió dos de sus dedos para comenzar a masturbarme. Trate de controlarme, me concentre y controle mi cuerpo. El afrodisiaco dejo de salir en cantidades grandes y se esparcía en mi oficina con menos intensidad, tal vez de esta manera no lograría excitar más a Miyako luego que tuviera su orgasmo.
—Muy bien amor, solo una más, pero que sea la última, ¿si? Debemos volver al trabajo —le dije de forma calmada.
Ella me miro con una sonrisa victoriosa, como una niña que haya conseguido el capricho de sus padres.
—No te aseguro nada amor —me respondió mi esposa con un tono ansioso.
Lleve mi mano al cajón de mi escritorio, Miyako comenzó a desabotonar mi camisa y llevo su boca a mis pechos para chuparlos. Del segundo cajón al fondo saqué un juguete largo y grueso, uno que solíamos usar ambas en estos momentos. Cuando Miyako lo vio sonrió y se bajó de mi escritorio, para lo que íbamos a hacer con ese juguete necesitábamos más espacio.
Ambas nos dirigimos al sofá que estaba a un costado de mi oficina, un sofá que usaban mis compañeros de trabajo para esperar si yo tuviera mucho trabajo y alguien necesitara mi ayuda.
Miyako se sentó a un lado y abrió sus piernas, yo me senté al otro lado del sofá e hice lo mismo. Primero comencé a meter el juguete dentro de la vagina de mi esposa, ella respondió con algunos jadeos. Cuando ya tenía la mitad dentro fue mi turno de meterme el juguete, acerque mis caderas y comencé a metérmelo hasta que desapareció completamente.
Cuando ya lo teníamos dentro ambas comenzamos a movernos y nuestros gemidos no tardaron en salir de nuestras bocas. Aquel dildo empezó a penetrarnos a las dos a medida que nosotras nos movíamos y empujábamos nuestras caderas sobre la otra.
Pasaron unos minutos y cada vez íbamos más y más rápido, el sofá comenzó a rechinar un poco y nuestros gemidos se hacían más fuertes. Mis alas se extendieron y aletearon levemente por el placer que sentía, los pechos de ambas subían y bajaban rápidamente debido a nuestros movimientos.
Sentíamos como nuestras vaginas se rozaban con fuerza, algo que nos daba más placer. Era como si estuviéramos haciendo unas tijeras lésbicas, pero no se veía como el dildo estaba en el interior de ambas y nos penetraba con tanta fuerza como nuestros saltos.
—Señorita Ritsu, ¿ya está libre? Necesito llevar estos documentos al otro departamento rápido —volvió a escucharse aquella voz masculina de mi compañero de trabajo detrás de la puerta.
—Aaahhhh..~ Sii...~ ya salgo... solo... Mmhhh~ dame unos minutos que termino con un trabajo...~ —me mordí los labios para evitar soltar más gemidos mientras mi cuerpo se movía al ritmo de mi esposa.
—Está bien, pero apúrese, ¿si? El jefe me lo está pidiendo con urgencia y si no se lo llevo podría...
Deje de prestarle atención a esa voz, Miyako había tomado mis hombros y me acerco a ella para besarme de forma intensa, seguimos follando con mi compañero del trabajo hablándome detrás de la puerta. Las dos nos movíamos sin parar y parecía que mi esposa comenzaba a intensificar más empujones con sus caderas.
—¿Así que esto es solo un trabajo para ti? —pregunto Miyako después de beso sin parar de moverse.
—Aaahhh~ N-no...~ sabes que no puedo decirl-... ¡Aaahhgggg!~
Ella comenzó a moverse más rápido, parecía haberle molestado mi respuesta y quería darme un castigo. Poco a poco me fue empujando hasta que quede recostada sobre el sillón, apoyada en mi antebrazo. Miyako se acomodó encima mío y comenzó a saltar de manera descontrolada y con mucha fuerza.
El dildo era un sin fin de metidas y sacadas, ambas disfrutábamos al máximo del sexo. El sensual y voluptuoso cuerpo de mi esposa saltando encima mío de forma desesperada me volvía loca. Estuvimos unos 15 minutos en esa posición hasta que ambas nos corrimos juntas. Nuestros orgasmos habían manchado parte del sofá.
Mientras nos recuperábamos comencé a acomodar las cosas, pero Miyako aún quería seguir, estaba segura de haber controlado mi afrodisiaco para no causarle más excitación a mi esposa. Era difícil detenerla cuando estaba tan excitada, ella sabía como provocarme de tantas maneras.
Ahora era mi turno de castigarla, la lleve a mi escritorio y la apoye sobre este, dejando su cintura libre, mis manos tomaron sus hombros y la recostaron boca abajo sobre mi escritorio, tirando el resto de cuadernos y lapiceras que había sobre el mueble. Dejando a mi esposa con las caderas libres, y sus pechos pegados mi escritorio.
Me metí la mitad del dildo y luego le metí la otra mitad a ella, desde el inicio comencé a embestirla con mucha fuerza e intensidad. Mis manos sostuvieron con fuerza su cintura para mantenerla firme, mientras mi cadera chocaba con fuerza contra el trasero de Miyako.
Ella no tardo en comenzar a gemir y yo continué follándola de una manera intensa y rápida, para darle el mayor placer que mi mujer se merecía.
—¡¡Aahhggg!!~ Siii~ ¡Asii!~ Mmmgghhh~ Massss~ ¡¡No pares!!~ ¡¡Aaayyy!!~ Sii~ Asii me gusta~ ¡¡AAAHHGGG!!~ ¡¡SIGUEE!!~ ¡¡NO PARESSS!!~
Seguí follándola de esa manera, yo también disfrutaba, ya que el dildo nos penetraba a ambas, pero Miyako era la que más disfrutaba. Sus pechos se presionaban contra la madera de mi escritorio y causaban que este se moviera con cada embestida que le daba.
Mi compañero volvió a llamarme y a tocar la puerta, pero esta vez lo ignoré, estaba demasiado ocupada complaciendo y follando a mi esposa. Mi cola de succubo se movió en zic zac y fue a parar a la boca de Miyako para callarla, los gemidos que ella hacía eran muy fuertes.
Estuvimos otros 20 minutos así hasta que volvimos a corrernos ambas, esta vez más agotadas que antes. Me senté de golpe en mi silla y mi esposa se quedó recostada en mi escritorio en la misma posición, con su buen trasero viéndose al completo frente a mí, mientras dejábamos que nuestros fluidos salieran y cayeran en el suelo.
Nos tomó otros 5 minutos recuperarnos y acomodar nuestras ropas, agradecí que Miyako se haya quedado satisfecha y haber podido controlar mi afrodisiaco. Yo fui la primera en terminar de arreglarme. Me volví a poner mi camisa y mi falda, antes de ir a la puerta acomode mi cabello y me seque las gotas de sudor con un pañuelo.
—Tú quedate aquí un momento y acomoda todo, ¿si? Yo iré a ayudar a ese patán que nos interrumpía. ¡Ah! Y no salgas después de un rato, sería sospechoso si te vieran salir después de mí.
—Está bien cariño~, pero faltan tus... —mi esposa señalo mis alas y mis partes de succubo que aún se veían por encima de mi ropa.
Cerré los ojos y las partes de succubo comenzaron a brillar con fuerza, unos segundos después estos habían desaparecido y volvía a tener mi forma humana para que nadie sospechara nada. Le lancé un beso a mi mujer y salí de la oficina, con una sonrisa complacida luego del sexo intenso que ella me había dado.
—A ver Ernesto, ¿Qué es lo que querías que firmase? —grite con tono molesto luego de cerrar la puerta de mi oficina.