—...Me gusta quedarme en tu casa y amo las comidas que cocina tu madre. Ya ves, ahorra dinero y problemas. ¿No es genial? —dijo él.
Eve Thompson continuó ignorándolo.
Anthony Charlie giró levemente hacia el borde del coche y cortésmente le abrió la puerta a ella:
—Sube.
Eve avanzó un par de pasos y antes de que pudiera subirse al coche, Irvin Sharman, con el incidente anterior de haber sido dejado atrás en su mente, fue el primero en entrar. Para colmo, se jactó:
—Ahora no puedes simplemente dejarme atrás, ¿verdad?
Pobre cosa, antes de que sus palabras apenas se asentaran, vio una leve elevación de los labios de Anthony seguida rápidamente por el estruendo del portazo del coche.
Instintivamente Irvin intentó abrir la puerta del coche, solo para escuchar un clic mientras el conductor la cerraba con llave desde el frente. El conductor giró la cabeza y le dio a Irvin una sonrisa dentuda y brillante bajo la luz de la luna:
—¡Señor Sharman, tanto tiempo sin vernos! —dijo.
