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Iris Thompson apretó los puños mientras pensaba en ello.
Mientras miraba fijamente al vacío, sumida en sus pensamientos, algunos de sus compañeros de clase parecían notarla. Alguien preguntó:
—Oye, ¿por qué no te has marchado todavía?
Iris Thompson salió de su ensimismamiento, caminó hacia fuera y entró en el ascensor.
Pero sus oídos seguían atentos.
Como era de esperar, esos compañeros seguían comentando:
—Pero la reunión de la última vez fue bastante rara. Escuché que el señor Charlie incluso intervino para ayudarla, dándole su apoyo... Las mujeres, como era de esperarse, tienen que depender de su apariencia...
—Sin la marca de nacimiento, realmente ha cambiado mucho, y parece que su personalidad también ha cambiado. Solía ser como una muda hasta ahora, pero ¿quién se atreve a molestarla ahora?
—Exactamente...
El resto de la conversación se fue desvaneciendo poco a poco, acompañando al ascensor a medida que bajaba y las puertas se cerraban.
