—¡Tú puedes, Majorie! Ay, estoy tan orgullosa de ti—exclama Celica sin dejarme escapar de sus brazos.
—No puedo… respirar…
—Ups, lo siento—dice ella tan pronto se percata de que me está asfixiando.
Una vez recuperado el oxígeno, sacudo mi cabeza y sonrío. Baldwin me pasa mi bosa con el equipaje que preparé. Los observo una última vez antes de despedirme.
—Supongo que es un adiós—comento con pesar.
—Al menos hasta la siguiente fase Seca—añade Baldwin.
Será la primera vez que pase tanto tiempo lejos de la familia real, y esta vez será en la academia Vaumose. Tanto mi padre como mi madre estuvieron sumamente preocupados durante años acerca de la idea de dejarme dar mis primeros pasos en la sociedad. Sé que soy temida, y eso me pone nerviosa.
Celica y Arthur fueron quienes los convencieron para que dejara de tener clases particulares con el señor Bowyar y en cambio estudiara como el resto de personas de la primera capa. Esto supone un enorme reto social para mí, pues no tengo idea de qué clase de recibimiento voy a tener por parte del resto de alumnos. Respiro un poco antes de bajar del carruaje junto con mi equipaje.
—Y no te preocupes por Princesita de algodón, voy a registrarlo en el establo de la escuela a tu nombre, por si lo necesitas—avisa Baldwin, bajando también.
Oh, él se refiere a uno de los unicornios que me obsequiaron hace años, durante mi primer cumpleaños. Prácticamente tenemos la misma edad, y acostumbro a montarlo para pasear por los exteriores del castillo.
—Te lo agradezco mucho, a los dos. Yo… iré adentro para hacer lo que sea que tenga que hacer—respondo dedicándoles una última mirada.
Celica y Baldwin alzan la mano en señal de despedida. Sí, todo va a estar bien, solo será un curso, podré regresar al castillo un tiempo durante la próxima fase Seca. Doce largos selenios, pero estoy segura de que puedo lidiar con esto. Además, no debe ser muy diferente a la escuela donde iba, solo tengo que imaginar que habrá dragones y magos, sí, mucho mejor.
Camino por el largo sendero de la escuela, iluminado únicamente por las enredaderas bioluiminicentes y algunos cuantos faros de velas. Luego de un par de minutos por fin llego a la infraestructura de la escuela. Tanto de lejos como de cerca luce similar al castillo real, pero también puedo decir que tiene su propio encanto. Justo en la puerta principal, la cual está adornada con lindos detalles dorados, se encuentra el director Fernarge, quien me da la bienvenida.
—Majestad, la estábamos esperando—hace una leve reverencia.
—Muchas gracias, estoy muy agradecida de que mi solicitud haya tenido una respuesta favorable—respondo al instante.
Cuando mi padre Edmund solicitó mi inscripción a la academia Vaumouse, supe que hubo un par de disputas entre quienes tomaron la decisión, problemas que derivan de mi maldición. Algunos no estaban de acuerdo con mezclar a los estudiantes con una "potencial amenaza", como ellos me llaman. Al final y después de mucha discusión, se resolvió a mi favor.
—Espero que sepa que pese a su condición, espero un comportamiento de su parte igual de admirable que sus hermanos, señorita Vawdrey—advierte dando la vuelta.
—Daré mi mejor esfuerzo por superar sus expectativas, señor—intento esconder mi nerviosismo.
Él asiente y comienza a caminar hacia el interior de la escuela. A diferencia de una gran parte del exterior de jardín delantero, dentro hay mucha más iluminación cálida, aunque sigue teniendo esos tonos débiles que me recuerdan que estoy en un lugar bajo tierra. Extraño mucho mi antiguo mundo, de vez en cuando lloro recordando a mi familia y amigos que tenía antes. Me sofoca la idea de que es imposible regresar o despedirme de ellos apropiadamente, pues esta es mi realidad ahora.
Las palabras del director me regresan a la realidad, alejándome de mis pensamientos profundos.
—Voy a ponerla al corriente con el estilo de vida de la academia. Las clases comienzan en el primer ciclo del periodo Cenit y finalizan en el último de Sombra, por lo que se espera puntualidad de su parte. Nuestra academia también participa activamente en las diversas festividades a lo largo del curso, así como actividades extraescolares—explica mientras nos adentramos en el pasillo principal de la escuela.
El horario no es un problema para mí, ya me he acostumbrado al transcurso del tiempo de El Abismo. Mis ojos brillan tan pronto como me habla sobre las fiestas, siempre he querido participar de forma activa en una, aunque por desgracia mi confinamiento dentro del palacio me lo ha impedido.
—Cada selenio Floreciente comienza un periodo vacacional que durará hasta el primer día de Menguante, por lo que cuenta con un mes para regresar a su hogar si así lo desea. Y con respecto al periodo de clases, por cada tres días se descansan dos—comenta algunos datos que agradezco.
Ah, sí, había olvidado que aquí no existe el concepto de semanas ni días, simplemente se dice "Periodo X-Ciclo X de Día X de Selenio X". Creo que salvo detalles así, la escuela será muy similar a las de mi mundo original.
—Es todo lo que necesita saber de momento, irá aprendiendo más sobre la marcha. Espero que disfrute su estancia aquí en Vaumose—el director abre la puerta principal que se encuentra al final del pasillo y mis ojos se deslumbran con lo que veo.
Un enorme espacio tan grande como el del castillo se hace presente. Sin duda alguna puedo asegurar que se trata del centro de la escuela, que conecta a todos los puntos de la misma. Veo a varios alumnos con el uniforme, una túnica blanca con bordados dorados y el sello de la academia grabado en la misma.
—La acompañaré a su habitación, señorita Vawdrey—añade.
—Se lo agradezco mucho—respondo cortésmente.
Ambos caminamos hacia el centro del gran salón iluminado con candelabros y muchas velas. Luce aún más mágico de lo que imaginaba, como todo un mundo de fantasía. Sin embargo, toda esta ilusión se rompe cuando escucho algunos murmullos que no suenan muy agradables.
«Ugh, ¿Es esa la princesa maldita?»
«¿Cómo pudieron permitir la entrada de ese monstruo aquí? Creí que era una escuela prestigiosa.»
«Menuda lagartija blanca, me da miedo.»
«Cuidado… podría transformarse en dragón en cualquier momento.»
«Sus ojos amarillos dan asco.»
El corazón se me encoje tan pronto como escucho esos comentarios. El ambiente, que hasta el momento me parecía mágico y especial, se ha transformado en una sensación desagradable de estar siendo observada y juzgada. Nunca me había sentido así… no es agradable. Uff… ¿por qué siento que me falta el aire? Y hay sudor frío bajando por mi frente. Mi mirada se concentra en el suelo, intentando no hacer contacto visual con nadie.
Yo… ¿por qué me está dando miedo esto? En mi otra vida, nunca tuve este tipo de problemas. Quiero decir, jamás fui precisamente popular, pero siempre estaba rodeada de gente y amigos, podía bailar en una fiesta de desconocidos sin ningún miedo a ser juzgada, en general era muy extrovertida. Pero ahora… me siento débil e indefensa, es como si esa confianza me hubiera abandonado justo en este momento. De pronto, un pensamiento fugaz pasa por mi mente, un sentimiento de empatía que nunca me había planteado hasta ahora. ¿Es así como se sentía esa chica gótica de mi salón? ¿Cómo se llamaba? No logró recordar su nombre, pero sí que era acosada verbal y hasta físicamente. Siempre la miré, pero nunca hice algo al respecto, no quería meterme en problemas.
Pero ahora… puedo jurar que me siento como ella probablemente se sentía, asustada e incómoda.
•┈••✦ ۵ ✦••┈•
Tuve que soportar muchos comentarios hirientes y miradas pesadas hasta desaparecer del salón y llegar a los dormitorios. Para mi fortuna y alivio, no hay muchos alumnos cerca. No es hasta que estoy lejos de todo ese ambiente que noto lo tensos que se han puesto mis músculos. Respiro para intentar tranquilizarme, lo peor ya pasó, tengo que animarme, solo debo mostrarles quien soy en el fondo y comenzarán a aceptarme. Ellos tienen miedo a lo desconocido, y voy a enseñarles a dejar de temerme.
—Hemos llegado, señorita Vawdrey. Esta es su habitación, así que le haré entrega de las llaves de la misma. Y como un consejo personal, intente llevarse bien con todo mundo. Si necesita algo, búsqueme en el área administrativa—el director hace una reverencia y se marcha del lugar.
Observo la llave que me ha dado, pertenece a un sector algo exclusivo de los dormitorios por lo que puedo ver. Me han asignado una habitación de altos lujos, hecha para la realeza y algunos nobles de alta importancia. Bueno, al menos puedo relajarme en la comodidad de mi nuevo cuarto. Las clases comenzarán mañana, y el reloj marcaba el tercer ciclo de Sombra, así que es un buen momento para descansar.
Introduzco la llave en la cerradura y abro lentamente. Las velas están apagadas, pero con mis ojos acostumbrados a la oscuridad regular no supone un problema grave. Agh, estoy tan abrumada por todo lo que sucede afuera que solo quiero dormir.
Dejo mi bolsa en el suelo de la habitación y hurgo en su interior, buscando el uniforme de la academia. Me deshago de mi vestido y con cuidado y torpeza me coloco la túnica que me enviaron cuando aceptaron mi solicitud. La tela es suave y cómoda, y no me sienta para nada mal, combina con el blanco cabello que heredé de mi madre.
—Uuuuuh—una voz débil suena entre la oscuridad de la habitación.
Me veo obligada a ahogar un grito de terror y me doy la vuelta con miedo. Es entonces que logro visualizar un bulto moviéndose con lentitud, me recuerda a lo errático que son los zombis en las películas.
—Geeeez—dice lo que sea que se esté moviendo frente a mí.
Me muevo aterrada para evitar hacer contacto con el bulto. Inmediatamente busco en la encimera de madera próxima a mí un pedernal y con mis manos temblando enciendo uno de los faroles con velas del cuarto. No es hasta que la luz ilumina el lugar que puedo ver un fantasma frente a mí…
—¡Aaaaaaaaah!—dejo escapar un chillido de terror.
El fantasma hace lo mismo.
—¡Aaaaaaaaah!—exclama al igual que yo.
Ambos nos enfrascamos en un grito que dura un buen rato hasta que el bulto revela no ser un fantasma, sino una cobija encima de alguien. La sabana blanca cae al suelo y puedo apreciar la expresión aterrorizada de una chica. Su desordenado cabello verde me indica que ha estado durmiendo durante un buen rato.
—¡Aaaaaaaaah! ¿Q-Qué sucede? ¿Quién eres?—pregunta ella.
Me toma un momento recuperarme del susto, tomar aire y responder a su pregunta.
—Majorie Vawdrey… ¿Quién eres tú y que haces aquí?—cuestiono de inmediato.
La chica se acomoda sus gafas e intenta tranquilizar su cuerpo tembloroso. Parece que todavía no se recupera del todo del susto.
—¡L-Lo siento mucho! ¡Mi nombre es Ameba, no era mi intención quedarme con una de las habitaciones exclusivas!—se disculpa con rapidez.
Sin embargo, su expresión de miedo regresa cuando me mira fijamente a la cara.
—¡Aaaaaaah! ¡¿M-Majorie Vawdrey?! ¡El dragón maldito! ¡No me mates, por favor!—chilla mientras se tira al suelo y se hace bolita.
Llevo mi mano hacia su boca para callar sus gritos, aunque eso solo aumenta su terror.
—No voy a matarte, tranquilízate… Voy a quitar mi mano, prométeme que no vas a gritar de nuevo—indico.
Sus ojos asustados asienten. Poco a poco dejo libre su boca y por fortuna cumple su promesa. No quiero que los estudiantes contiguos que puedan estar en sus habitaciones se muestren molestos.
—Me has dado un buen susto, ¿Puedo saber qué hacías en esta habitación? Por lo que sé es exclusiva para la realeza—suspiro y cierro la puerta para encender el resto de velas.
—L-Lo siento mucho… No me gusta mi habitación, es fría, hay mucho ruido, y algunos estudiantes no son muy amables—explica mientras juega con sus dedos.
Es una justificación razonable, aunque se meterá en problemas si alguien descubre que ha estado usando una habitación que no le corresponde. No luce malintencionada a decir verdad, así que me haré de la vista gorda por esta ocasión.
—¿Y cómo rayos entraste aquí? Acaban de darme la llave.
—Uhm, aprendí a manipular el cerrojo con una hilaza y un alambre. Desde entonces vivo aquí, es un lugar mucho más tranquilo que el sector donde se encuentra mi dormitorio—añade.
—Ya veo… ¿entonces no la pasas bien por allá?
Ameba niega con la cabeza y la mirada baja. Por un segundo, recuerdo a la chica gótica con la que me identifiqué hace un rato. Creo que es una buena oportunidad para hacer mis primeros amigos en este mundo y demostrar que soy la princesa de Asonas y no el apocalipsis caminante.
—Sabes… es una habitación espaciosa y no conozco a nadie por aquí. ¿Te importaría si me cuentas un poco más sobre la escuela? Puedes quedarte aquí si no deseas volver a tu cuarto—sonrío intentando ser amable.
—P-Pero eres el Dragón Blanco… ¿no vas a transformarte y matarme en cualquier momento?—contesta temerosa.
Río un poco al escuchar semejante exageración.
—Claro que no, ¿Dónde escuchaste eso? Da igual, no voy a convertirme en nada ahora, confía en mí—extiendo mi mano en señal de amistad.
Ameba duda un poco pero al final sacude la cabeza y hace lo mismo, estrechando nuestras manos.
•┈••✦ ۵ ✦••┈•
Una gota de agua cae sobre mi frente, sobresaltándome. Mis ojos se acostumbran a la oscuridad de la habitación y suelto un bostezo. Me giro sobre la cama para sellar el despertador de agua que configuré hace unas horas para despertar a tiempo. Es un sistema ingenioso basado en ciclos, solo colocas agua en el recipiente que va sobre el pequeño reloj colgante. Tiene varias marcas, así que solo basta con colocarlo a la altura deseada y cada que pase un ciclo se desliza levemente. Cuando llega el momento en el que configuraste el despertador, topa con un pequeño trozo de madera que mueve el recipiente y hace caer el agua sobre ti para despertarte.
Sí, es un sistema raro y arcaico para lo que estaba acostumbrada en la tierra, pero es lo que tienen aquí. Me incorporo en la suave cama y me estiro un poco antes de mirar a Ameba, que duerme plácidamente. Nunca había escuchado a alguien roncar tanto como a esta chica, así que me costó un poco conciliar el sueño anoche.
—Oye, Ameba, ya es el cuarto ciclo de Brillo, despierta—sacudo su hombro.
—Zzzz… Pero el príncipe ya viene… zzzz…
Ugh… no me digan que tiene fantasías raras con Baldwin o Arthur. Como sea, la dejaré dormir un ciclo más, tiene pinta de no necesitar más que uno solo para poder arreglarse. Mientras tanto yo me dirijo hacia el pequeño cuarto de baño que hay en la habitación. Uso la cubeta con agua para mojar mi rostro y despejarme. Bien, Majorie, este es tu primer día en la academia, no puedes arruinarlo, hazlo como cuando ibas al colegio…
Luego de darme un rápido baño con agua fría, hago un cambio de ropa y me coloco la túnica nuevamente. Recojo mi cabello en una cola de caballo y suspiro. Para cuando salgo del baño, Ameba ya se ha despertado y corre por la habitación como loca buscando como arreglarse.
—¡Uaaaah! ¡No me despertaste a tiempo!—exclama entrando en crisis.
—¿Qué? Lo intenté, pero no parecía que fueras a levantarte pronto—replico.
—Uh, lo siento… ¿Te importa si uso tu baño? Gracias—antes de que pueda responder, ella se escabulle hacia el cuarto y se encierra.
Lo único que puedo escuchar antes de tomar mis libros es un chillido que exclama "¡Está muy fría! ¡Odio bañarme!". Espero que se dé prisa si no quiere llegar tarde. Por lo que estuvimos hablando, ella va en un grado inferior al mío, así que no cuento con su compañía para esta primera clase. Salgo de la habitación y respiro, hoy será mejor que ayer, estoy segura de eso.
Camino por el pasillo de dormitorios. Intento mantener mi ánimo positivo, pero es difícil cuando los alumnos salen de sus habitaciones y te miran con asco o desprecio. Todo está bien, tengo que mantener la calma. Concentro mi mirada hacia adelante, evitando hacer caso de los comentarios. Me siento demasiado incomoda…
Apresuro el paso hasta llegar al salón de clases. Ya hay varios alumnos dentro, así que me abro paso dispuesta a empezar desde cero. El ambiente que sonaba un poco animado entre ellos se apaga y da paso a un silencio sepulcral. Las miradas recaen sobre mí y de nuevo comienzo a sentirme insegura.
¿Qué es esta opresión sobre mi pecho? Uh, esto no me gusta. Les doy una sonrisa, intentando ser amable, pero solo recibo expresiones de desagrado. Trato de ignorarlas y escojo un lugar entre los largos escritorios en forma de atril que hay. Conforme va llegando más alumnos, noto que todos evitan en la medida de lo posible estar cerca de mí. Al final, quedo yo y un gran espacio circular a mí alrededor.
Estoy por entrar en una especie de crisis cuando un hombre entra al aula.
—Tengan todos ustedes buen día. Soy el profesor Lamanas, les doy la bienvenida a todos a un nuevo capítulo de sus vidas en la academia Vaumose. Puede que ya me conozcan por los rumores acerca de mi metodología de enseñanza, así que espero que todos ustedes se esfuercen al límite para cumplir con sus obligaciones. También me complace informar que un miembro de la realeza se incorpora con nosotros este curso, más precisamente la princesa Majorie Vawdrey; por favor, sean todos amables y sobre todo respetuosos con ella—anuncia el profesor mientras se pasea por el salón de clases.
Varios sonidos de resignación o bufidos se dejan escuchar por el aula, en señal de desaprobación con mi presencia. Ugh, quiero que este día termine pronto… creo que en verdad voy a extrañar al señor Bowyar como mi profesor.