—Hey, Bridget, tengo entendido que eres bastante buena para la identificación de plantas, ¿me echas una mano?—dice Nodieu, un chico de mi clase.
Me doy la vuelta y lo miro fijamente, él parece ponerse incomodo por mi reacción. Después de crear tensión por un momento suavizo mi mirada y le doy una ligera sonrisa.
—Claro, tengo algo de tiempo libre—señalo hacia los jardines exteriores de la academia.
El joven parece encantado por mi respuesta afirmativa. Ambos nos dirigimos con paso calmado hacia afuera para sentarnos en el pasto y abrir los libros. Algo que he aprendido al reencarnar en este mundo es que las cosas son iguales que en mi mundo de origen. Absolutamente todo. Nada cambia, y por obviedad, tampoco pienso hacerlo yo. Siempre habrá alguien por encima de otro, y estoy tan feliz de ser quien se alza sobre los demás.
En la academia Vaumose soy tan popular como en mi colegio anterior. Parte de esto se lo debo a ser hija del cardenal Amcottes, así que tengo un espacio privilegiado en este lugar. Pero por supuesto, la mayor parte de ese trabajo ha sido mío y de mis increíbles encantos. Lo único que lamento es que en esta escuela no haya una maldita Jean Joyner a la cual pisotear todo el día.
Aprieto la pasta del libro con fuerza al pensar en esa perra gótica. Debe estar feliz de haberse librado de mí… ¡Estoy tan furiosa de morir y no haber podido arrastrarla conmigo hasta este mundo de porquería! Tengo tanto poder ahora para hacerle la vida imposible, y aun así soy impotente para poder hacerle algo desde este mundo…
—Ah, ¿te sientes bien?—pregunta Nodieu.
De inmediato relajo mi mano y llevo mis ojos hacia el libro. Lo he estrujado de la ira, pero por fortuna la pasta dura ha resistido suficiente.
—Lo siento, solo estaba liberando algo de estrés—respondo con calma.
—Oh, ya veo, debe ser difícil, después de todo eres tan inteligente… y linda—el chico luce nervioso.
Caíste directo en mi telaraña, pequeña mosca.
—Te lo agradezco mucho, no suelo recibir esa clase de halagos—jugueteo con un mechón de cabello.
Nodieu traga saliva y su rostro se colora. Ja, ja, sí, muchas veces solo falta un poco de atención para tenerlos lamiendo el suelo para ti.
—¿Y bien? ¿En que necesitas ayuda?—abro mi libro sobre flora y fauna de El Abismo.
—Oh, sí, bueno… hay una especie de árbol que no puedo identificar bien, luce parecido al cornejo negro, pero no puedo ver muchas diferencias—explica su duda.
Menudo idiota, no me extraña que todo el tiempo esté pidiendo ayuda de los demás. Para mi fortuna, yo sí que puedo saber las características de todo el ecosistema de este agujero, no es muy difícil, pero gente que no sale ni siquiera de sus pobres lujos como lo son los nobles no podrían identificarlos.
—Oh, es muy sencillo mira, solo debes ver la cantidad de rayas y manchas que tienen las hojas, este diagrama lo explica a la perfección—señalo algunos dibujos.
Me aseguro de mantenerlo ocupado en el estudio un buen rato, la clave para tenerlo en mis manos es prestarle el suficiente tiempo para hacerlo creer que disfruto pasar mi tiempo así.
—¡Genial, ya lo comprendo! ¡Muchas gracias, Bridget!
Sonrío de nueva cuenta y guardo mis libros.
—No es nada…
Mi estómago hace un ruido incómodo y vergonzoso de pronto, interrumpiéndome.
—Creo que tienes hambre—Nodieu señala lo obvio.
—Sí, estudiar así de intenso me abre el apetito. Oh… lastimosamente me he gastado una buena parte de mi dinero en objetos de estudio y no puedo permitirme comprar algo delicioso—comienzo mi plan de manipulación.
—¿No quieres ir al comedor? Tal vez podríamos comer juntos, ya sabes…
—Me encantaría, pero estoy taaaan a gusto aquí. —me acerco un poco más a Nodieu, mirándolo a los ojos—Y además, no me quedan muchas kronalinas para gastar.
Él traga saliva y mueve sus ojos, inquieto. Un rápido vistazo a su entrepierna me indica que su mirada no fue lo único que se movió. Ja, patético, puedo ver que no acostumbra a tratar con chicas.
—Bueno… ¿Y si te traigo algo de comer? Puedo ir y regresar rápido, no te preocupes por el dinero, tómalo como un pago por el favor que me hiciste—se pone de pie.
—Oh, te lo agradezco mucho, querido Nodieu—pongo ojos de borrego para rematar.
Él no puede esconder su rostro enrojecido, así que solo sale disparado hacia el interior de la academia, rumbo al comedor para traerme algo. Espero a quedarme sola antes de soltarme a reír, satisfecha de mi nuevo logro. Ah, es tan sencillo como cuando iba al colegio de mi otro mundo, si el pobre supiera que hay un montón de chicos más que harían lo mismo por mí.
Me relajo un poco y recuesto en el pasto, cerrando mis ojos para descansar un par de ciclos antes de largarme a mi habitación a dormir. Meditando estoy cuando unas voces me sacan de mi concentración. Abro un ojo para buscar de quien se trata, y me encuentro con una agradable sorpresa.
—No entiendo que estoy haciendo mal… ni siquiera he sido grosera—se lamenta Majorie, la princesa de Asonas que recientemente se incorporó a la academia.
La acompaña otra tipa con aspecto de perdedora… ugh, al menos podría cepillarse mejor el cabello. A primera vista, no son más que un dúo de fracasadas, aunque Majorie tiene cierto estatus por ser de la realeza. Creo que será interesante ver que puede salir de esto.
Me levanto y camino con firmeza hacia la pequeña mesa de madera al aire libre donde están sentadas.
—Buen día, majestad—hago una reverencia por pura apariencia.
Ella se queda en silencio un momento, como si su mente tratara de procesar que alguien se ha presentado ante ella sin soltarle un discurso de odio. Patética.
—¡Oh! ¡Buen día… eh…
—Bridget Eveas, su majestad—me presento formalmente.
—Bridget… lindo nombre, es un placer… y no te preocupes por las formalidades, aquí soy solo una estudiante más. Soy Majorie Vawdrey—responde.
—¿Interrumpo algo? Sí es así, me disculpo—añado dándole una mirada a su amiga, quien exclama nerviosa y gira la mirada.
—Oh no, claro que no, solo estábamos tomando un poco de sombra antes de ir a dormir. Vamos, preséntate—Majorie gira hacia su acompañante.
Oh, qué bien, otro personaje cliché con personalidad tímida. Patético, ¿o no, querido lector?
—M-me llamo Ameba Anisakis, m-mucho gusto…
—El placer es mío—hago otra reverencia hacia la chica de grandes gafas.
Bien, puedo suponer que ambas son unas perdedoras y que tiene sentido que no puedan socializar correctamente. Y una de ellas es la princesa del reino abisal, me la imaginaba un poco más imponente, pero solo es una muchacha flacucha, de piel más pálida que la del resto del mundo y con unos ojos amarillos que me producen nauseas. Ah sí, y mi padre la quiere muerta. Voy a ser honesta, de forma personal no he tratado con ella hasta este momento, así que me da igual si la asesinan o no, de igual forma no pienso interferir hasta que la iglesia o Amcottes me dé una orden directa.
—Disculpe, majestad, ¿podría leer sus estadísticas?—pregunto, aprovechando su debilidad social ella no querrá negarse.
—Claro, adelante—acepta sin rechistar.
<+Humano Nv. 10. Nombre: Majorie Vawdrey.
Estado Alterado: Draconificación.
HP: 500/500
MP: 400/400
SP: 200
Habilidades: Dominio, Agilidad mental Nv. 09, Pensamiento numérico Nv. 10, Concentración Nv. 08.>
Unas estadísticas muy pobres y que dan lastima. Bueno, una niña de casa que ni siquiera ha salido de su castillo para pelear no va a poder elevar sus números con solo quedarse a estudiar. Parece que ese es su fuerte, su dedicación e inteligencia.
Mmmmh, algo llama mi atención de todo esto, y es ese extraño símbolo de "+" a un lado de su especie. No me cabe duda, es la única persona aparte de mí que lo posee, y sé exactamente qué significa porque yo misma lo analicé con mi genial habilidad trampa: "Hiperconciencia".
<+: New Life, distintivo que obtienen los forasteros o invitados en SW000 por medio de la reencarnación.>
Esto se pone mejor aún, la princesa es una reencarnada al igual que yo.
—Ameba, ¿podrías darnos un momento a solas? Hay algo que quiero hablar con la señorita Vawdrey—solicito.
La perdedora asiente con rapidez y se levanta para marcharse.
—Te veo en el cuarto… ¡si no te molesta, claro!—exclama.
Majorie asiente y la tipa se larga. Bien, necesito discreción ante todo, esta información está oculta tanto del ojo público como de la iglesia o el reino. Todo este mundo desconoce la existencia de los reencarnados.
—Escucha, Majorie, sé que vienes de otro mundo—digo mientras me siento en el lugar de Ameba.
La cara de la princesa muestra un asombro que he visto pocas veces.
—Tú… ¿Cómo sabes eso?—prácticamente se pone de pie y estrella sus palmas contra la mesa.
—Por tú distintivo de reencarnación justo antes de tu nombre, yo también tengo uno—explico con calma.
Majorie palidece todavía más y respira agitada. Estoy segura de que ella pensaba que era la única reencarnada en este mundo. Yo también estuve sorprendida de no estar sola cuando descubrí la verdad. Recuerdo que había unas cuantas personas cuando ese Dios me reencarnó, pero a mí no me comentó nada de otros estudiantes en mi misma situación.
—Te voy a pedir discreción, no me gustaría que nuestra condición de reencarnadas afectara el curso de este mundo.
—Sí… yo creo lo mismo. Lo siento, es solo que estoy en shock por tu declaración—Majorie se tranquiliza y vuelve a sentarse.
Nos quedamos en silencio un momento, asimilando lo que está pasando.
—Bien, a la cuenta de tres diremos nuestra identidad en nuestro mundo pasado… Una, dos, tres… Kendra Erickson.
—Violet Higgs—responde ella.
Ambas nos miramos fijamente luego de conocer quien éramos.
—¿Violet Higgs? ¡Oh, ya te recuerdo! Eras esa chica lista que solía sacar buenas calificaciones—le suelto un pequeño halago para tantear mi terreno.
—Y tú eres Kendra… esa chica…popular—me dedica una sonrisa.
Sí, sé que ella sabe quién soy y lo que hacía exactamente, pero ha evitado decirlo porque no quiere que comencemos con el pie izquierdo. Pobre idiota marginada.
—Solías tener un buen círculo social, debe ser difícil comenzar de cero con tu condición en este mundo—le tiro la primera daga.
—Yo… hago lo mejor que puedo—baja su mirada.
Bingo, parece más sumisa que antes. Me gustaría hacerla mi reemplazo de Jean Joyner, pero lastimosamente no hay perra más satisfactoria de humillar que ella. Si tan solo se hubiera levantado más temprano para morir junto con nosotras… Y con respecto a Violet, nunca me llevé con ella, ni para bien ni para mal, éramos dos mundos separados.
—¿Hay más reencarnados?—pregunta Majorie.
—Mmmh, no lo sé, hasta ahora solo te he encontrado a ti—miento.
En realidad, conozco a alguien más, pero no viene al caso traer su nombre a la mesa. Entre más ignorante se mantenga la princesa, mejor para mí y para Amcottes.
—Ya veo. Bueno, no sé si podría considerarte una amistad, Bridget. Francamente me está costando acostumbrarme al ambiente escolar, y mis habilidades sociales se han visto mermadas con el paso de los cursos—se lamenta.
Me pongo de pie y le doy un par de palmadas en la espalda. Majorie me observa y suspira. Necesito ganarme su confianza, en caso de que tenga que actuar para asesinarla y mantener El Abismo a salvo. Hasta ahora no ha mostrado señales de mutación, lo cual es una suerte enorme. De no ser por el rey y el estúpido de su hermano, ella ya estaría enterrada.
—Es una lástima que hayas escogido una habilidad inicial tan desafortunada—juzgo.
—¿Te refieres a "Dominio"?—cuestiona con extrañeza.
—Sí. Dominio es una habilidad que te permite controlar algo o a alguien. Te sería muy útil si fueras un monstruo, pero los humanos tienen cierta resistencia a esa habilidad. Tal vez sea la razón de tu maldición—desvelo dándome la vuelta.
Majorie lo piensa un poco. Lo mejor es que mantenga su ágil mente pensando en que cometió un error. A lo lejos veo a Nodieu regresando con comida, justo como lo planee.
—¿Tú que habilidad escogiste, Bridget?—pregunta Majorie antes de que me vaya.
Una sonrisa se dibuja en mi rostro. Soy taaaaan genial que me encanta jactarme de mi logro.
—Tengo dos habilidades iniciales. Hiperconciencia e Inmortalidad—confieso mientras camino hacia Nodieu.
—¿Dos? No creí que fuera posible escoger más de una…
—Oh, querida, tal vez el universo me ama—finalizo.
Sí, es verdad, probablemente soy una suertuda. O quizá, solo quizá, Hiperconciencia fue la llave para poder usar mis encantos en alguien que me permitiera saltarme las reglas, ¿no es así, señor MoonLight Valley?