—Mañana será un día especial—el profesor Lamanas se pasea por el salón de clases—el día de mañana tendremos una clase práctica especial para observar la naturaleza de El Abismo de forma directa y concisa.
Mi atención, que se había visto mermada por mi condición social, vuelve a reactivarse y mis ojos brillan ante la idea de una excursión grupal hacia algunas zonas aledañas. Es una nueva oportunidad para poder hacer amigos y quitarles esa imagen desagradable sobre mi maldición.
—El objetivo de esta expedición es que puedan estudiar de manera presencial el bosque Melipar, que colinda con la academia. Además, se espera que puedan descansar, relajarse y obtener ideas para la fiesta de la oscuridad y la fiesta de la cosecha que vendrá próximamente—continúa el profesor.
Sí, sin duda es una buena oportunidad. Pongo atención a los detalles acerca de la actividad. Al parecer, tendremos que hacer equipos para la expedición, montar un campamento y realizar un reporte sobre el bosque y su flora y fauna. Por desgracia, es una actividad para mi grado, así que solo participará mi salón y otros grupos que tengan el mismo nivel, por lo que puedo irme despidiendo de tener a Ameba cerca.
También está el tema de Kendra, o Bridget, como se llama en este mundo. La situación no se me ha podido salir de la cabeza en un largo tiempo. Pensar que alguien más reencarnaría junto conmigo en este mundo es algo tan loco y extraño que me cuesta creer en las posibilidades. Existe la posibilidad de que más compañeros hayan reencarnado también, pero no tengo forma de comprobarlo a menos que me ponga a analizar a cada persona que vea, lo cual sería a su vez grosero de mi parte. Y además, ¿en qué me beneficiaría que hubiera más personas de mi mundo original? Probablemente solo quiera no sentirme excluida, sentir que hay algo de mi antiguo hogar que aún me acompaña en este lugar.
Como sea, lo mejor que puedo hacer en este momento es concentrarme en las posibilidades futuras que vienen.
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—Ugh, este lugar es asqueroso y desagradable—bufa Celine, una de mis compañeras de equipo.
—Lo que pasa es que eres una niña de casa, ¿te has dado cuenta siquiera que todo este mundo es asqueroso y desagradable?—ladra Bridget mientras camina con ligereza.
—Oigan, oigan, ¿podemos tranquilizarnos? Vamos a pasar los próximos días juntos, podríamos hacer un intento por llevarnos bien—interviene Nodieu para calmar las aguas.
—¿Tranquilizarnos? Esta perra me dijo "niña de casa" como si ella no viviera rodeada de lujos en su iglesia—Celine enciende aún más su mal humor.
—Bueno, si lo pensamos bien, Bridget ha estado en la academia un largo tiempo, viviendo como una igual entre nosotros—salto a su defensa.
—Cierra la boca, lagartija—insulta Celine.
Sus palabras me hieren en profundidad. Observo a Bridget, quien solo cierra los ojos y desaprueba con la cabeza. Nodieu ni siquiera sabe que decir al respecto. Parece que me tengo que tragar otra falta de respeto desagradable… No, no pienso callarme esta vez.
—Lo siento, pero no soy una lagartija como aseguras, discúlpate—respondo, deteniendo mi marcha.
Celine parece erizarse ante la respuesta inesperada.
—¿Disculparme? ¿Por qué debería hacerlo? Igual te vas a morir pronto—me mira retadora y continúa su camino.
¡Ugh! ¡Me hierve la sangre por primera vez en mi existencia! No, necesito tranquilizarme, soy una princesa y este no es un comportamiento adecuado. Respiro poco a poco para calmar mi ira y pronto recupero la compostura. Se supone que debería estar haciendo amigos.
Para colmo, nadie en mi aula quiso juntarse conmigo, pero por fortuna o desgracia, Bridget se ofreció como voluntaria para formar un equipo junto a su amigo. Celine, una chica de otro salón, acabó con nosotros por pura mala suerte.
—Tómalo con calma, Majorie, no conseguirás agradarle a la gente si tienes ese comportamiento—Bridget pasa a mi lado y me da una palmada.
Ellos continúan su camino y yo me quedo atrás. Me apresuro para alcanzarlos. Ya tiene un buen rato que nos adentramos en el bosque Melipar. Si no fuera porque tengo un gran enojo atorado, podría darme el lujo de admirar el paisaje lleno de pinos verdes, pasto suave y colonias de hongos y otros organismos que crecen cerca. Las plantas luminiscentes no faltan, así que la oscuridad no es tan intensa como me lo esperaba.
De hecho, el bosque se encuentra en un punto algo alejado de La Selene, y su escaza luz no alcanza a llegar hasta aquí. Agradezco que haya iluminación natural propia en este lugar.
—¿Dónde montaremos el campamento? Ya nos hemos alejado mucho del punto inicial—Nodieu parece preocupado.
—Hasta que nos topemos con la maldita pared de este agujero de porquería—gruñe Celine otra vez.
—A mí me da igual, pero estoy comenzando a cansarme. Ya estamos en el tercer ciclo de Ocaso—aclara Bridget.
Celine parece querer arrancarse el cabello de la desesperación.
—Bien, entonces montémoslo aquí, no parece un mal sitio.
Nodieu suelta un suspiro de alivio. Ah sí, él estuvo cargando su equipaje y el de Bridget desde el inicio, tan solo pensar en el dolor de espalda me hace querer un masaje. Si tan solo Ameba estuviera aquí.
—Muy bien. Nodieu, ¿podrías encender una fogata? Estoy realmente cansada como para hacerlo—añade Bridget, sentándose en un tronco.
El pobre parece agotado, pero agita su cabeza y se pone manos a la obra para montar una. Celine arroja sus cosas al suelo y se sienta sobre su bolsa, ella también luce muy cansada.
—¿Quieres que te ayude?—me acerco al chico para ofrecer manos extra.
Nodieu se sobresalta y parece debatirse entre aceptar y rechazar.
—Eeeeeh… gracias, su majestad, pero puedo hacerlo solo—termina por alejarse un poco.
Suspiro con resignación y me siento en el suelo acolchado con pasto.
—Tu trato con él fue muy suave, necesitas ser más asertiva para controlarlo—dice Bridget, acercándose.
—¿A qué te refieres con controlarlo? No busco eso, solo intento ser amable—respondo mirándola a los ojos.
—Por favor, no te hagas la santa, las cosas aquí no son muy diferentes a nuestro mundo, pero tampoco exactamente iguales, necesitas ser más asertiva, controlar personas, ponerlas a tu servicio, ya sabes. Eres una princesa, eso te ayuda mucho—Bridget se estira un poco.
—Lo que tú dices no es asertividad, es manipulación. Y no estoy de acuerdo con eso.
Ella endurece su expresión cuando escucha mi respuesta.
—A ver, Violet, tienes la opción de ser el dragón blanco dominante aquí… o quedarte como la lagartija pálida de la que todos se ríen. No querrás ser como Jean Joyner, ¿o sí?—se acerca a mi oído para susurrar.
—No la metas en esto, ella no tenía nada malo y ni siquiera está aquí—salto en su defensa.
—Solo es un ejemplo, Violet. Y terminarás como ella si no eres más dura con quienes te están haciendo daño—sentencia.
Agacho la mirada, debatiéndome si debería tomar sus palabras como algo cierto o no.
—Francamente me sorprendiste cuando le ordenaste una disculpa a Celine, aunque el resultado no fuera el deseado—continúa.
—Yo no soy capaz de hacer eso. No pienso pagar con la misma moneda los malos tratos. Las personas pueden cambiar, Bridget, y no se necesita ser ruda con ellos para que lo noten—defiendo con firmeza mi postura.
—Ay por favor. Había olvidado lo santa que eras en el colegio. No me cabe duda de que las cosas no han cambiado, para bien y para mal—finaliza Bridget.
Nodieu lucha por encender el fuego mientras nosotras discutimos, cosa que logra justo cuando terminamos nuestra conversación. No me gustaría volverme enemiga de Bridget, después de todo la conozco desde hace mucho y sé lo que es capaz de hacer, pero pienso que lo mejor será tomar mis precauciones.
—Ah, y por cierto, sé que tenemos nuestras viejas identidades en la mente, pero ahora soy Majorie Vawdrey, y te agradecería que respetaras el presente.
Bridget voltea los ojos y asiente con la cabeza. Espero que lo haya entendido bien.
—Oigan, ¿por qué discuten de idioteces? Vayan a cazar algo, tengo hambre—exclama Celine.
—¿Y por qué no lo haces tú? No eres la patrona de nadie—Bridget suena irritada.
—Ugh, no voy a ensuciarme las manos matando a un animal. Además, una mocosa de religión como tú no debería saber ni como lavar su propia ropa. Manda a tu amigo arrastrado a hacerlo o algo—Celine tampoco cede.
Ay, ¿por qué me tocó este equipo tan disfuncional? Si intervengo lo más probable es que tenga que comerme otro insulto.
—Tranquilas, no hay necesidad de pelear. Bridget y yo cazaremos algo, pero me gustaría que tú nos acompañaras—propongo, haciendo otro intento por socializar.
—¿Para qué? Ni siquiera tiene tanta ciencia hacerlo—bufa Celine.
—De hecho, sí que tiene ciencia. Tienes que darle una muerte digna al animal, rápida y sin sufrimiento, para eso debes seleccionar una herramienta que te permita lograrlo, además…
—Ya entendí, no quieras dártelas de sabia, lagartija. Ugh, vamos entonces, quiero comer y dormir—se pone de pie de mala gana.
—Nodieu, ¿podrías darme un arco? Y descansa, te lo mereces—sonrío.
Él parece dudar pero al final toma una de las bolsas y me entrega un carcaj con flechas y el arma. Hemos tenido algunas clases prácticas con arcos, espero que sea suficiente para poder cazar algo. El bosque no tiene monstruos peligrosos o que representen una amenaza grande como en los Jardines Huecos, la tercera capa de El Abismo.
—Bien, manos a la obra, asegurémonos de traer algo bueno—mis ánimos son un poco más elevados ahora.
Creo que las cosas están saliendo mucho mejor, sin duda alguna puedo mejorar mi imagen personal y hacer amigos si me lo propongo.
—¿Y qué piensan atrapar? Este lugar se ve más estéril que el Subterráneo Seco—murmura Celine.
—¿Estéril? Claro que no, mira a tu alrededor, tenemos varias setas comestibles, también muchos tipos de hierbas con las que podemos cocinar. Y si de proteínas hablamos, el bosque Melipar tiene algunos tipos de animales como los gack—explico conforme nos adentramos entre los árboles.
—Esos bastardos son adorables—añade Celine.
—Sí, son lindos… pero ya en el plato, deliciosos—responde Bridget.
Puedo oír el gruñido de molestia de Celine, pero supongo que puedo tomarlo como una broma inocente para molestarla.
—Bien, si queremos atrapar un gack vamos a necesitar magia de tierra o trueno para hacerlos salir de la tierra—analizo.
Los gack son similares a los conejos que conocía en mi otra vida, solo que un poco… diferentes. Digamos que han desarrollado un oído mejorado, pues los gack son parcialmente ciegos. Su pelaje también es más áspero y los músculos de su cuerpo se han incrementado con respecto a los conejos. Otros detalles como orejas menos largas y un tamaño considerable los hace sin duda un animal que se ha adaptado a la vida en El Abismo.
Ah, y viven como los topos, escarbando bajo tierra, así que hay que hacerlos salir. Hay muchas especies similares a las que conocía, pero de alguna forma vivir bajo tierra los ha hecho evolucionar para adaptarse a las condiciones adversas de la vida subterránea. Me pregunto por qué los humanos en este mundo no han tenido cambios significativos. Claro, aquí las personas tienen una vista prodigiosa que se adapta a la oscuridad y un cuerpo más resistente que aguanta la presión del subsuelo, pero fuera de esas ventajas somos muy parecidos a los humanos tradicionales.
—Hum, para ser una lagartija sabes bastante, ¿has invertido mucho tiempo en el estudio mientras estabas encerrada?—pregunta Celine.
—Algo así, lo cierto es que me entusiasma aprender sobre nuestro mundo—respondo de inmediato, con ilusión de haber obtenido una reacción positiva de su parte.
—Entonces prepara tu arco, Majorie, voy a hacer salir a esas cosas—Bridget extiende su mano y apunta hacia el suelo.
Tanto Celine como yo nos alejamos un poco para evitar entrar en el rango de acción de su hechizo. El ambiente se comienza a sentir estático y cargado, cosa que puedo comprobar cuando mi piel se eriza y algunos de mis cabellos se levantan. El poder de la magia de Bridget es potente.
—Eso es, no tardarán en salir—anuncia ella.
Coloco una flecha en el arco, pero no es hasta que intento apuntar que puedo notar que mi mano está temblando. Un gack se asoma y sale de la tierra, pero me veo incapaz de soltar la flecha.
—¿Qué haces, lagartija? ¡Dispárale, se va a escapar!—exclama Celine.
—N-no puedo hacerlo…
—¡¿Qué?! ¿No puedes matar un maldito gack? ¿Entonces qué piensas hacer cuando un monstruo te ataque? Ah claro, las princesas no tienen ese jodido problema—la desesperación de Celine es evidente.
—L-lo siento mucho… perdóname…
Cierro mis ojos y ahogo un grito cuando suelto la flecha y esta se clava en el animal. El gack chilla y corre con rapidez, sangrando sin morir. Parece que mi proyectil le dio en una pierna y no en un órgano vital.
—Ay por dios, déjame arreglar esa mierda—Bridget levanta una roca.
—¿Eh? ¿Qué vas a hacer con eso?—la cara de Celine cambia a una de espanto.
—Terminar lo que Majorie no pudo—ella se acerca con lentitud hacia el gack herido.
—¿Qué? ¡No! Dispara otra flecha o algo, una roca es muy…
—¡Muere!—exclama Bridget.
Tengo que cerrar los ojos y apretar el arco entre mis manos cuando escucho el chillido del gack cuando es golpeado con la roca. Celine está boquiabierta y más pálida que antes.
—E-espera, Bridget… ya está…
—¡Toma esto! ¡Puta zorra!—Bridget continúa golpeando al gack con fuerza incluso después de rematarlo.
—¿Qué demonios pasa con ella?—Celine retrocede, asustada.
—¡Púdrete, púdrete, púdrete! ¡Muérete, Jean Joyner!—grita Bridget para terminar de destruir la cabeza del pobre animal.
Celine no aguanta más y vomita ahí mismo. Mis manos tiemblan con miedo y confusión. Es mi culpa… es mi culpa por no haberme atrevido a matarlo y darle un mal disparo. El gack murió de forma horrible porque no pude hacerle daño… y solo le provoqué más sufrimiento…
—Zorra de mierda—Bridget recupera la compostura y levanta al animal.
—¡¿Qué rayos te pasa?! ¡Estás loca!—Celine reclama la horrible escena.
—Deja de chillar y vámonos, ya tienes la cena que querías. Y tú, Majorie, deja de temblar, estás más blanca que la harina—Bridget toma la delantera del camino.
No es hasta que Celine me ofrece la mano que puedo sentir las lágrimas en mis ojos. Ella tampoco parece estar tranquila, y estoy segura de que no podrá dormir con Bridget al lado. Y para ser sinceras, yo tampoco creo poder hacerlo.
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—Majorie, ¿cierto? Escucha… no me siento tranquila—Celine se sienta a un lado mío y me habla en voz baja.
—¿Es por lo del gack? Yo me siento aún peor—confieso.
Bridget está sentada al otro lado de la fogata, absorta en anotaciones que quiero pensar son para el reporte que realizaremos.
—Lo mató tan horrible… ni siquiera pude comérmelo.
—Entiendo tu sentimiento, yo tampoco fui capaz de hacerlo, pero ella parece haberlo disfrutado—analizo.
—¿Quién es Jean Joyner? Ese nombre no parece de aquí—pregunta luego de un rato de silencio.
—Bridget y yo nos conocemos desde hace tiempo. —decido que lo mejor es mentir para mantener todo en secreto—Jean es… era una chica de una aldea de la segunda capa, trabajaba en el castillo, pero nunca se llevó bien cuando Bridget visitaba el palacio real.
—¿Entonces ella le tiene resentimiento a una criada? Que estupidez.
—Jean no era una mala persona, a veces me arrepiento de no haberla defendido—mis ojos se concentran en el fuego, recordando memorias pasadas.
Sí, ahora entiendo cómo se sentía ella cuando Kendra la molestaba, golpeaba o acosaba. Agradezco a quien sea que la quitó del camino, Bridget lucía tan salvaje que me da miedo pensar en que pudiera hacerle a Jean si ella estuviera con nosotros. ¿Pero por qué? ¿Por qué ese odio hacia ella? No lo entiendo…
El sonido de unos cascos y un relinchido me hace salir de mis pensamientos. Nodieu, Celine, Bridget y yo dejamos lo que estamos haciendo cuando notamos al profesor Lamanas acercarse a toda velocidad hacia nuestra ubicación.
—Chicos, empaquen sus cosas de inmediato. Tenemos una situación de emergencia en el reino—ordena.
El corazón me da un vuelco y solo puedo pensar en mi familia.
—¿Qué sucede? No tenemos ni dos días—replica Nodieu.
—La actividad se canceló. Han llegado reportes preocupantes de todas partes del reino y hemos recibido órdenes de mantenernos dentro de los muros de la academia. —el profesor da la vuelta a su caballo para partir de inmediato—Los veré en el punto de inicio. Tienen dos ciclos para estar allá.
—Espere, señor Lamanas… ¿Qué clase de problemas tenemos?—Celine luce preocupada.
El profesor gira la cabeza antes de hacer galopar a su montura y regresar por donde vino.
—Mucho me temo que nos estamos enfrentando a una terrible enfermedad sin cura.