Yuu en verdad haría que Crowley le pagara por esta, le sacaría una buena recompensa, con tal de que Grim dejara de molestarlo.
¿Qué había hecho Crowley?
Sencillo, como él fue quien tuvo la idea de mandar a la familia Roseheart a terapia, ahora él era el ayudante de Oohel, por lo que lo mando media hora antes de la cita para apoyarle.
Ambos integrantes de Onboro se dirigían al aula que habían apartado para el hada, Yuu notaba que su felino amigo le miraba aunque no decía nada, estaba casi seguro de que Grim quería hacer una pregunta.
—Ya suéltalo— dijo el chico suspirando.
Grim parecía que había sido descubierto haciendo una travesura, tartamudeaba y volvía a quedarse callado, era muy raro verlo así.
—¿Qué te sucede?— pregunto irritado Yuu.
—Yo… escuché lo que le dijiste a la mamá de Riddle— decía finalmente Grim, el chico se paró.
No es que le molestara que Grim hubiera escuchado algo íntimo, solo no creyó que tuviera que explicarle a alguien esa anécdota de su infancia, su pasado era algo que no creyó necesario compartir con sus compañeros del mundo retorcido.
—Esto… tranquilo, no se lo diré a nadie, solo… ¿Quieres hablar de eso?— el felino parecía preocupado, Yuu se rascó su cabeza, se agachó a la altura del felino para velo a los ojos.
—Gracias por preocuparte, estoy bien, eso fue algo que paso ya hace mucho tiempo— decía mientras revolvía el pelaje de la cabeza del gato.
Ambos llegaron al salón, Oohel ya estaba acomodando el lugar con su magia, en una de las bancas había colocado una vela, tenía un brillo curioso.
—¿Hola?— llamo Yuu a la puerta, el hada lo vio y dijo algo que ninguno de los de Onboro entendió.
—¡Ah!, disculpa, olvide activar el traductor— decía el hada prendiendo un aparato parecido a un manos libres en su cabeza, —¿Tú eres el chico del que me hablo Crowley?— pregunto el hada volando a la entrada, —Si soy yo, Yuya Madrigal, y él es Grim.
—Somos un alumno 2 por 1— se presentaba Grim subiendo al hombro de Yuu.
El hada rio.
Yuu no había visto un hada como elle, se veía más amable que las hadas que invadieron el colegio durante el Fairy Gala.
—Muy bien Yuu, Grim, por ahora solo necesitó que me ayuden a mover las bancas lo más pegado a la pared que puedan, necesitó el mayor espacio libre posible— les indicaba Oohel.
Los alumnos se pusieron a trabajar, mientras movían las bancas podían ver que hacía algo con la vela.
Quince minutos después escucharon que nuevamente llamaban a la puerta, los Roseheart junto con el director entraron al salón.
— Bienvenidos, y gracias por venir— les recibía Oohel, la señora Roseheart había vuelto a su semblante serio, en tanto que Riddle se veía nervioso.
—Gracias a ti Oohel, sé que es repentino, pero…— decía Crowley señalando con la cabeza a los dos pelirrojos, —¿Algo más que necesites?— aunque su tono era amable Yuu podía ver que el director quería salir del salón cuanto antes.
—Por el momento estoy bien, Yuu, Grim, gracias por su apoyo, pueden retirarse.
El director junto con los chicos salieron del salón, Yuu se sorprendió un poco al ver a Trey y a Chenya afuera del aula, —En caso de que algo pase, no queremos dejar a Riddle solo— respondía Trey a la pregunta no dicha de Yuu.
…
Con ayuda de su magia el Hada hizo que el lugar quedara semi oscuro, además de sus alas la vela era lo único que les permitía ver.
—Muy bien, primero quiero que me hablen un poco de lo que paso ayer y esta mañana— decía el hada.
Ambos pelirrojos hablaron al mismo tiempo.
—Mi hijo está fuera de control— dijo la señora Roseheart.
—Ya no soporto las órdenes de mi madre— replico Riddle.
Oohel los vio aturdide, esa sesión tomaría más tiempo del que creyó.
Frente a cada uno hizo aparecer un espejo, —Necesitó que ambos se ponga espalda con espalda— daba la primera indicación, —Y quiero que digan que es lo que los ha molestado de la actitud del otro.
Ambos Roseheart hicieron lo que el hada indico, podían ver su reflejo y la espalda del otro.
—No entiendo por qué mi hijo insiste en ver a esos chicos— comenzó a hablar la mujer, —Ellos lo obligan a hacer cosas que lo perjudican.
Riddle apretó los puños, —Ellos son mis amigos— dijo en voz baja Riddle, su madre chasqueo la lengua, —Los amigos son una pérdida de tiempo— sentenciaba nuevamente la mujer, —Si tuvieras a alguien sabrías que no es así… pero tú alejas a todos de ti.
Los espejos de cada uno comenzaron a quebrarse de las orillas.
—¿Cómo te atreves?, después de lo que hice por ti— Frances miraba la espalda de su hijo en el espejo.
—Toda mi vida solo hice lo que tú me dijiste sin cuestionar, ¿pero por qué lo que yo quiero está mal?— con cada palabra el espejo de Riddle se agrietaba un poco más.
—Todo lo que he hecho es para volverte más fuerte— una gran grieta apareció en el espejo de la mujer.
—¿Por qué?— el espejo de Riddle se quebró.
—Porque… yo no quería… no quiero que se repita…— el espejo de la señora Roseheart termino por quebrarse también.
—Respóndele a tu hijo, ¿por qué quieres que sea fuerte?, ¿lo recuerdas, la verdadera razón?— Oohel voló alrededor de los dos, ambos Roseheart observaron sus espejos hechos añicos, no podían ver nada.
—Mamá, sé que tú quieres que sea un mago poderoso, pero ¿para qué necesitó serlo?
Riddle se dio la vuelta para encarar a su madre, sin embargo, esta seguía viendo el espejo roto.
El hada observó a la mujer, voló hasta estar lo más cerca posible para que solo ella le oyera, —Si él no sabe lo que paso, la historia se seguirá repitiendo.
Las palabras del hada y del chico de Onboro resonaron en la mente de Frances Roseheart, ella solo asintió, Oohel sonrió y en sus manos hizo aparece su vela.
—Necesitó que ambos la tomen— les indicaba el hada.
La señora Roseheart tomo la vela primero, sentía un calor nostálgico, se dio la vuelta y vio a su hijo a los ojos, por primera vez se sintió tímida ante esos ojos.
Riddle observó a su mamá, nunca la había visto así, parecía frágil. Un poco titubeante el menor tomo la vela también.
De repente el salón y todo alrededor de ellos tres desapareció, una risa infantil comenzó a sonar más y más fuerte, su alrededor se aclaró y pudieron notar que estaban en una casa humilde, en lo que parecía ser la sala había dos personas pelirrojas, una niña y una mujer de mediana edad.
Frances abrió los ojos, había pasado demasiado tiempo desde la última vez que vio ese rostro.
Riddle pudo reconocer que la niña se trataba de su mamá, por lo que aquella mujer que jugaba con la menor era su abuela.
—Mami— dijo en voz baja la mujer.
La puerta del hogar se abrió, un hombre en traje militar entro.
—¡Papá!— corrió la niña a recibir al hombre, pero este la detuvo abruptamente, —¿Pero qué es esto? Deberías estar haciendo la tarea, no me digas que estuviste perdiendo el tiempo otra vez— decía el hombre.
Su madre fue por la niña, el hombre les dio a ambas una mirada sería antes de irse a su cuarto.
La escena cambió, Riddle miro a su madre, nunca le había platicado sobre sus abuelos. Ahora estaban en el cuarto de la menor, su madre cepillaba su cabello, —Papá me odia— dijo de repente la niña.
Su madre abrió los ojos, —No es así cariño, tu papá… no sabe cómo expresar como se siente, pero créeme, eres lo más importante para él— decía su madre mientras acariciaba sus cabellos.
Alguien toco la puerta, su padre entro al cuarto.
Tenía un peluche de un conejo con un reloj en sus manos, —Lo vi… me pareció que te gustaría— decía su padre sentándose cerca de su madre y de ella, la niña tomo el conejo y abrazo a su padre.
—¡Lo adoro!, Papa gracias— gritaba emocionada la niña, su padre la abrazo también.
—Parece que tu familia era hermosa— Dijo Oohel, a lo que Frances solo asintió, —¿Qué fue lo que paso?— pregunto entonces Riddle.
La escena cambió, la menor estaba haciendo su tarea mientras su padre revisaba unos papeles en la sala, su madre estaba en la cocina, de repente comenzó a toser, tanto padre como hija fueron a verla.
—Tranquila, cariño, ve a jugar— decía su madre recuperándose.
La menor hizo caso, cuando los padres se quedaron solos la mujer le enseño a su marido su mano, nuevamente cubierta de sangre.
Volvieron a cambiar, estaban en la calle fuera de la casa. La pequeña Frances regresaba de comprar fresas, quería prepararle una tarta a su mamá para que se sintiera mejor.
Vio a mucha gente afuera sé su casa, soltó las fresas y salió corriendo, su padre estaba afuera.
El hombre al ver a su hija la detuvo, —Papá, ¿dónde está mamá?— pregunto la niña angustiada, este solo negó con la cabeza.
Vio a dos hombres salir de su casa con una camilla.
—No… no… mamá… ¡Mamá!— grito la niña.
Con un nuevo cambio ahora estaban en un cementerio.
La niña veía la tumba de su madre, su padre observo a su hija, iba a tomarla de la mano, pero desistió de eso, —No llores, a tu madre no le gustaría verte así— dijo serio, la niña solo asintió, haciendo el esfuerzo de que sus lágrimas no cayeran.
El hada vio a la mujer, incluso ahora hacía el esfuerzo por no llorar, —En ese momento, no te permitieron sentir— decía el hada tomando las manos de Frances, —pero ahora, date el permiso de llorar la partida de tu mamá.
Por primera vez Riddle vio a su madre quebrarse un poco, cubriéndose sus ojos la mujer comenzó a sollozar, no fue mucho, ya que nuevamente adquirió un semblante serio.
El escenario cambió, padre e hija estaban en el comedor de su casa, —No puedo cuidarte porque sigo en servicio, así que te inscribí en el internado de mi base, recibirás una buena educación… es lo mejor que puedo hacer por ti— explicaba su padre, la pequeña solo asintió.
Varias escenas pasaron, su madre en su nuevo internado, algunos chicos que la molestaban, ella sola a la hora del almuerzo.
En una visita de su padre la niña se quejaba del lugar, resistiendo sus ganas de llorar, —Escucha Frances, si no quieres que nadie te moleste entonces debes estar sobre los demás, ser la mejor, solamente te van a respetar.
Y de esta manera lo hizo, vieron cómo la chica se dedicó a estudiar y mejorar sus habilidades mágicas, ya no era la chica intimidada, ahora era una mujer fuerte, a quienes los demás respetaban, y temían.
Los tres volvieron al cementerio, Frances lucia de unos 18 años, esta vez no lloraba.
Vieron la lápida, ahora sus padres descansaban en el mismo sitio. —Gracias por todo— decía la pelirroja poniendo un ramo de rosas en la tumba.
Volvieron a saltar en el tiempo, una adulta Frances caminaba por un hospital cuando choco con alguien.
—Cuanto lo siento— se disculpaba un joven a quien Riddle reconoció de inmediato, —¿Papá?— decía sorprendido, se veía diferente, aunque si era sincero, los dos se veían totalmente diferentes: joviales, alegres, enamorados, y no como los recordaba en el presente.
La escena cambió, Frances se veía feliz con su nueva familia, en la casa que el menor conocía pudo ver a sus padres con una versión en miniatura de él.
—Riddle, bienvenido— le decía su madre mientras lo arrullaba.
Un corto salto en el tiempo los coloco en otra escena en el mismo cuarto. Ambos padres veían preocupados al médico que atendía a su bebe.
—No recuerdo esto…— decía Riddle, su madre a su lado se tensó, recordando el segundo peor momento de su vida.
—Lo siento— decía el médico sin poder hacer nada más por el bebe.Su padre salió del cuarto para llevar al médico a la salida, su madre se veía triste, toco las mejillas del bebe Riddle con delicadeza.
—Por mi mamá no pude hacer nada, no te perderé a ti también…— decía decidida la mujer.
Volvieron a la oscuridad, ambos Roseheart estaban procesando lo que habían visto. —Espero ahora entiendas… porque hice lo que hice— decía la mujer con su típica mirada seria.
Riddle tenía un mar de emociones en su pecho, quería decirle muchas cosas a su madre.
Oohel lo detuvo, con la mirada le indico que aún no era el momento.
—Señora Roseheart, los dos han visto el pasado, ahora los dos saben el origen, ¿en verdad justifica el presente?— le cuestiono Oohel.
La pelirroja iba a contestarle cuando una nueva voz infantil llamo su atención, pero esta no era alegre.
Vio a su hijo de cinco años y se vio a sí misma, Riddle estaba más serio de lo que recordaba, vio como cuando caminaban por la calle y pasaban frente a la pastelería sus ojos brillaban.
¿Alguna vez lo había notado como ahora?
Una nueva escena vio, a su hijo jugando con el peli verde y el chico gato, no tenía ningún recuerdo de haberlo visto reír así con ella en esa época.
Y luego vio el momento en que lo castigo por haberla desobedecido, ver los ojos de su hijo llenos de lágrimas y a ella misma gritándole, como espectadora, era una escena terrible.
—Yo no… yo solo quería…— decía la señora Roseheart.
Un salto en el tiempo a unos meses atrás, cuando Riddle manejaba el dormitorio con puño de hierro, a la mujer no le gusto ver esa versión de su hijo.
El menor también se encogió en su lugar, verse así mismo en esa época no era agradable.
Y entonces apareció, aquella fiesta de té que termino en desastre, Frances se llevó una mano a la boca al ver a su hijo consumido por el estado Overblot.
—¡Mi mundo mismo se somete a mí! ¡No toleraré ninguna respuesta aparte de, "¡Sí, Lord Riddle"! ¡Está fuera de juego con todos los que me desafían!— decía aquella imagen de Riddle, consumida por el dolor.
Los tres volvieron a la oscuridad.
Frances estaba atónita, callo de rodillas.
Esta vez no pudo controlarse y comenzó a llorar, —Perdóname… perdóname, Riddle— decía la mujer sin atreverse a levantar su rostro.
Riddle vio a su mamá, verla así de lastimada, dolida, verla así de rota le partió el alma.
Antes de que fuera con ella Oohel le susurro algo al oído.
La señora Roseheart seguía llorando en el piso, entendiendo por primera vez todo el daño que su miedo había causado en su hijo, alguien la toco por la espalda, al levantar su rostro vio a Riddle, quien también tenía algunas lágrimas.
El chico tomo ambas manos de su madre.
—Mamá, al fin entiendo todo por lo que pasaste— comenzaba a decirle, —Tú, te quedaste sola desde muy joven, todo lo tuviste que aprender por tu cuenta para sobrevivir.
Madre e hijo se vieron a los ojos, el hada le dio una señal a Riddle y este asintió.
—Pero… pero eso a mí también me afecto, a partir de ahora voy a hacer todo lo posible por sanar el pasado… si tú me dejas, me gustaría que lo sanáramos juntos— finalizaba Riddle apretando las manos de su madre.
Esta volvió a llorar, abrazo a su hijo muy fuerte, —Perdóname… Te amo— decía la mujer al oído de su hijo.
—También te amo mamá.