Chereads / Diamante de la esperanza / Chapter 26 - Capítulo 13: El robo (Partes 1-2)

Chapter 26 - Capítulo 13: El robo (Partes 1-2)

Prólogo

Nos quedamos a dormir en el pueblo de Panchimalco esa noche, pero esta vez compartimos habitación con más gente.

Algunos de ellos no los conozco realmente, al menos Sora y Kuroda-san siguen conmigo.

—¿Tienen pasta dental? —pregunta uno de los compañeros que no conozco, parece ser de primer año.

—Sí, toma. —le responde Kuroda-san mientras le da un tubo de pasta dental con mucha amabilidad.

—¡Gracias, vicepresidente!

Sora se quita los calcetines y se acuesta en la cama del lugar en el que nos hemos quedado.

—Oye, Rasec, ¿tienes comida? —me pregunta Kibo.

—Sí, come a escondidas, por favor, nadie de este país debe verte.

Le doy a Kibo un elote loco en vaso desechable.

Realmente es una noche muy tranquila…

¡Ojalá no hubiéramos llegado hasta la medianoche celebrando!

Sora bosteza y me pregunta:

—Oye, tu país es muy pequeño, pero nos han dicho que no hemos visto todo lo que tiene que ofrecer, ¿es eso cierto?

Es una buena pregunta.

—La verdad, nunca he visitado joya de Cerén, y faltaron muchos otros lugares para visitar.

—¡Increíble, pareciera un país grande!

—¿Qué lugares recomiendas visitar? —me pregunta uno de nuestros compañeros de cuarto.

Con mucho orgullo le respondo:

—El parque Cuscatlán, la costa del sol, la ruta de las flores y el salto de Malacatiupán en Atiquizaya.

—¡Asombroso!

La verdad no he visitado los últimos dos, solo me da risa el nombre, jaja.

Pero si tienen la oportunidad, recomiendo que visiten los más que puedan del país.

Capítulo 13: El robo

Capítulo 13 parte 1

El viaje a El Salvador ha llegado a su fin.

Lastimosamente al día siguiente amanezco con un gran dolor en la mano.

Hacer la pupusa legendaria hizo que se mi mano se haya quemado, ahora tendré que usar una venda…

Antes de irnos, Kuroda-san, Sora, Kenji, Hiroki y yo nos detenemos antes de entrar al autobús para tomar un jugo natural.

—¿De qué va a querer, amor?

—¿De qué fresco tiene?

—Hay de horchata, tamarindo y ensalada.

Umh…

Les digo a mis amigos las diferentes opciones a elegir en japonés.

—Deme uno de tamarindo, por favor. —le digo a la mujer que atiende.

Me da el fresco y Kenji pide el mismo que yo.

—Vaya mi amor.

—¿Eh? Uraseku, ¿qué dijo?

… Le digo en japones tal y como ella lo dijo.

—¡¿Eh?!

—Yo quiero el gris, se ve fuerte. —dijo Hiroki refiriéndose al fresco de horchata.

—Vaya, corazón. —le dijo la mujer que atiende mientras le entregaba el fresco.

—T-te dijo "corazón" …

—¡¿Cómo?!

—¡Yo quiero el que tiene fruta! —dice Sora alegremente.

—Vaya, mi rey hermoso.

—T-te dijo "mi rey hermoso" …

—¡¿Q-qué?!

—Yo no quiero…

Kuroda-san como siempre es muy reservado, pero sin preguntárselo de nuevo, le pido uno de ensalada.

—Vaya, mi amor bello.

—¿Qué dijo?

—M-mi amor bello… ¡ya, subamos al autobús!

Todos sin excepción se sonrojan al enterarse de lo que dijo.

Es normal que se refieran de esa forma a alguien en este país, pero supongo que a ellos se les hace raro…

Ya dentro del autobús, Sora se sienta a mi lado para seguir preguntando de cualquier cosa que podría llegar a ver.

Y obviamente, Nayiks también va con nosotros hablando con unos estudiantes a través de su interprete al japones.

—Y eso fue en los juegos centroamericanos y del caribe, porque ANTES no podía comerme unas pupusas con Marcelo o como se llame ese dj del cumbo en la cabeza, pero AHORA si pude…

Quienes lo escuchaba están realmente admirados.

—Rasec, ¿llevas la pupusa legendaria? —me pregunto Kibo quien sale finalmente del diamante después de mucho tiempo.

—Aguanta, te la daré cuando lleguemos al hoyo.

—Piensa antes de decir las cosas, pervertido…

—¡¿Cómo vas, Uraseku?!

Esa voz fue la de Makoto, se sentó atrás de nosotros, me alegra verlo tan sano nuevamente, pero…

—M-Makoto, si estás feliz, ¿por qué lloras?

¡Makoto estaba llorando a chorros!

—Me perdí todo el viaje, amigo…

—¡Pobre presi! —dijo Sora.

Ahora ambos están llorando a chorros…

Afortunadamente, llevé mi consola portátil y jugamos un rato para que se calmaran.

El viaje de El Salvador a Japón fue demasiado largo, pero finalmente aterrizamos en el aeropuerto de Tokio.

El tedioso viaje en autobús de regreso al lugar en donde vivo también llega a su fin.

Salimos muy temprano de El Salvador para finalmente llegar al instituto Adachi a las tres treinta de la tarde.

Bajo el cielo nublado, todos salimos para toparnos con una sorpresa de parte de Neko-chan y Chisato-chan.

Chisato-chan sostiene un cartel escrito en español que dice "Viembenidoz de buélta"

Al menos hicieron su mejor esfuerzo en escribirlo sin usar traductor, supongo…

Me sorprende que supieran cual es la silaba tónica de "vuelta" y que usaran una tilde, aunque no sea correcto.

Pero, aun así, lo aprecio mucho…

—¡Senpai!

Neko-chan sale corriendo hacia mí y me abraza.

—¡Agh! Me alegro de verte, ¡pero suéltame!

Makoto corre hacia Chisato-chan para abrazarla mientras sigue llorando a chorros.

—¡Chi-Chisato!

—Suéltame, ni…

—Ah, que lindo que alguien te reciba, ¿no crees, Sora? —dice Kenji.

—Sí…

Chikara, Kibo, Ai y Yasuragi salen de sus diamante para tomar aire.

—¡Pew! Al fin pude salir…

—¡Hola, hermanos! —dice Yasuragi alegre de verlos.

—Umh, hola.

Chikara es muy fría…

Hiroki habla con unas chicas mientras que Miru-chan comparte fotos con unas amigas suyas.

Kuroda-san como siempre se queda muy apartado de nosotros.

—Oye, ¿y la pupusa? —pregunta Kibo interrumpiendo mi momento de observación.

—¡Es verdad, la pupusa legendaria! —dice Ai emocionada.

—¡Es solo para mí!

—¡¿No pensabas compartirlo?! —dice Chikara molesta.

Maldición, ya empezaron a pelearse.

—¡No, es solo mía!

Kibo hace un puchero molesto.

—¡Basta, los hermanos comparten! —dice Yasuragi interfiriendo entre Chikara y Kibo.

Yasuragi hace honor al diamante.

—Cálmense, les haré pupusas a todos…—les digo con voz cansada.

—¡Eh!

Los espíritus de nuestros diamantes se lanzan a mi para abrazarme, ¡y Neko-chan aun no me suelta! ¡ME SIENTO CAPTURADO!

—Bueno, Uraseku, ¡nos vemos luego! —dice Sora junto con Kenji que también se despide de mí.

—Chisato y yo nos vamos, ¡adiós a todos! —dice Makoto.

—Nos vemos luego.

Hiroki y Miru-chan se despiden de las personas con las que estaban para reunirse conmigo y Neko-chan.

Mientras nosotros nos vamos, Kuroda-san va solo en la dirección contraria.

Todos alegremente hablan sobre el viaje escolar, Neko-chan escucha atentamente a Miru-chan sobre las cosas que aprendió en el viaje, mientras que Hiroki habla sobre cómo me ganó surfeando.

Ha sido una tarde muy agotadora, pero realmente agradable al juntarme con mis amigos, incluidos los espíritus de los diamantes.

Aunque no participe activamente en la conversación, es realmente hermoso escucharlos.

Capítulo 13 parte 2

Mientras caminamos hacia la pupusería, vemos a Seji-sensei de pie frente a la entrada.

—Buenas, que rápido volvió, Seji-sama. —le dice Miru-chan de forma seria.

—¿Por qué no ha entrado a la pupusería?

Le digo al ver la pupusería abierta.

Un momento, Seji-sensei me dio las llaves, no tendría que estar abierto…

Me acerco para ver el interior del local.

—¡¿Por qué está desordenado?!

¡La pupusería está hecha un desastre!

—Rasec, ¿seguro que cerraste la pupusería? La cerradura no estaba forzada y dudo que haya sido el p*** santa entrando por la chimenea…

¡Ya anda diciendo groserías!

Seji-sensei voltea a verme muy molesto emanando el aura de su diamante.

—¡Maldita sea, olvidé cerrar la puerta!

¡Kibo, ayuda…!

Mis amigos y los espíritus de los diamantes retroceden incluido Kibo…

—¡Se robaron el alcohol! No merece perdón…—dice Chie muy molesto.

Espero salir vivo de esta…

—No te lo perdonaré… entra a la pupusería o lo haré aquí afuera. —me dijo Seji-sensei.

—S-sí…

Entro a la pupusería y cierro la puerta.

No voy a decir lo que pasó ahí adentro.

—¡Seji-sensei, no puede golpear a Uraseku-senpai! ¡tendrá que dejar dinero en el bote!

Basta con describir que dejará una marca de por vida…

Seji-sensei y yo salimos del restaurante, ¡pero el sale con dos palos de escoba partidos por la mitad! Y el bote lleno de dinero.

—Ah… entonces está bien…—dice Hiroki algo asustado.

—Iré por el botiquín…

—Yo te acompaño…

Miru-chan y Neko-chan van por el botiquín del restaurante.

Luego de un rato entramos al restaurante y Miru-chan le sirve un té a Seji-sensei.

—Lo lamento, Rasec, creo que no debí haberte penquiado tanto.

Penquiar es sinónimo de "golpear".

—No se preocupe, Seji-sensei…

Neko-chan empieza a vendarme como una momia.

A este punto oponer resistencia sería imposible…

—Al menos ya nos alcanza para los uniformes de batalla. —dice Hiroki viéndole el lado bueno a esto…

—¡Pero senpai está muy herido! —dice Neko-chan. —Uy… que pectorales…

—¡No digas esas cosas, eres una niña!

¡¿Y qué pectorales?! ¡apenas tengo algo que divide mi cabeza del estómago!

Seji-sensei junto con Chie se ponen de pie.

—Ayúdenme a limpiar y ver que se salvó, sé que vienen cansados, pero en serio necesito de su ayuda, jóvenes.

A pesar de nuestro cansancio, decidimos ayudarle a Seji-sensei.

Realmente el que hizo esto debe tener algo en contra de nosotros…

Podría ser el portador de un diamante invertido.

Tendría sentido ya que aquí trabajamos todos los portadores de un diamante normal.

Mientras limpio, poco a poco se van cayendo mis vendas, las recojo y las lanzo a la basura.

Al dirigirme al almacén, encuentro que el maíz también fue robado, pero junto a ello escucho el chillido de un perro.

Al final, termino encontrándome con un pequeño Shiba Inu tirado en el piso, una raza muy común aquí en Japón.

—¡Ah! Shhh.

Lo callo suavemente para que nadie lo escuche.

Este perro no se pudo haber comido todo, pero si Seji-sensei lo ve de seguro lo ahuyentará con un palo.

—Hyun…

Ese fue el chillido del perro.

Al prestar atención, me doy cuenta de que tiene manchas de sangre seca en la pata delantera derecha junto con un corte.

—El perro parece no haber comido…

—Uraseku-senpai, ¿necesitas ayuda?

Esa fue Miru-chan quien se acercó al verme inmóvil por un momento.

—¡Ah! Es el perro de Ono-san.

—¿Ono-san?

—Si, el líder de servicios comunitarios del consejo estudiantil.

No me acordaba de él…

Le digo Miru-chan que el perro está herido, y junto con Neko-chan le vendan la pata.

Poco a poco yo me voy quitando las vendas que se empezaban a caer por si solas.

El dolor ya no es tan fuerte, puedo continuar como siempre.

Seji-sensei se dio cuenta del perro de igual forma.

—Ese chucho está muy chuco, no me lo pongan en los asientos porque está tirando mucho pelo. —dijo Seji-sensei.

—Rasec también tira mucho pelo, supongo que en algo es similar a un perro…—dijo Kibo de forma sarcástica.

Habrá que avisarle al dueño del perro para que se lo lleve antes de que Seji-sensei se moleste más.

—¿Le llamo a Ozono-san? O como se llame. —les pregunté.

—¿" Horrizono"?

Tenía que salir Seji-sensei con su referencia a Los Picapiedra.

—Ono-san…—responde Miru-chan. —ya le avisé, viene en camino.

Hiroki, muy cansado se lanza a uno de los bancos del restaurante.

—Pew… no me quedaré a bañar a ese perro, estoy muy cansado…

—No tienes por qué hacerlo, el dueño viene en camino. —le responde Neko-chan.

Chie entra a la pupusería después de comprar una botella de sake, y al vernos con un perro nos dice:

—¿Ya vieron el corte en la pata del perro?

Por las vendas es un poco difícil verlo.

—La mancha de sangre que deja en la venda es propia de algún cuchi. *hip* llo para carne.

¿Un cuchillo para carne?

—De seguro quisieron hacer tacos con él. —dice Seji-sensei.

Ummh… supongo que el perro ya tiene un nombre, pero por esa broma podría llamarlo "taco".

—Seji-sensei, lamento no poder quedarme más tiempo, Ai y yo tenemos que regresar a casa. —le dijo Miru-chan mientras hace una reverencia en señal de disculpa.

—No te preocupes, sé que están cansados, vayan todos a casa por favor. —les responde Seji-sensei.

Mi maestro es bastante amable y comprensivo en el fondo.

—¡Hasta luegui! —dicen Neko-chan y Yasuragi al mismo tiempo mientras salen del restaurante.

—Nos vemos…—dice Hiroki saliendo con su cara de orgullo de siempre.

—¿Y la pupusa? —pregunta Chikara mientras Hiroki se la lleva a fuerzas.

—¡Adiós! —dice Ai alegremente.

—¡Nos vemos pronto, Seji-sama, Kibo, y Uraseku-senpai!

Miru-chan se despide de nosotros con su tan radiante sonrisa de siempre.

—Tengo que desempacar, por mientras cuida la pupusería.

Seji-sensei toma sus maletas, y antes de irse me voltea a ver muy seriamente.

—Hablo en serio, cuida la pupusería, si no lo haces te destruiré. Créeme…

¡Qué miedo!

Seji-sensei se va seriamente mientras que Chie lo hace bailando muy enérgicamente.

La pupusería me queda a mí solo nuevamente.

Veré que le pasa al perro.