Chereads / Diamante de la esperanza / Chapter 31 - Capítulo 15: El portador del diamante de la fuerza (Partes 3-4)

Chapter 31 - Capítulo 15: El portador del diamante de la fuerza (Partes 3-4)

Capítulo 15 parte 3

— Ya veo, así que Hiroki se ha enfermado y por eso no podrá venir a entrenar, es una pena.

Después de clases, les digo a Makoto y a Kenji el por qué Hiroki no se presentó este día.

— Una gripe se pasa rápido, amigo, solo dale tiempo. — le dice Kenji.

— Es verdad, por cierto, Uraseku, ¿por qué aun no te has ido? Creí que Seji-sensei te pedía llegar temprano los días que no hay reunión del consejo o clubes.

— Estoy esperando a Miru-chan.

— ¡Oh!

Muy alegremente empiezan a elogiarme y a verme con unas sonrisas picaras.

— ¡Uraseku, te he enseñado muy bien! — me dice Kenji llorando de una forma exagerada.

Kibō al vernos así nos dice:

— ¿Te elogian por tener novia? Que yo sepa tú no tienes, bueno, no una real.

— ¡Oye, era nuestro secreto! Espera… ¡¿piensan que Miru-chan y yo somos novios?!

Al pensar en eso, no puedo evitar sonrojarme.

¡¿Por qué solo piensan en eso?!

— ¡¿De qué más íbamos a estar hablando, amigo?! — me responde Makoto.

— ¡S-se equivocan! Solo iremos a visitar a Hiroki, ¡no somos más que amigos!

Lastimosamente… me tendré que conformar con chicas de anime.

— Bueno, Sakurai-san no parece interesada de todos modos. — dice Makoto.

¿No está interesada…?

No sé si sentirme bien o mal por eso, supongo que bien ya que no caería ante cualquiera.

Pero mal porque no caería enamorada de mí…

— Y yo creí que finalmente tuviste novia…— me dice Kenji llorando de forma graciosa nuevamente.

¿Finalmente? ¿habrán perdido las esperanzas de que tenga novia?

— Antes de eso conoceré, me casaré y me divorciaré de la chica de rojo. — dice Kibō.

— No presumas tanto, Boki.

— ¡Soy Kibō, Racasec!

Mientras discutimos, llega Miru-chan junto con Ai-chan.

— Hola.

— Hola, Sakurai-san. — le dice Kenji.

— He oído que visitarán a Hiroki, por favor, cuiden de él. — le dice Makoto haciendo una reverencia.

— ¡Bien! Vamos, Uraseku-senpai, Kibō.

Muy alegremente nos vamos.

Realmente me gusta ir acompañado, aunque a veces no sepa de que hablar y quedemos en silencio incomodo…

Kenji y Makoto quedan entre ellos y hablan.

— ¿Crees que Uraseku tenga oportunidad con ella? — pregunta Kenji.

— Ella confía mucho en él, aunque no lo creas.

— ¿Cómo estás tan seguro?

— Ellos siguen siendo amigos desde que se conocieron por primera vez, o eso me contaron ambos. En fin, es más probable que tu consigas novia antes que él, eso seguro.

— Eso es imposible, amigo, él es más guapo, pero ahora que lo pienso quizás yo sea más normal, no tengo novias imaginarias…

Después de una caminata junto con Miru-chan, Kibō y Ai, llegamos a nuestro destino.

Toco la puerta y nos recibe su madre.

— ¡Miren quienes son! ¡Los amiguitos de Hiroki y sus trapos que vuelan!

— ¿Amiguitos?

— ¿Trapos?

Eso dijimos Kibō y yo al mismo tiempo.

— Venimos a ver como sigue Hiroki. — le dice Miru-chan alegremente.

— ¡Son unos chiquillos muy considerados y amables! Adelante, adelante.

Kibō y yo nos mantenemos con un rostro inexpresivo mientras Miru-chan y Ai están emocionadas.

Me pregunto si la madre de Hiroki lo tratará como a un bebé, por la forma en como habla…

Es eso o supongo que su madre lo quiere mucho.

— Con permiso.

— ¡Pueden ir a su cuarto si quieren, está bien de salud así que no creo que se contagien!

Tomo asiento junto con Kibō y le digo a Miru-chan:

— Pueden subir si quieren.

— ¿No vendrás?

— No creo que le agrade del todo mi presencia.

La madre de Hiroki se acerca a mí y casi a la fuerza me levanta.

¡Me toma realmente fuerte del brazo!

— ¡Agh!

— ¡Tienes que entrar, a mí niño lindo le gustará ver a su amiguito!

¡Si supiera que en realidad no somos amigos…!

Subimos la escalera y nos deja a todos frente a la puerta de Hiroki.

— ¿Cómo creen que será su cuarto? — pregunta Ai— chan.

— No me lo imagino del todo. — le responde Miru-chan.

De repente, comienza a sonar una canción desde la parte de adentro de su cuarto.

Esa canción… ¿Miku? ¡¿está oyendo música de Miku?!

Kibō y yo nos vemos el uno al otro inexpresivos.

— Kibō, supongo que no es tan rudo como imaginé…

— Es solo que todos tienen un lado tranquilo, supongo…

Toco la puerta, y desde dentro Hiroki nos dice:

— Ahora no tengo hambre, mamá.

— Somos Miru y Uraseku-senpai. — le responde Miru-chan.

Dicho eso, se escucha un gran ruido desde adentro y la música finalmente se detiene.

Sin su permiso abro la puerta y lo encuentro de pie intentando regresar a la cama.

— ¡¿Qué hacen aquí?!

El saber que escucha esa música hace que me de risa, pero debo aguantarla mientras esté aquí.

Su cuarto no es tan rudo como pensé, incluso tiene cosas que fácilmente yo pondría, exceptuando las decoraciones sobre deportes.

— Venimos a visitarte, pero si quieres ya nos vamos. — le responde Kibō algo indiferente.

Hiroki antes de decir algo, empieza a toser un poco.

Miru-chan se acerca a verlo y toca su frente.

— ¡Aún te ves mal! Déjanos cuidarte por favor, Hiroki— kun.

— B-bueno…— dice Hiroki sonrojado.

Ese tipo tiene suerte…

— Por cierto, Hiroki, ¿qué estabas escuchando? — le pregunto.

— ¿Umh? Te estarás imaginando cosas.

— S-supongo…

Obviamente no me lo imaginé, se ven los posters de Miku en su cuarto, pero Miru-chan está aquí, aunque él sea malo conmigo no tengo que serlo yo con él.

Pasado un rato, Miru-chan cambia las toallas que usa mientras Kibō y yo nos quedamos sentados en un lugar cerca de él para que no piense que estoy revisando sus cosas.

Mientras tanto, Kibō y yo hablamos en voz baja.

— Oye, Rasec, ¿sabías que le gustaban estas cosas?

— No, es muy bueno escondiendo sus gustos…

— Listo, con esto mejorarás rápido, también gracias a tu diamante. — le dice Miru-chan.

— G-gracias…

Ai-chan se acerca y le arroja un valde con agua.

— ¡Ah!

— ¡Ai-chan!

Realmente es difícil contenerse la risa.

— Creí que necesitaba enfriarse…

La madre de Hiroki entra con una toalla seca y comienza a frotarlo.

— ¡Descuiden chicos, son cosas que pasan!

— Me estoy aburriendo…— dice Kibō.

— Si es así entonces… ¡¿quién quiere ayudarme a preparar la sopa?!

— ¡Yo!

Miru-chan, Ai-chan y Chikara gritaron con mucha emoción.

¿Chikara?

Chikara sale a toda prisa de un estuche de lápices arrojando todo al piso.

No me di cuenta de que estaba escondida ahí…

— ¡Yo voy a lamer la cuchara! — grita Chikara mientras rápidamente baja.

— ¡Oye, no te lo comas todo sin mí! — dice Kibō mientras los sigue rápidamente.

— ¡E-esperen…! — les digo, pero se fueron realmente rápido.

Hiroki y yo quedamos los dos solos.

Odio cuando paso esto… siempre causo momentos incomodos.

Capítulo 15 parte 4

— S-se fueron…— le digo a Hiroki.

— Sí. — me responde con su rostro serio de siempre.

Aparto la mirada de él intentando no ver sus cosas, pero al ver tantos posters se me hace imposible.

— V-veo que Chikara tenía razón al decir que tenías posters similares a los míos, eso explica la canción de antes…

— ¡Ya, no mires los posters!

— L-lo siento… ¡por cierto!

Abro mi mochila y saco unas hojas.

— Esta es la tarea que dejó Huevito-sensei, te he traído las copias.

— Gracias, ponlas en la mesa, no me puedo levantar.

— P-pero cuando entré te vi de pie, así que…

— ¡No es cierto, no me viste de pie!

— L-lo siento…

— ¡Deja de disculparte!

— Lo siento…

— Tch…

Otro silencio incomodo invade la habitación nuevamente, eso causa que escuchemos más fácilmente lo que hacen abajo la madre de Hiroki, Miru-chan y los espíritus de nuestros diamantes.

— No le pongas tanta sal a la sopa, querida. — le dice la madre de Hiroki a Miru-chan.

— ¿Sal? Creí que dijo "azúcar" …

— ¡Será una sopa muy dulce! — dice Ai-chan emocionada.

— No probaré eso…— dice Chikara.

— ¡No te comas el pollo! — le grita Kibō a Chikara.

No entiendo realmente que están haciendo ahí abajo…

— ¡V-vaya, sí que hay mucho ruido!

¡¿Por qué hablo como un personaje de caricatura?!

— Así que aquí vives, Hiroki, ¡tu padre debe estar trabajando y por eso no lo he visto de seguro!

Tan serio como siempre, voltea a verme y me dice:

— Mi padre está muerto.

— L-lo siento…

— ¡Qué dejes de disculparte!

Esto… no sé cómo me hace sentir…

— Creo que fui un poco imprudente…

— Da igual, murió hace diez años, apenas tenía seis.

— Realmente no lo sabía.

Hiroki suspira y voltea a ver la ventana.

— Supongo que él se lo buscó. No te imaginas el daño que le hace la nicotina a tu cuerpo, tanto como para desarrollar un cáncer.

— ¿Tenía problema con eso?

— Sí, por eso mi madre se aterra si me ve haciendo algo que no debo… mi padre era bastante fuerte, si siguiera vivo el diamante que yo llevo le perteneciera a él.

— No creí que estuvieras solo con tu madre…

Realmente me hace sentir triste el saber esto…

— Desde que estoy solo con ella tengo como objetivo hacerme mucho más fuerte para defender a mi madre de cualquier persona que quiera hacerle daño, porque si la llego a perder… no tendré excusa para perdonarme…

Hiroki cierra el puño mientras dice eso.

— A diferencia de lo que todos piensan, no soy fuerte para intimidar a nadie que no se meta conmigo, así que no tienes que preocuparte, Uraseku, no te haría daño a menos que te lo merezcas.

Eso me lo dijo con una mirada indiferente.

Realmente he entendido por lo que está pasando Hiroki…

Desde hace tiempo que no sé nada sobre mi padre, solo me saluda en navidad o año nuevo.

Cuando estoy a punto de decirle algo con una expresión sonriente por descubrir esta etapa suya, entran su madre, Miru-chan y los espíritus de nuestros diamantes de forma escandalosa.

— ¡Hiroki, tu sopita!

— Q-quedó un poco dulce, ¡pero espero que te guste! — le dice Miru-chan.

— Pero no podrás encontrar pollo. — le responde Chikara indiferente.

— ¿Quieres un poco, Uraseku-kun? — me pregunta Ai.

Hiroki y yo vemos con inexpresividad esta extraña sopa.

— Si fuera tu no probaría esa sopa…— le digo a Hiroki.

— No lo haré…

— ¡No, mi niñito debe comer sano! ¡Miru-chan fue muy amable al venir a cuidarte!

— B-bueno… creo que me voy, me alegra que estés bien, Hiroki.

Tomo a Kibō y lo pongo en mi hombro mientras la madre de Hiroki me pregunta:

— ¿No puedes quedarte más?

— No, t-tengo que regresar con Seji-sensei.

— ¡Ash! Ese viejo explotador de niños… dejaré que Hiroki siga yendo solo para estar con sus amiguitos.

Después de despedirme de todos, me retiro y voy a la pupusería pensando en la situación de Hiroki.

— ¿Qué hablaste con Hiroki? — me pregunta Kibō mientras descansa en mi hombro.

— Nada importante.

Supongo que son cosas que no debería contarle a nadie, si me contó algo así es porque confía en mí.

— Dímelo, lo sabré pronto de todos modos.

Había olvidado que Kibō puede ver mis pensamientos… da igual, siempre se va a enterar.

— Entérate por tus propios medios entonces.

Hiroki actúa así para proteger a su madre.

De no ser por el diamante creo que no me habría contado algo así.

No es tan malo como yo pensaba.

Ha sido muy fuerte por contarme eso, supongo que por eso el diamante lo eligió.

Ambos continuamos el camino hacia la pupusería en silencio.

Al llegar, vemos un cliente salir de la pupusería dejándola sola.

— Buenas tardes, Seji-sensei.

— Se ve demasiado lleno aquí…— le dice Kibō de forma sarcástica.

— Déjense de tonterías y busquen algo que hacer.

— Entonces, ¡quiero dos pupusas, Rasengan!

Me responde alegremente.

— No me llames así, además, ya comiste pollo.

Me pongo el uniforme de pupusero que hizo Miru-chan y me pongo a limpiar la plancha.

Seji-sensei va al almacén para buscar más queso.

Pero en eso, llega una repartidora en una motocicleta pequeña.

Se baja, saca una bolsa de la mochila y se quita el casco.

Entra y pone la bolsa en la mesa más cercana a mí.

— Tu pedido.

Es una chica linda, su cabello negro no tan largo y es revuelto, grandes ojos y una expresión seria.

Pero me da un poco de nervios, no solo porque es mujer, sino porque me da una mala vibra…

Capítulo 15 parte final

— ¿M-mi pedido?

— ¿Pediste algo? — me pregunta Kibō.

— No he pedido nada.

La chica me ve mucho más seria.

— ¿Uraseku? ¿el del diamante?

— S-supongo…

¿Cómo sabe lo del diamante? Solo se lo he contado a pocas personas.

— En fin, yo ya entregué el pedido, haz lo que quieras con eso.

— ¡N-no pagaré por algo que no pedí!

— Está pagado, te dije que hagas lo que quieras con eso.

Se pone su casco y se va sin despedirse.

— ¿Quién habrá pedido eso? — pregunta Kibō.

— Supongo que Seji-sensei pidió algo a mi nombre.

No es común que pida algo.

— Entonces da igual, ¡ábrelo, Rasengan!

— Que no me llames así…

Abro la bolsa, y lo que encuentro me deja realmente sorprendido.

¡Eso es…!

Encuentro una pupusa de frijol con queso, un chocolate y una nota.

— ¡Ah! ¡esto es imposible!

Es imposible… ¡nadie en Japón más que Seji-sensei y yo hacemos pupusas! ¡y si tuviéramos competencia no creo que él les pidiera algo!

Bueno, puede que otros hagan pupusas… ¡pero es inaudito!

Tomo la nota y Kibō la lee.

— Un regalo con mucho amor para Uraseku, de parte de "algo nuevo en la ciudad". Mr. M.

— ¿Pupusas de la competencia? Me pregunto si tendrán algo malo.

Ni siquiera sabía de la existencia de una tal competencia.

Seji-sensei sale con una cara picarona.

— ¡Jeje! Escuché la voz de una chica.

¡Maldita sea, tengo que ocultar las pupusas que mandaron!

Kibō y yo intentamos ocultarlas detrás de nosotros.

— ¡Ah, Seji-sensei! S-se equivocó de lugar y se marchó.

— Déjate de tontería…— me dice Chie que está al lado de Seji-sensei.

— ¡S-sí, nos vemos luego!

Disimuladamente, Kibō y yo terminamos de esconder las pupusas y poco a poco nos vamos.

Seji-sensei y Chie se quedan solos.

— Chie, esto está muy raro, más de lo normal.

— Sí.

— En fin, síguelos para ver qué diablos ocurre.

— ¿En serio?

Chie se emociona y saca una lupa y una gorra de detective.

— ¡Es buen momento para usar estas cosas que encontré tiradas por ahí!

Dicho eso, Chie va a la casa que es el lugar al que fui con Kibō.

— ¿Quieres probarla? — me pregunta Kibō.

— No, no sé qué es lo que tienen.

Estas pupusas no las ha hecho Seji-sensei, y mucho menos yo, pero tampoco quiero tirarlas.

— Tengo que llega al fondo de esto… puede que nos hayan robado la receta cuando entraron a la pupusería…

Parece que Kibō y yo estamos de acuerdo en eso.

Chie nos vigila por detrás muy disimuladamente para que no podamos localizarlo.

Si alguien está usando la receta de Seji-sensei entonces debería investigar de qué lugar vienen estas pupusas, y debería ver quién es ese tal mr. M.