Capítulo 14 parte 3
Suena la campana del instituto de la tercera hora de clase, estuve las primeras dos en el salón de maestros explicando mi caso.
Me presento con algunas curitas en el rostro por las heridas que aún no terminaron de sanar.
Kibō bosteza mientras reposa en mi hombro izquierdo.
Sin embargo, siento preocupación, no porque vuelva a pasar algo similar, sino porque todos se me quedan viendo extraño…
— Ha estado una semana en el hospital…
— Desde que tiene ese diamante está muy herido y lastimado.
— Y yo que creí que era una clase de juguete o algo así…
— ¿Será la marca de algún grupo criminal?
— ¿Estará metido en algo turbio?
— Pelea mucho, de seguro con bandas callejeras.
— No lo parece, pero debe ser realmente malo…
— Yo escuché que mató a alguien.
— ¡No digas eso!
Hiroki los observa desde lejos para después alejarse de manera seria.
— Tenían que salir todos con sus rumores…
— Que no te afecte, solo recuerda no contar nada de lo sucedido para llevar un perfil aún más bajo. Siempre pasabas desapercibido en el instituto, solo haz lo de siempre.
— Lo intentaré, Kibō.
A pesar de todo el murmullo que llevan, logro llegar a mi salón sin decir una palabra.
Tomo mi asiento, y como siempre, Kenji se acerca a mí.
— Oye, ¿estás bien? Todos dicen que estás matando gente por las noches.
— Los rumores son solo eso, no les hagas mucho caso.
— Ya decía yo, te creo incapaz de hacer algo así… ¡ni siquiera te imagino matando una mosca!
No sé qué pensar de eso…
— Es a mí a quien quieren matar la verdad.
— ¡Rasec! — me grita Kibō. — no cuentes eso.
— Ah, perdón, lo había olvidado.
Kenji saca un cuaderno de su mochila y me lo entrega.
— Por cierto, dejaron mucha tarea todo este tiempo, toma mis apuntes si los necesitas.
— ¿Umh? Usualmente no tienes muchos apuntes en tus cuadernos, ¿seguro que me estás dando algo realmente?
— Al no estar tú me puse a trabajar en serio, amigo.
Kenji sería bastante aplicado si dejara de darle mis apuntes…
— Gracias.
— Deberías tomar tus apuntes, aunque Rasec esté aquí…— le responde Kibō.
— Nah, ¡siempre puedo confiar en mi buen amigo el Uraseku-chan!
Esperaba que dijera eso…
Mientras hablábamos de eso, entra el profesor de ciencias naturales, Correcto-sensei.
— Buenos días jóvenes. — dijo mientras entra con un café.
Aun me duele el brazo como para tomar apuntes… tardará un poco en recuperarse supongo.
Pero al tener tanta tarea prefiero hacerla ahora mismo ignorando la clase de hoy.
Lo bueno es que Kenji tiene una letra bastante legible, me ahorrará mucho tiempo.
Así pasan las horas, Kibō se ha mantenido dormido durante todo este rato y Kenji al parecer comienza a tomar apuntes, sorprendentemente.
— Uff…
Acabo al menos tres trabajos fáciles, el almuerzo me vendrá bien para bajar tanta presión y dolor.
El instituto es realmente oscuro cuando el sol no brilla tanto.
Durante el almuerzo, junto con Kibō buscamos un lugar para comer.
— ¿Qué te parece ahí?
— ¿Bajo las escaleras? Puede ser un buen lugar.
Me acerco a ver, pero veo a una chica de cabello negro con auriculares sentada.
Me asusto un poco y decido irme sin decir nada para que no se entere que estuve ahí.
— E-está muy sucio… mejor busquemos otro lugar.
— Eres muy delicado…
Una chica bastante extraña la verdad, igual no me parece extraño encontrar gente solitaria.
Kibō y yo decidimos investigar la azotea aprovechando que está fresco y no está lloviendo.
Al abrir la puerta me encuentro con un leve viento agradable y un cielo gris.
— Supongo que podremos pasar aquí, Kibō.
— Sí.
Pero antes de sentarme…
— ¿Zeido-san?
— ¿Umh? ¿Kuroda-san?
Parece que Kuroda-san estaba aquí antes.
— V-venimos a comer aquí, esperamos no molestar…
— Para nada, pero ¿y tus amigos?
— No quiero que los vean mal por estar conmigo, ya imaginarás por qué.
— No creo que les importe.
Se sienta en el piso apoyando su espalda en las rejas de protección de la azotea.
Decido hacer lo mismo mientras Kibō saca su comida.
— No quiero que los vean mal, y tampoco quiero que te vean mal a ti por estar conmigo.
— No me importa, nadie puede vernos aquí. Además, la opinión de los demás también me da igual, supongo que por estas cosas muchos piensan que no me gusta socializar, pero en realidad es porque nadie sabe nada de mí.
No sabía que Kuroda-san pensaba eso…
— ¿Por qué me cuentas esto a mí? — le pregunto.
— Por naturaleza somos seres sociales, incluso la persona más solitaria del mundo necesita tener contacto con alguien.
Él saca su comida muy seriamente para luego ver el cielo con una sonrisa y decirme:
— No me importa lo que vayas a hacer ahora, pero eres bienvenido para almorzar conmigo si quieres.
Realmente siento el aprecio que pueda tenerme… aunque sea prácticamente nuevo en este país, me alegra que sienta confianza como para contarme esto.
— ¿Lo ves, Rasec? ¡tengo hambre! ¡solo comamos! — grita Kibō hambriento.
— En ese caso acepto la invitación.
Kuroda-san destapa su comida, tiene arroz, pollo de color naranja y pan, luce realmente delicioso.
A Kibō le brillan los ojos.
— ¡Oh, luce delicioso! ¿Quién lo preparó?
— Lo he preparado yo mismo.
— ¡Asombroso! ¡sigues siendo un maestro de la cocina!
Mientras ellos hablan, saco de mi mochila una bolsa de plástico con dos pupusas de frijol con queso.
No es sorpresa que coma esto…
— Ay, se me destartalaron…
Eso lo dije en español, bueno, destartalar no lo es tanto, básicamente dije que se me deshicieron, supongo que es algo que pasa normalmente con las pupusas frías.
— ¿Esas son pupusas? — preguntó Kuroda-san.
— S-sí… ¿quieres probar?
— Creo que paso por esta vez, escuché que la primera vez que lo pruebas te enfermas del estómago.
Ahora entiendo por qué Miru-chan se enfermó.
— S-sí, tienes razón, jaja.
Seguimos comiendo tranquilamente en silencio por un rato, cuando de repente decide hacerme una pregunta.
— ¿Puedo preguntar por qué estuviste en el hospital?
Es muy directo…
— T-te lo diría, p-pero Seji-sensei me pidió no hablar de eso.
¡¿Por qué no paro de tartamudear?!
— ¿Seji-sama? ¿es el líder de su grupo?
Kibō y yo escupimos el refresco muy sorprendidos al escuchar eso.
— ¡Rasec!
— ¡L-lo lamento, no debí hablar demás!
— ¿Eh?
Kuroda-san no se entera de lo que está pasando, pero no debe saber mucho de lo que hacemos en el grupo de los diamantes.
Él se queda confundido, así que mejor decido disimular comiendo.
Capítulo 14 parte 4
Justo mientras disimulo, alguien intenta abrir la puerta de la azotea.
Me levanto preocupado mientras que Kuroda-san se queda tranquilo.
Para mi sorpresa, entra Makoto.
— ¡Uraseku! Te estuve buscando, no creí que estarías con Kuroda-san.
— Ah, eras tú, creí que sería algún profesor.
— Saben que está prohibido estar aquí arriba, ¿no?
— ¿P-para qué me buscabas?
Kuroda-san nos observa en silencio.
— Creí que almorzaríamos junto con Kenji, como siempre.
— Es que no quería que los demás los vean raro por estar conmigo, por los rumores que corren sobre mí y eso.
Makoto se dirige a la puerta de la azotea y me dice:
— No sea tonto, deja los rumores a un lado y estos desaparecerán.
— ¿Tú crees?
— ¡Pues claro!
Kibō se mete en la conversación y me dice:
— ¿Ves? Te dije que no era necesario distanciarse de los demás.
Los miro con un rostro inexpresivo ya que él me dijo que me distanciara.
Soy realmente muy manipulable… debería trabajar en eso.
— En ese caso… iré con ustedes si Kuroda-san nos acompaña.
Kuroda-san aun sentado me dice:
— Creo que pasaré esta vez, pero gracias por la invitación, Uraseku-san.
— Tranquilo, Uraseku, llevo conociendo a Kuroda-san desde hace tiempo y siempre ha sido así de solitario.
— Y-ya veo, entonces…
Me acerco a Kuroda-san.
— A pesar de no haber pasado mucho tiempo contigo, me alegra ser una de las personas con las que has hablado tan abiertamente.
— ¿Eh? ¡¿De qué hablaron?! — se pregunta Makoto.
Kuroda-san se pone de pie y me dice:
— Sí, continuaremos esta conversación después, nos vemos.
Dicho eso, me voy a la puerta y Makoto le dice:
— No estés mucho tiempo aquí arriba o te meterás en problemas.
Kuroda-san sin decir nada nos hace un gesto de adiós mientras Kibō va hablando sobre comida con Makoto.
Luego de eso, Makoto, Kibō y yo nos vamos a comer juntos con Kenji.
Kuroda-san es alguien bastante solitario, un poco como yo en mis inicios aquí.
Cada vez estoy más interesado en por qué él es así.
Fue otro día más en el instituto de no ser por mi conversación con él, lo que quiero ahora es solo irme a trabajar y luego dormir.
A la salida, Miru-chan junto con sus amigas van hablando.
— Oye, ¿por qué te sigues juntando con el chico gris? ¿no has oído lo que hizo?
Hiroki escucha de lejos la conversación que llevan.
— ¿Chico gris? ¿Uraseku-senpai? ¿hizo algo malo?
— ¡¿No lo sabes?!
— ¡Dicen que mata gente!
A Miru-chan le causa gracia eso que dijo su amiga.
— ¡Vamos, eso no es verdad! — les responde con una sonrisa.
— ¿Por qué lo defiendes?
— Sí, ¿acaso eres cómplice?
— B-bueno…
Al verla en problemas, Hiroki entra en la conversación.
— ¡Hola, chicas!
— ¿Sakamoto-kun?
Miru-chan se sorprende al verlo.
— No creo que ese tipo gris pueda matar una mosca, solo mírenlo.
Hiroki dice eso mostrándole a las chicas lo que hago en ese momento.
Me encuentro con tako, el perro de Ono-san, y lo acaricio para luego decirle:
— Muy bien, sé que puedes hablar, no se lo diré a nadie si lo haces.
Tako parece confundido pero alegre como siempre.
Al ver esta situación, Hiroki y las amigas de Miru-chan me miran de manera inexpresiva.
— ¿Lo ven? Si fuera peligroso ya le hubiera dado su merecido, ¿verdad, Chikara?
— ¡Sí, le habríamos demostrado quien manda! ¡ese debilucho no sería rival para nosotros!
— Pero tú también tienes sus poderes, ¿no serás un cómplice también?
— ¡Chicas! Créanme que él, Miru-chan ni yo somos una amenaza. Diariamente entrenamos para encontrar al verdadero enemigo, no se preocupen, las defenderé a todas ustedes.
— ¡Asombroso, Sakamoto-kun!
Las chicas se emocional al oír eso viniendo de él.
— Hiroki-kun, recuerda lo de llevar un perfil bajo. — le recuerda Miru-chan.
— Ah… sí.
Después de eso, Sora llega donde mí.
— ¿Qué haces hablándole al perro?
— ¡Ah, Sora! E-estaba esperando a Ono-san, dijo que iría a casa conmigo hoy, déjame ayudarte con los libros.
Tomo los libros de Sora y en eso llega Ono-san.
— Buenas.
Kibō al verlo le dice:
— Otra vez se te escapó el perro.
— De seguro hizo otro túnel en la tierra, tendré que llevármelo, ¿qué tal si tomamos otro camino y vamos a la casa de Sora-san para dejar sus libros?
— Mi casa está cerca de la pupusería, ¡pueden quedarse a comer un ramen de cerdo si quieren!
— ¿Un ramen? — pregunta Kibō.
— ¿No lo sabes? La mamá de Sora-kun tiene un restaurante de ramen. — le responde Ono-san.
— Pues venga, que estos libros pesan…
Finalmente nos vamos a la casa de Sora, espero que Seji-sensei no se moleste de que no llegue temprano.
Una de las amigas de Miru-chan al ver la situación dice:
— Pues ahora que lo dices, parece bastante inofensivo.
— ¿Lo ven? — les dice Hiroki.
— Incluso parece lindo…
Al oír eso, Hiroki se molesta.
— ¿L-lindo? ¡no hablé cosas buenas de él para esto!
— ¡No, no, tú eres más lindo, Hiroki-kun! — le responde una de las chicas.
— Como sea…
— ¡Hi-Hiroki!
Hiroki se va y Chikara lo sigue apresurada.
Miru-chan al verlo le sonríe de lejos como muestra de agradecimiento por sacarla de esa situación.
Cada quien se va por su lado, Hiroki se encuentra a Makoto y va con él, Miru-chan va con sus amigas y yo me voy con Sora, Ono-san y Kenji que apareció tras nosotros.
— Venga, amigo, ¡si se trata de ramen invítenme también! — dice Kenji.
— ¿Es bueno el ramen? — le pregunta Kibō.
— Es mejor que una pupusa, ¡jajaja! — dice Sora burlándose.
— Ni tú te la crees… pero aun así me gustaría probar el ramen que preparan.
Ono-san muy seriamente me pregunta:
— Oye, con respecto a los rumores que hay sobre ti, ¿estarás bien?
Muy alegre le respondo:
— Los rumores son solo eso, prefiero no tomarle importancia y ellos solos desaparecerán.
Todos me sonríen de vuelta, pero…
— ¡Cuidado! — me grita Sora.
Me tropiezo… ¡en una estúpida piedra que por algún motivo estaba aquí puesta!
— ¡Ah!
Los libros me caen encima.
— ¡¿E-estás bien?!
Eso me dolió, pero prefiero reírme de la situación y todos vuelven a sus sonrisas.
— Mira que eres raro, amigo. — me dijo Kenji.
Me ayudan a levantarme y a recoger los libros, para que no sea muy pesado, cada quien me ayuda a llevar una parte.
Si me hubieran dicho hace cinco años que tendría amigos aquí me habría reído.
A pesar de todo lo que pasó recientemente, me siento bien…
Capítulo 14 parte final
En un restaurante a oscuras, se observan dos siluetas de hombres y una de mujer.
Pareciera un interrogatorio.
— Ya sabrás por qué estoy aquí… vengo a darte una lección.
— ¡Ah!
Un teru teru bozu invertido le responde:
— Llego la hora…
Las luces se encienden al igual que una plancha para cocinar, sacan tomates, repollo, masa y más ingredientes para hacer pupusas.
El que posee el hacha con la que me atacó corta los tomates, un chico desconocido prepara la masa mientras que la chica con cabello largo decora el lugar, todos están cubiertos con una máscara.
— ¡Somos cocineros y tú ya lo ves, dame comida que tengo hambre! — canta el que casi me mata.
— ¡Cállate! No sé por qué te hice caso…— le responde el chico furioso mientras prepara la masa.
— ¡La decoración es perfecta! — dice la chica mientras decora.
Lo que sea que estén planeando no tiene algo de malo al parecer, a no ser que estén usando la receta… ¡de Reina-dono-sensei que nos robaron!