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Los tres bebés tenían poco más de medio mes de edad. No podían reconocer a los humanos, pero tenían un sentido innato del peligro hacia la vida y la muerte. Los trillizos no permitían que ningún ataque se les acercara. De repente, como si fuera por accidente, sus manos se movieron y se tocaron al instante.
La energía yin negruzca brotó de los tres bebés al mismo tiempo.
Nadie podía ver la luz oscura purpúrea-verde ¡explotando!
¡La fuerte fuerza repelió la piedra que estaba a punto de golpear la frente del segundo hijo!
La dura piedra brilló y salió volando por el papel roto de la ventana. Con un estruendo, golpeó fuerte en la cabeza del emocionado Tie Wa.
Él era solo un niño nacido en los campos de un agricultor. ¿Cómo iba a herir al verdadero descendiente del Rey Hades?
¡Ay!
Tie Wa no esperaba que la piedra que había lanzado atacara de vuelta.
