Cuando el cielo se había vuelto amarillo, la Tía Tian llegó de forma agresiva frente a la puerta de la familia Guan arrastrando a Tie Wa.
—¡Ye Lulu, puta! ¡Sal de una maldita vez aquí!
—¡Todos de la familia Guan, largaos de aquí!
Por el camino, la actitud feroz y enojada de la Tía Tian y la sangre en la cabeza de Tie Wa atrajeron las miradas sorprendidas de los aldeanos.
La Tía Tian sostenía la mano de Tie Wa y se paró frente a la puerta de la familia Guan. Con las manos en las caderas, gritó con una voz incomparablemente maliciosa. Los aldeanos inmediatamente la rodearon.
—¡Todos ustedes, salgan de una maldita vez! Gente de la familia Guan, hoy he venido a buscar justicia.
La Tía Tian soltó a Tie Wa. Su rostro, expresión y postura estaban llenos de maldad y brutalidad. Al verla, parecía que la familia Guan le debía un pecado enorme.
Los aldeanos estaban sorprendidos y curiosos, y se mostraban un poco emocionados.