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Chapter 46 - CAPÍTULO 46: EL SECUESTRO.

- Me acuerdo… que era un día como el de hoy cuando me secuestraron... El sol brillaba muy fuerte, el cielo se veía demasiado azul, sin ninguna nube a la vista. El perfume de las flores se podía oler a través del aire cuando el viento soplaba.

Ese día, me pidieron que fuera la farmacia a comprar un medicamento para el dolor de cabeza y cuando ya iba de regreso, un automóvil se detiene abruptamente al lado del andén por el que estaba caminando, haciendo que este patine un poco en el asfalto por frenar intempestivamente.

Un par de hombres con pasamontañas se bajaron muy rápido y de inmediato se abalanzan los dos hacia mí, el uno me coge por las piernas y el otro me inmoviliza por la espalda haciendo un agarre alrededor de mi cintura. Intente pelear y gritar, pero fueron mucho más fuertes que yo y me sometieron de inmediato para meterme en el auto con ellos. Adentro había otro, que en cuanto me lograron ingresar al automóvil, me puso cinta en la boca, en las manos y en las piernas, luego me colocaron una bolsa de tela negra en la cabeza para que no viera nada, pero igual pude ver que eran cuatro hombres en total, incluyendo al conductor del auto.

Nunca pude saber realmente a qué lugar me llevaron, ni después me importo saber, pero fue un lugar muy lúgubre, oscuro, frío y muy sucio. Habían ratas por todos lados, algunas hasta me llegaron a rasguñar. Me colocaron cadenas en mis manos y en mis piernas encima de la cinta que ya tenía puesta y ahí me dejaron por un tiempo sin decir nada, dejándome en un estado completo de horror en el que no sabía que iba a pasar conmigo. Mi cuerpo no dejaba de temblar por el frío y el miedo, mis lágrimas no dejaban de salir y con el pasar del tiempo, mi cuerpo me empezaba a doler por estar en la misma posición y por las cadenas.

Cuánto tiempo pasó, realmente no lo sé, en una situación como esa, cada minuto que pasa es como una eternidad para cualquiera que no sepa si va a salir con vida de eso.

 

Al otro lado del lugar en donde me encontraba cautiva, se podía escuchar las voces de los hombres hablando y riendo como si nada estuviera pasando y todo estuviera normal. Hablaban como de un partido de futbol, cuando de repente comienzo a escuchar que se abre una puerta y alguien empieza hablar con ellos. Es una voz que no había escuchado antes, pero era de otro hombre y luego de algunos minutos, escucho que abren otra puerta que resulta ser del lugar en donde me encuentro. Unos pasos comienzan a acercarse a mí y luego me quitan de una manera brusca la capucha que tengo puesta y que no me deja ver nada, después encienden las luces y a mis ojos les toma un tiempo poder volver a acostumbrarse a la luz. Una vez que ya estoy más acostumbrada, puedo ver a dos hombres en la habitación, uno que está al lado del toma que se encuentra al lado derecho de la puerta y otro que está muy cerca de mí. Supongo que él fue quien me quito la capucha, este último se pone de pie y acerca una silla a mi posición en el suelo y luego toma asiento en ella. Ambos tienen pasamontañas puestos que me impiden ver sus rostros.

Un tercero, entra con unos papeles en las manos y al igual que los demás, no puedo verle la cara. El tipo que está sentado, le cede su puesto a este y ahora es quien está frente a mí, después este le hace una señal al que acaba de cederle el puesto que me desate. El hombre obedece, pero solo me desatan las manos.

 

- Queremos que firmes estos documentos. - Me dice ahora el hombre que está al lado del toma de la luz y de la puerta. Sé que es uno de los que me secuestro porque ya había escuchado su voz.

 

- Es mejor que lo hagas si no quieres perder la vida. - Me dice el hombre que está sentado y que nunca antes, había escuchado hasta hace unos minutos.

 

De inmediato, me parece que es muy extraño que me estén pidiendo eso, cuando normalmente deberían estar llamando a mi casa a pedir dinero por mi liberación, pero conociendo como los conozco, sé que estos hombres van a perder el tiempo porque no van a obtener ningún billete por mí y eso, me da mucho miedo porque van a perder la cabeza y quizás me maten cuando vean que su jugada para obtener dinero fácil, les salió muy mal...

 

- Stef... - Me dice Christofer sacándome del trance que me envolvió mi último pensamiento. Lo miro y regreso a mi relato al aclararme un poco la garganta.

 

- En cuanto me desamarran, colocan los documentos en el suelo al frente mío y luego ponen un lapicero a su lado para que los firme. Rápidamente intento coger el lapicero para firmar, pero mis dedos y mis manos están completamente dormidos, entumidos y me duelen, así que no logro coger el bolígrafo y usarlo. Después de intentar usarlo por algunas veces, el hombre de la silla se impacienta tanto, que se acerca a mí y me da un puño en la cara que de inmediato me tira al suelo por completo. Los demás hombres lo detienen, pero antes de que lo logren, él me logra dar una patada en el estómago que me saca el aire. Una vez que lo sacan de la habitación, uno de ellos me vuelve a encadenar y a colocarme la capucha en la cabeza para luego dejarme sola en total oscuridad al apagar la luz antes de salir.

 

Cuando ya estoy sola de nuevo, lloro y lloro hasta más no poder, mientras el cuerpo me duele aún más y en la boca siento un sabor a hierro que me dice que es sangre, pero la cual me la tengo que tragar porque por la cinta que tengo en la boca no me permite escupirla. - Mientras sigo hablando, puedo sentir como Christofer ejerce un poco de fuerza mientras sigue sosteniendo mis manos entre las suyas, pero decido seguir porque si no, no le voy a poder contar esa parte de mi vida que me partió en dos para siempre.

 

- Cuando me cansé de llorar y comencé a analizar mis opciones, me dije a mi misma que pasará lo que pasará, no iba a firmar ese documento, ya que eso evitó que ese hombre me matara. Durante mi secuestro, ese hombre intento un par de veces más que lo hiciera, pero no lo logró y cada vez que me rehusaba a hacerlo, recibía una golpiza.

 

El tipo ese, ordeno que no se me dieran comida, pero había uno de ellos que no estaba tan podrido como los demás y este lograba darme un poco de agua al escondido para que por lo menos no estuviera tan deshidratada. Según mi padre y Max, mi secuestro duro alrededor de casi tres días, pero yo lo sentí como si hubiera sido una eternidad, en donde cada minuto parecía un siglo, en donde no sabía cuando terminaba un día y cuando comenzaba la noche.

 

No sé en qué momento o en qué día ocurrió, pero después de la última golpiza por rehusarme a firmar el documento, me había quedado al borde de la inconsciencia por el dolor y el hambre, pero aun así, logro escuchar cuando abren la puerta del lugar donde me encuentro y que unos pasos se acercan a mí, luego me quitan las cadenas de los pies y unas manos comienzan a acariciar mis piernas de manera brusca e inapropiada.

 

- A pesar de que estás muy lastimada por los golpes que te han dado, aún eres una chica muy bonita. - Me dice uno de los hombres y cuando me doy cuenta de que está buscando el botón y el cierre de mis jeans para quitármelos, comienzo a pelear y a tratar de gritar para que alguien me ayude. Uno de sus compañeros, logra escuchar el ruido del forcejeo y entra en la habitación en la que estoy con el hombre que intenta abusar sexualmente de mí. Afortunadamente, el tipo que entra y ve la escena, es el mismo que me había estado dando agua para que no me deshidratara tanto.

 

- Pero qué diablos estás haciendo?, déjala en paz que ya tiene suficiente con las golpizas que ese hombre le da. - Le dice al tratar de alejarlo de mí.

 

A continuación, escucho como una pelea que se termina cuando los demás entran y los separan para luego sacarlos y dejarme completamente sola y muy asustada.

Después de un tiempo, me sacan del lugar y me introducen a la maleta del automóvil, pero antes de hacerlo, me quitan las cadenas y me inyectan como una especie de calmante porque de inmediato me comienzo a sentir extraña y algo somnolienta.

 

En medio del trayecto, puedo escuchar que hablan y beben como si estuvieran de fiesta, hasta creo que se detuvieron por un momento y empiezo a escuchar la voz de una mujer. A pesar de que no me siento muy bien y me siento extraña, empiezo a tratar de quitarme las cintas. El auto acelera y llegamos a un momento en que este patina en cada curva que da y yo a moverme como si fuera una pelota en la maleta de un lado a otro. Hay tanto movimiento, que se esparce a mi alrededor el contenido de un maletín con algo de herramienta y como puedo, logro coger una especie de cuchilla para cortar la cinta, cortándome las manos en el proceso. Cuando logro zafarme las manos, trato de hacer lo mismo con los pies manchando todo de sangre en el proceso por las cortadas que tengo, pero el automóvil, de repente empieza a dar vueltas mientras yo me pego con todo. Cuando finalmente nos detenemos y dejamos de dar vueltas, un olor a gasolina invade por todas partes y puedo ver fuego cuando la puerta de la maleta queda abierta por los golpes al caer por el precipicio. Como puedo, logro salir porque estoy drogada, golpeada, cortada y sangrando.

No sé cómo, pero avanzo y trato de alejarme lo más que puedo antes de que el automóvil explote, pero no estoy lo suficientemente lejos cuando este explota por completo y su onda expansiva me hace volar por los aires para luego tirarme al suelo, haciéndome quemaduras en partes de mi cuerpo y que mi cabeza se golpee al caer al suelo en una piedra, dejándome completamente inconsciente.

 

Me vuelvo a despertar en el hospital muy confundida después de mucho tiempo, sin poder moverme, llena de cables, de vías intravenosas conectadas a mis brazos, llena de vendas. Después de algunos días y de que me hicieran varios exámenes médicos, me dijeron que iba a quedar cuadripléjica, con muchas cicatrices por todo el cuerpo por las quemaduras y las heridas producidas por el accidente y las golpizas que me habían dado. Me sentía frustrada, derrotada, deprimida, pensé que mi vida había terminado, pero ahí estaban mi padre y Max ayudándome a salir adelante.

 

Un día, estábamos viendo televisión y encontramos una película que reflejaba la vida de Bruce Lee y vi que él estuvo como yo, y al verle las ganas de salir de su condición y de su lucha, me motivaron para hacer lo mismo. Así que empecé con mi duro camino para poder recuperarme y a someterme a muchas cirugías de todo tipo. Funcionales, estéticas... y toda esa recuperación que fue muy dolorosa, duro cinco años más o menos, pero la recuperación no ha sido solamente física, sino también mental y esta última aún no ha terminado.

 

Durante años… dormí con las luces encendidas. No quería salir de la casa, no quería que nadie se me acercara y como muchas veces para mantener contentos y tranquilos a mis secuestradores me mantenía quieta, pues mi cuerpo cogió ese habito como un modo de defensa cuando estoy estresada, con miedo y cosas así.

 

En mis terapias físicas, conocí a Gregor porque él había tenido un accidente muy grave en su motocicleta y pues los dos nos dábamos ánimos para hacer la terapia y así fue como empezamos a hacer amigos. Nos conocimos en las peores circunstancias de la vida y él me ayudó mucho con toda mi recuperación y lo sigue haciendo, por eso tenemos mucha confianza entre nosotros y por eso lo quiero mucho, como el hermano de sangre que nunca tuve. Él supo derribar mis muros para ser mi amigo y ayudarme a darme valentía y fuerza cuando flaqueaba por el dolor y la frustración

 

- Entiendo muchas cosas ahora y gracias por abrirte conmigo y contarme algo tan doloroso y oscuro de tú vida, no sabes lo importante que es eso para mí... - Me dice Christofer al limpiarme las lágrimas y regalarme una media sonrisa algo triste.