El sol ascendía majestuoso en el cielo, teñiendo el horizonte con sus tonos dorados y envolviendo el bosque en una cálida luz matutina. Lysandro, con su corazón latiendo con emoción y nerviosismo, se preparaba para su primera misión como aprendiz de Kyros, el guerrero errante que había sido su mentor durante dos intensos años de entrenamiento. Sus músculos tensos y sus manos aferradas al mapa que Kyros le había entregado, trazaban el camino hacia la oscuridad que se cernía sobre el reino.
La mirada seria de Kyros, llena de confianza y expectación, se encontró con la determinación brillante en los ojos de Lysandro. "Ha llegado el momento, Lysandro", dijo Kyros con voz profunda. "Debes enfrentarte a la prueba que te he encomendado. Una horda de monstruos acecha los límites del reino, y solo tú puedes detenerlos".
Lysandro asintió con determinación, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. "Estoy listo, para esta misión. No te decepcionaré".
Con un gesto de despedida, Lysandro se adentró en el bosque, el amuleto que colgaba de su cuello brillando con una luz tenue pero reconfortante. Los sonidos del bosque lo rodeaban, el susurro del viento entre las hojas, el crujir de las ramas bajo sus pies, el canto de los pájaros en la distancia. Pero había algo más, una tensión palpable en el aire, un presentimiento de peligro inminente.
Siguiendo el sendero marcado en el mapa, Lysandro avanzó con cautela, cada fibra de su ser alerta y preparada para el enfrentamiento que se avecinaba. Pronto, comenzó a notar los primeros signos de la presencia de los monstruos: huellas frescas en el suelo, ramas rotas y un olor acre que se filtraba a través de la brisa.
Decidió adentrarse más en el bosque, internándose en la maleza densa y los árboles retorcidos. Y entonces, los vio: una horda de criaturas grotescas emergiendo de la oscuridad, con sus cuerpos retorcidos y sus ojos brillando con una malicia innata.
Sin vacilar, Lysandro canalizó el poder del amuleto, invocando una barrera protectora a su alrededor mientras se preparaba para el combate. Los monstruos avanzaron con ferocidad, pero él los recibió con calma, su mente clara y su corazón lleno de determinación.
Cada movimiento de Lysandro era una danza mortal, una exhibición de habilidades mágicas y destreza física. Cuando un monstruo se abalanzó hacia él con garras extendidas, Lysandro canalizó la energía del amuleto en un vórtice de viento cortante que lo envió tambaleándose hacia atrás, sus garras desviadas por la fuerza del viento.
Luego, aprovechando la distracción, lanzó un rayo de luz ardiente que iluminó el bosque con su resplandor, cegando a sus enemigos y dejándolos momentáneamente aturdidos. Fue entonces cuando Lysandro vio su oportunidad y se lanzó al ataque, su espada brillando con una luz dorada mientras cortaba a través de las filas de monstruos con precisión mortal.
Pero la horda no mostraba signos de detenerse, y Lysandro se dio cuenta de que necesitaba desplegar todo su arsenal de habilidades si quería sobrevivir. Con un grito de determinación, se sumergió aún más en el flujo de la magia, permitiendo que el poder del amuleto lo inundara por completo.
Invocó pilares de fuego que surgieron del suelo, envolviendo a los monstruos en llamas voraces y obligándolos a retroceder ante la furia del fuego. Luego, con un gesto de su mano, lanzó esferas de hielo que congelaron a sus enemigos en su lugar, dejándolos vulnerables a sus ataques mientras el frío mortal los consumía.
La batalla alcanzó su punto álgido, con Lysandro enfrentándose a la horda con valentía y determinación se dió cuenta que ya casi no le quedaba magia y tenia que combatir cuarpo a cuerpo. Cada movimiento era una obra maestra de combate, mientras luchaba por mantenerse firme contra las embestidas de sus enemigos.
Finalmente, después de 2 horas de lucha, Lysandro emergió victorioso entre los restos humeantes de sus enemigos. Respiró profundamente, cansado y sintiendo la adrenalina y el éxtasis de la batalla correr por sus venas mientras contemplaba el campo de batalla con ojos cansados pero triunfantes.
"La misión había sido un éxito, y por fin puedo descansar había demostrado su valía como hechicero y guerrero". Con el amuleto brillando con una luz intensa en su pecho el sabía que estaba lejos de poder enfrentarse a monstruos de rango B si con estos de rango C e costó mucho enfrentarlos pero con entrenamiento podía y así terminó descansando en el bosque.
Lysandro escucho unos sonidos un poco lejos de el, se levantó y fue a ver qué era ese sonido y miro a un guerrero luchando contra 2 monstruos de rango C.
Lysandro fue para ayudarlos a la batalla y lisandro en un movimiento rápido con su espada acabo con los dos monstruos el se quedó sorprendido por matorlos de un golpe pensó para su mismo (Así que me he vuelto más fuerte) apretó fuerte su espada feliz.
Lysandro mirando al guerrero se dió cuenta en el emblema que era del reino LOUREN que estaba a 3 días a caballo de dónde están el se preguntó (Porque está un guerrero por este bosque peligros). "Oye, ¿que haces en este bosque peligroso?" Le pregunto con interés Lysandro.
El guerrero le respondió "Me llamo Thomas Lirón soy del reino Louren, y gracias por salvarme"