El sol se ocultaba tras el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados mientras Lysandro y Aria se adentraban en el bosque, en busca de la cabaña que serviría como su refugio temporal. El aire fresco del atardecer envolvía el paisaje, y el susurro de las hojas al ser acariciadas por la brisa creaba una atmósfera de tranquilidad que contrastaba con las emociones aún palpables tras la batalla contra las arañas de grado C.
Aria lideraba el camino con paso firme, confiando en su conocimiento del bosque para guiarlos hacia su destino. A medida que avanzaban entre los árboles, el sendero se estrechaba y se volvía más intrincado, pero la guardiana del bosque parecía saber exactamente hacia dónde dirigirse.
Lysandro caminaba a su lado, con la mirada fija en el camino y la mente inmersa en pensamientos sobre lo que les deparaba el futuro. A pesar del triunfo en la batalla, sabía que aún enfrentarían desafíos mayores, y estaba decidido a fortalecerse tanto física como mentalmente para estar preparado para lo que fuera.
Tras unos treinta minutos de caminata, llegaron a un claro en el bosque donde se alzaba una pequeña cabaña de madera. Aria se detuvo frente a ella y se volvió hacia Lysandro con una sonrisa tranquilizadora.
"Este será nuestro refugio por esta noche", anunció. "Es modesto, pero nos proporcionará protección y comodidad mientras descansamos y nos preparamos para lo que está por venir".
Lysandro asintió, agradecido por tener un lugar donde reponerse después de la intensa batalla. Juntos, entraron en la cabaña y encendieron una pequeña hoguera en el centro de la habitación principal, que serviría para calentar el espacio y preparar algo de comida.
Mientras cenaban, Aria comenzó a hablar sobre su pasado y su conexión con el bosque. Explicó cómo había sido entrenada desde joven para convertirse en guardiana, aprendiendo técnicas de combate y habilidades de supervivencia que ahora le permitían moverse con confianza en el entorno natural.
Lysandro escuchaba con atención, fascinado por la historia de Aria y admirando su determinación y valentía. Se dio cuenta de que compartían un objetivo común: buscar fuerza y conocimiento para enfrentar los desafíos que les esperaban.
Después de la cena, decidieron descansar y recuperar fuerzas para el día siguiente. Aria se ofreció a vigilar durante la primera parte de la noche, mientras Lysandro descansaba, y luego intercambiarían turnos para asegurarse de que estuvieran protegidos en todo momento.
Mientras Lysandro se acurrucaba en su saco de dormir, cerró los ojos y dejó que la calidez del fuego y los sonidos suaves del bosque lo envolvieran. Su mente se llenó de pensamientos sobre su entrenamiento, su propósito y su compañera de viaje, Aria.
A medida que la noche avanzaba, el sueño lo envolvió, llevándolo a un estado de paz y serenidad. En sus sueños, se encontraba de nuevo en el claro del bosque, enfrentando a las arañas de grado C con determinación y coraje, pero esta vez, no estaba solo. Aria estaba a su lado, luchando con él en perfecta armonía, y juntos, enfrentaban los desafíos con valentía y confianza.
Cuando el sol comenzó a asomarse por el horizonte, Lysandro despertó, sintiéndose renovado y listo para el día que les esperaba. Se levantó con cuidado para no despertar a Aria, quien aún descansaba junto a la hoguera, y salió fuera de la cabaña para disfrutar de la fresca brisa matutina.
Mientras observaba el paisaje boscoso que se extendía ante él, Lysandro reflexionó sobre las lecciones aprendidas durante la noche. Había descubierto la importancia de la compañía y la colaboración en la búsqueda de la fuerza y conocimiento, y sabía que con Aria a su lado, sería capaz de enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino.
Con determinación renovada, se dirigió de vuelta hacia la cabaña, listo para continuar su viaje junto a su valiente compañera, Aria, en busca de nuevas aventuras y experiencias que los llevarían hacia su destino final.
Cuando Aria se levantó miro a Lysandro y lo llamo para comer, cuando terminaron de comer se diriguieron afuera para prepararse a salir de la cabaña de madera.
Lysandro mirando a Aria le dijo con una sonrisa, "Al medio día me voy a dirigir a mi hogar, ¿Me quieres acompañar?"
"Claro que te quiero acompañar" dijo Aria con determinación.
Y así llegó el medio día y los dos con pasos firme se diriguieron al hogar de Lysandro.