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Cuando el Fuego Negro desapareció de la arena, todos los Agarthianos miraron al Rey Esqueleto Gigante, que se alzaba alto y orgulloso sobre ellos.
—¿No están entretenidos? —preguntó el Rey Esqueleto, extendiendo sus brazos como si desafiara a cualquiera que dijera lo contrario.
Sin embargo, alguien sí respondió a su pregunta, y vino desde el asiento más alto de honor en el Coliseo de los Gladiadores. Aquél que gobernaba sobre Agartha y tenía el control completo de este antiguo Reino, el Rey Septimio.
—Estamos entretenidos.
El Rey Septimio miró al Rey Esqueleto Gigante, y este último miró hacia abajo al Rey de Agartha debido a su altura.
—Bien —respondió el Rey Esqueleto.
Un momento después, se convirtió en partículas de luz, dejando a Lux en el cielo, flotando con sus Alas Dracónicas extendidas.
El Semielfo entonces descendió lentamente al suelo con una expresión tranquila en su rostro. Sin embargo, esto solo era una fachada.
