—¡Ahí está! —uno de los Santos montando una Roca Gigante señaló en la distancia—. ¡Ya puedo verlo!
El Alto Rey de Lunaria, así como el Oráculo del Ejército Divino entrecerraron sus ojos para mirar en la dirección a la que el Santo señalaba.
En el borde del horizonte, un pequeño punto negro que fácilmente podía ser pasado por alto por ojos desnudos volaba en el cielo.
Después de pasar muchos días viajando a través de innumerables ciudades y reinos, los Santos del Ejército Divino finalmente habían avistado su objetivo, revitalizándolos.
En el camino, habían preguntado a incontables personas si habían visto una isla flotante pasar por sus ciudades.
Sus preguntas dieron fruto, y aquellos que habían presenciado la isla flotante habían dicho a los Santos del Ejército Divino hacia dónde se dirigía.
Su viaje también alarmó a los gobernantes de los Reinos por los cuales habían pasado.