Sentados en la mesa del comedor estaban Lux, Iris, Vera, Alexander, Cai, Maximiliano y Alicia.
Dado que era una cena familiar, y Alicia era una miembro importante del personal de Alexander, Lux insistió en que se uniera a ellos, lo que hizo que Alicia se sintiera bastante feliz.
Todos comían con una conversación mínima, sabiendo que después de la cena, estarían discutiendo algo importante.
Una hora más tarde, todos fueron a la sala de estar, y Vera tomó la iniciativa de contarles a todos lo que había sucedido en las Tierras Ancestrales del Nigromante.
Después de que terminó su historia, Maximiliano jugó con su barba un rato antes de soltar una carcajada.
—Parece que te metiste en grandes problemas, muchacho —dijo Maximiliano con una sonrisa—. Afortunadamente, no hay nada que puedan hacer aquí en Solais. Aunque el Ejército Divino también tiene Santos de este mundo, simplemente es imposible para ellos viajar largas distancias debido al espeso miasma que separa cada región.
