—¿Podéis dejar de seguirme como patitos? —se quejó Lux tras acabar con un Caballero Kobold—. ¡Todos me están poniendo nervioso! Todavía hay monstruos que limpiar, y todos me seguís como cobradores de deudas!
Aur, así como los Iniciados del Palacio de Cristal, también estaban matando monstruos. Pero, cada vez que Lux se movía a una nueva ubicación, lo seguían como polluelos siguiendo a una gallina madre.
En su interior, el Medio Elfo estaba maldiciendo a Keoza, que por alguna razón se había quedado completamente silencioso, sin importar cuántas veces lo llamara.
—No te estamos siguiendo —respondió Aur—. Solo sabemos que luchar a tu lado es más eficiente.
—¡Eso es cierto! No es que nos gustes o algo —comentó uno de los subordinados de Aur—. No te hagas ilusiones, baka.
—Si todos trabajamos juntos, estos monstruos estarán exterminados en menos de una hora. ¡Sigamos así!
—Ya sabes lo que dicen, solo podemos hacer tan poco; juntos, ¡podemos hacer tanto!
