—¿Papá? —Eiko, que había tomado una siesta junto a su papá, fue la primera en despertarse. Lo primero que hizo fue pinchar las mejillas de Lux, en un intento por despertarlo.
No pasó mucho tiempo antes de que el medio elfo abriera los ojos.
«¿Fue todo solo un sueño?», pensó Lux mientras acariciaba suavemente la cabeza del bebé slime.
Fue en ese momento que vio el brazalete de plata en su muñeca con el emblema de un fénix rojo en su centro. Esto le hizo darse cuenta de que lo que había experimentado no era un sueño y que realmente había conocido al dios de los jugadores, a quien no había visto desde hacía mucho tiempo.
—¿Papá? —Eiko miró a su papá y se preguntó si aún estaba medio dormido.
—Lo siento, estoy pensando en algunas cosas, Eiko —respondió Lux mientras colocaba al bebé slime en la parte superior de su cabeza.
Luego miró a los dos fantasmas que estaban acurrucados en la esquina y les hizo señas para que lo siguieran.