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—Me voy ahora, Abuela —dijo Lux mientras abrazaba a Vera—. Vendré a visitarte tan a menudo como pueda.
—Mmm —tarareó Vera mientras acariciaba suavemente la cabeza de su nieto adoptivo—. Siempre estaré aquí esperándote. Cuídate, Lux.
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El adolescente de cabello rojo se retiró a regañadientes mientras miraba a su abuela, cuya mirada estaba llena de afecto. Era el rostro que lo había cuidado todos estos años y lo había cubierto de amor y ternura.
En su vida pasada, Lux no tenía metas en la vida. Esta vez, tenía dos objetivos en mente. El primero era ayudar a salvar el mundo de la destrucción.
Y el segundo, objetivo era hacer que su Abuela se sintiera orgullosa de él. Quería que ella supiera que todos los sacrificios que había hecho por él todos estos años habían valido la pena. Más que nada, quería que el mundo le diera a Vera el reconocimiento que se merecía.