—Bueno, entiendo que esta no es una buena historia, pero hay más —afirmó el Jefe al ver la reacción de sus invitados.
—Cuando los ríos y estanques dentro del territorio comenzaron a secarse, la gente de la Baronia temía que una maldición hubiera caído sobre la tierra. Aunque el pueblo no era supersticioso, todo se iba al traste, así que comenzaron a culpar al segundo hijo del Barón, obligando al Barón a tomar cartas en el asunto.
—Él ordenó a su hijo que fuera al Templo a confesar todos sus pecados a los Clérigos y se limpiara de su suciedad. Sin embargo, todos los ríos y otras fuentes de agua siguieron secándose. Las cosas comenzaron a volverse caóticas entonces.
—Los campos se volvieron estériles e incluso si se usaba la Magia del Agua, la tierra permanecía seca y agrietada. El bosque alrededor de la baronia lentamente perdió su verdor, hasta que los árboles se transformaron en cáscaras secas.