—La abuela todavía no ha salido del ataúd —dijo Iris apoyando su cabeza en el pecho de Lux.
Lux inclinó su barbilla hacia abajo y besó la cabeza de la dama de cabellos azules antes de rodearla con sus brazos.
—Tal vez, necesite más tiempo —respondió Lux—. Se forzó a romper su recuperación para ayudarme contra el Ranker que me intimidaba. Sería mejor que descansara más para recuperarse tanto como sea posible.
Iris asintió y permitió que el calor de Lux la envolviera en un abrazo amoroso.
Los dos acababan de hacer el amor y ambos seguían desnudos. Iris se sentía un poco triste porque sabía que cuando llegara la mañana, Lux tendría que volver a Elíseo de nuevo para cumplir con sus responsabilidades como Maestro de la Hermandad.
Aunque él le iba a hacer falta, entendía que esto era algo que el Medio Elfo tenía que hacer.
Eiko dormía plácidamente en la canasta que habían colocado en la mesa al lado de la cama.