—Papi, ¿a dónde vamos? —Heidi, que actualmente iba sobre los hombros de Bedivere, preguntó.
—La verdad es que no estoy seguro —respondió Bedivere—. Pero ya que mi Maestr– quiero decir, Lux, dijo que es un lugar maravilloso, confío en que así es.
—¿Tendré muchos amigos allí?
—¡Por supuesto! Mi Heidi es tan amable y dulce. Es imposible que mi hija no tenga amigos.
Heidi se rió al escuchar el elogio de su padre. Lilia observó la interacción de su esposo y su hija con ojos llenos de ternura y amor. No pudo evitar conmoverse hasta las lágrimas.
Había estado esperando años por el regreso de Bedivere, para que su familia estuviera completa una vez más. Ahora que él estaba aquí, sentía que todo su sufrimiento y adversidad de los últimos dos años habían sido pagados en su totalidad.
—¿Están todos listos? —preguntó Lux mientras enviaba una invitación a su grupo a todos los que le rodeaban—. Nos vamos ahora, así que espero que todos puedan aceptar mi invitación al grupo.