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Tres horas habían pasado desde el comienzo de la batalla defensiva de la Ciudad Puente Blanco.
Los defensores estaban a punto de cansarse de luchar contra la horda aparentemente interminable de monstruos que ahora hacían todo lo posible por trepar los muros de la ciudad, incluso si eso significaba usar a los demás como peldaños para romper la línea de defensa, la cual los Enanos estaban tratando afanosamente de mantener.
Aina jadeaba, recuperando el aliento, mientras blandía su espada para cortar la garra de un monstruo, haciéndolo caer del muro aplastando a sus camaradas abajo.
Aunque su gremio, Eterno, había tomado ahora la delantera en el ranking, la belleza de aspecto de muñeca estaba más preocupada por el bienestar de los miembros de su gremio.