—¿Vamos adonde creo que vamos? —preguntó Ezra, sin dar muestras de fatiga a pesar del ritmo que mantenían. Su Aguante tenía que ser comparativamente excelente, pero considerando que había obtenido una Clase Legendaria temprano, no parecía extraño.
Altair asintió brevemente. —Sí. Ahí es exactamente donde vamos.
—¡Esperen! ¡Oh, Dios mío! Esperen... ¡mis pulmones arden! —aulló Bastión, avanzando pesadamente a través de una multitud de personas. Los movimientos esbeltos nunca habían sido su fuerte, y esa debilidad se exacerbaba por el enfoque de su Clase.
—¡Vergüenza. Vergüenza! —se burló Nemean.
Le iba mucho mejor porque a pesar de que su Clase de Aplicador de Escudo era técnicamente una clase defensiva, era bien equilibrada, poniendo igual enfoque en ofensiva y defensiva. Claro, había una creciente disparidad entre sus estadísticas y las de sus compañeros debido a su baja rareza.