Lo que emergió de la Puerta Abrasada de Lamentos Lastimeros se asemejaba más a un Demonio, pero se sentía… incorrecto, casi idéntico a cómo Adeia se sentía actualmente.
Estos nuevos seres que pasaron el oscuro umbral eran desprovistos de mente y aparentemente subyugados por una entidad mucho más fuerte. Su sentido del yo había sido hecho añicos, ya sea por la fuerza o voluntariamente, en aras de más poder.
A medida que atravesaban el umbral, Aerys palideció. Cada uno de estos nuevos —Madlings, los llamaba Kieran— ostentaba un poder que superaba al de un Maestro y se comparaba con el de un Archimaestro.
No obstante, al igual que inicialmente Kieran, esto solo se relacionaba con su condición corporal.
Era como si sacrificaran Mente y Espíritu para potenciar aún más el Cuerpo. A pesar de que ese absurdo camino de avance, no restaba cuán peligrosos se sentían.
El suelo temblaba con cada paso que daban.
Y Daedric, actuando como baluarte contra la invasión, temblaba.