La tarde siguiente fue una pesadilla para los pilotos, ya que sus nuevos comandantes les inculcaban nuevas técnicas de combate en la cabeza.
—Sabes, solía pensar que era decente en eso hasta que conocí a esos dos —suspira Paul, mientras se acomoda en un asiento junto a Vincente en el comedor.
—Ni hablar, siento que nunca antes había sostenido un cuchillo de combate —concuerda Vincente, mientras que Ari simplemente se encoge de hombros, sabiendo ya que era un punto débil por su parte.
—Creo que podríamos aprender bastante rápido con esos dos. ¿No dicen que se puede aprender más en un día con un maestro que en toda una vida con un lego? —pregunta Ari.
—Estás asumiendo que este mes de entrenamiento no va a acabar con nuestras vidas. Tú te entrenaste con el comandante Max, no sabes. Estoy bastante seguro de que la mayor Nico solo me pateaba el trasero por deporte. Es tan pequeña que es imposible golpearla, y es más fuerte que yo —señala Paul.