—Me temo que tengo otros asuntos que atender aparte de los pasatiempos acuáticos de una especie emergente, así que me excusaré y volveré a mi nave —les informó el enviado Volga con una voz digna.
—Por supuesto. Espero que la próxima vez que nos encontremos, podamos llegar a un entendimiento, pero estas cosas no pueden apresurarse. En el gran esquema de las cosas, incluso unos pocos siglos no es tanto tiempo si lleva al resultado que es mejor para todos los involucrados —estuvo de acuerdo Max.
La guardia de honor seguía apostada a lo largo del pasillo mientras Max lo escoltaba de regreso al transbordador de la Alianza que había traído a todos aquí. Obviamente habían sido informados de la situación, ya que esperaban fuera de las puertas del transbordador con solo la bandera Volga colgada para la llegada del enviado, y él entró sin ningún tipo de fanfarria o incluso otra palabra para Max.