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—Comandante, tenemos una nave entrante que solicita contactarse —le dijo uno de los oficiales de comunicaciones a Max, nerviosamente.
—¿Qué tiene eso de extraño? Recibimos visitantes al menos cada dos días por una razón u otra —respondió Max.
—No como esta. Sea lo que sea esa cosa, hace que la Base Lunar parezca un guijarro. En serio, parece Terminus, pero mil veces más grande —respondió el oficial con voz temblorosa.
Max abrió los datos del sensor y, si acaso, el equipo de comunicaciones había subestimado el tamaño del nuevo arribo al sistema. Se había detenido bien lejos de la trayectoria de cualquier otro planeta, o su pura masa interferiría con sus órbitas. Quienquiera que hubiera diseñado esa cosa no tenía la intención de que permaneciera en un sistema solar en absoluto.
—¿Cómo se presentaron? —preguntó Max antes de alcanzar el micrófono.