Después de diez minutos trasteando con la computadora, Nico consiguió que apareciera en su pantalla el diseño de la Nave Colonia para que Max lo examinara.
—¿Qué pasa con esta codificación por colores? Todo son distintos tonos de morado —se quejó Max mientras examinaba el diseño.
Con tres kilómetros de largo, la nave era enorme y, según las traducciones que había hecho Nico, era capaz de terraformar fácilmente la mayoría de los planetas del tamaño adecuado para ser amigables con la vida. Incluso tenía lo que Nico había traducido como un Taladro del Núcleo Planetario y Reactor, que solo podía suponer que estaba destinado a recalentar la masa nuclear de un planeta que se había enfriado demasiado para sostener agua líquida.
Aún se desconocía si esa pieza de tecnología aún estaba a bordo o funcionaba, pero el lugar donde debería estar estaba claramente marcado.