—¿Charles Richards? —preguntó Kaizen, su voz cargada de incredulidad—. ¿Qué haces aquí?
Charles sonrió dulcemente, sus ojos brillando con una mezcla de sabiduría y compasión.
—Klaus Park —comenzó Charles, su voz suave y tranquilizadora—, no te preocupes. Estoy aquí para ayudarte a entender algunas cosas importantes. Pero antes de empezar, me gustaría felicitarte por tu victoria contra tu clon. Fue una batalla diseñada para mostrar tu propia evolución.
Kaizen seguía perplejo, intentando unir las piezas de un rompecabezas que parecía cada vez más complicado.
Charles sonrió de nuevo, pero esta vez había una profundidad en sus ojos que insinuaba secretos no revelados. —Tengo que admitirlo: eres uno de los pocos jugadores que han alcanzado un nivel de comprensión y habilidad que va más allá de lo ordinario. Y eso, joven, es algo que no podíamos ignorar.
