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El arco resplandeciente de Graham se materializó en la mano del clon. La luz que emanaba de la cuerda del arco era casi hipnotizante, reflejándose en los copos de nieve que seguían cayendo alrededor de ellos, transformando la llanura verde en un campo cubierto de blanco brillante.
—Así que también tienes acceso a mis creaciones —murmuró Kaizen, sacando el Escudo Indomable de su inventario para protegerse—. Conocía el poder del Arco Graham, un arma formidable que requería habilidad y precisión. Pero no pienses que eso va a detenerme.
El clon sonrió, tirando con destreza de la cuerda luminosa y formando una flecha de pura energía. —Veamos qué tan bien conoces realmente tus propias armas.