La búsqueda de la información correcta continuaba como de costumbre para los demás, quienes estaban absortos en las estanterías, hojeando libros y susurrándose entre ellos acerca de posibles pistas.
Mientras tanto, Jayaa, aún con el corazón acelerado y la respiración entrecortada, intentaba recuperarse de su aterradora encuentro con el libro misterioso. Se alejó de la estantería donde estaba guardado el libro, manteniendo un ojo cauteloso en ese rincón de la habitación. La sensación de que algo siniestro habitaba ese libro no lo abandonaba. Cada fibra de su ser parecía advertirle del peligro inminente, pero se obligó a concentrarse en la tarea que tenía entre manos: encontrar información sobre los dioses Aesir.