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El instante en que Lily Sangrienta liberó la flecha de sangre fue como un suspiro de esperanza, un momento congelado en medio del frenético baile de las llamas. La cuerda del arco se estiró bajo la presión calculada de sus dedos, el líquido rojo que formaba la flecha brillaba con una luz mágica, endureciéndose aún más. Por una fracción de segundo, el silencio se suspendió, una quietud que anticipaba la tormenta inminente. Los ojos rojos de Lily Sangrienta estaban fijos en el punto más centralizado de la armadura de Belial. Si había un lugar que sería frágil en esta armadura, considerando la confianza del demonio en sus propias habilidades, seguramente sería frente a sus ojos.
Entonces, como una estrella fugaz cortando el cielo nocturno, la flecha fue liberada. El aire a su alrededor zumbaba con energía intensa mientras volaba hacia su objetivo.