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La confrontación en la calle principal continuaba y Kaizen, a pesar de su aparente desventaja, se mantenía admirablemente tranquilo. Observaba cada movimiento de Azrakthar, encontrando los más pequeños huecos para seguir esquivando. La calle estaba llena de escombros y polvo, testigos mudos del choque entre demonios y jugadores.
Azrakthar, cegado por la furia e impaciencia, avanzaba una y otra vez con sus garras, tratando de asestar un golpe limpio. Kaizen, sin embargo, se mantenía enfocado y esquivaba una vez más con un movimiento elegante, evitando por poco otro ataque que podría haber sido fatal.
La figura encapuchada en las sombras seguía observando, sus penetrantes ojos analizaban cada detalle de la batalla. Según Zylok, solo debería intervenir cuando todo estuviera cerca, para no obstaculizar el desarrollo de Kaizen, y parecía estar por delante de tal momento, pero en el fondo sentía que podía esperar un poco más antes de actuar.