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En la oscuridad que rodeaba el cráter de escombros que se había convertido en el centro de la Capital Real de Mibothen, Belial, el demonio más fuerte vivo, sonrió cuando Lily Sangrienta finalmente apareció en su campo de visión.
—¡Ahí estás! ¿Pensabas que te estabas escondiendo? ¡JA, JA, JA! ¡He estado oliendo tu miedo todo el tiempo! —gritó, abriendo los brazos como si fuera un regalo del cielo y en el momento perfecto.
Zylok y Lily Sangrienta se quedaron paralizados ante la risa del demonio, porque su aura era sofocante. Este era uno de esos momentos únicos donde todo se movía en cámara lenta, resultado de la extrema oxigenación de sus cerebros porque sus corazones latían frenéticamente.